Me siento indigno de llamarme Mexicano. Y es triste, porque lo soy y es una de las cosas que más me gusta de mi. Pero el saber que nuestro "Presidente", líder de una nación tan onírica y mágica como México, quiere contagiarnos de silbidos con sus comerciales donde promociona, como jabón, pomada para los hongos o papel sanitario, cualquier mamarrachada con la que justifica su presidencia me llena de tristeza, de honda tristeza. Ya no es cosa de risa, ya no es cosa de caricaturizar al gobernante o de quejarnos de él, es cosa de llorar lo mucho que se ha dejado a nuestro país, a nuestro México querido en manos de pendejos de ese calibre. ¿Dónde está Zapata, dónde está Villa? ¿Dónde en nosotros está el revolucionario anónimo, el que no pasó a la historia pero la hizo? ¿Porqué no nos levantamos, ya no en armas, sino en verdadera protesta como los mártires de Tlatelolco?
¿No te dan ganas de llorar, amigo lector? ¿No sientes asco de seguir chupando el dedo embarrado de atole?
Yo sí y ya me cansé, me cansé de vivir en un México que no me gusta, me cansé de vivir pensado que algún día, algún lejano día estaremos a la par del resto de nuestro universo. Me cansé de escuchar tarugadas enjaretadas a la fuerza de repetición, me cansé de vivir rodeado de miseria y podredumbre, de basura que vale millones pero no nos decidimos a hacer nada con ella... Hoy me levanto, no como mexicano, sino como hombre. Si he de llamarme Mexicano, ha de ser con mayúsculas y y ha de ser digno. Si he de pronunciar MÉXICO, ha de ser con orgullo, no con esta mezcla de asco y lágrimas.
Hoy me levanto y te invito a levantarte.
Ven, hagamos la revolución.
Raymundo Rodriguez Alcázar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario