martes, 4 de octubre de 2011

El Ritmo de la Vida

Imagino un escenario amplio, un espacio tridimensional vacio. Y en este espacio, aparece una sección de tierra, un segmento de continente. Miro la tierra que compone esta geografía ante mí. Tierra mineral, rocosa, aceitosa. Emergo visualizándola por completo, observando las vetas, los terrones, granos sueltos de tierra.  Emergo rompiendo su última epidermis, aventurándome a la jungla de céspedes, hierbas y pastos. Surjo y me hermano con cada hierba que se mece al viento, surjo y soy el campo entero, la brisa rodando por los pastizales. Me enredo entre las ramas de un árbol, me escurro por su tronco y empapo su raíz.



Embebido en su sabia, extendido en sus ramas, tomando sol desde sus hojas, soy el árbol que susurra al viento, la sombra que avanza con el día.

Árbol.

Desde un reducido espacio del ambiente urbano, al paso del polvo, los humos y las basuras. Un cubo embarazado de tierra pariendo un árbol para ti.

Y delante tu pasas, no miras, no te detienes.

Eres un ser social, una existencia urbana. No hay tiempo, hace falta, hay que llegar...

Etiquetas tu día con horas, con citas.

Saboreas tu productividad.

Y nada.

El árbol sigue verde, extendiendo sus ramas, bebiendo sol con sus hojas, susurrando misterios al viento, avanzando su sombra con el día, dejándose refrescar por la noche.

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