sábado, 3 de octubre de 2015

Provocaciones - 06 - Pensamientos Que Curan Radicalmente: Extractos y Aforismos.

PENSAMIENTOS QUE CURAN RADICALMENTE: EXTRACTOS Y AFORISMOS


-Ansiedad y Desesperación-
Aprende a satisfacerte con poco - ¿Negarías que esto es bastante?
No es solo el pobre quien tiene hambre. Hay un hambre que todos los tesoros del mundo no pueden saciar, y aun así esta hambre es para ellos. Hay una sed que todos los torrentes de sobreabundancia no pueden apagar, y aun así esta sed es para ellos. Sé muy bien que hay una ansiedad, secreta y privada, por la pérdida.
"Arroja todo lo que te importa a Dios." Debes arrojar toda tu preocupación; si no arrojas toda tu preocupación, la retienes y no te vuelves absolutamente gozoso. Y si no la arrojas absolutamente hacia Dios, sino en otra dirección, no te has deshecho absolutamente de ella. De una forma u otra, regresará, lo más probable es que sea bajo la forma de una pena mayor y más amarga. Pues arrojar la preocupación a algo que no sea Dios - eso es mera distracción. Pero la distracción es un remedio de lo más dudoso y ambiguo.
La ansiedad por el día siguiente es comúnmente asociada a la ansiedad por la subsistencia. Esto es una visión muy superficial. El día siguiente - esto es un gancho por el que el monstruo poderoso de la ansiedad se afianza de la ligera barca del individuo. Si tiene éxito, el individuo queda bajo el dominio de ese poder. El día siguiente es el primer eslabón de una cadena que ancla a una persona a la ansiedad superflua que es del maligno. El día siguiente - es extraño en verdad, pues comúnmente cuando uno es sentenciado de por vida, la sentencia dice "de por vida," pero quien se sentencia a la ansiedad "por el día siguiente," se sentencia de por vida.
Aquel que rema en un bote le da la espalda a la meta por la que trabaja. Así es con el día siguiente. Cuando con la ayuda de la eternidad uno vive absorto en el hoy, le da la espalda al día siguiente. Mientras más absorto esté en el hoy, con mayor decisión le da la espalda al día siguiente, de forma que no lo ve en lo absoluto. Si se voltea, la eternidad se confunde ante sus ojos, se vuelve el día siguiente. Pero si en favor de trabajar con mayor efectividad hacia la meta (la eternidad) le da la espalda, no ve el día siguiente en lo absoluto. Con la ayuda de la eternidad ve muy claramente el hoy y su tarea.
Si has de trabajar fructíferamente hoy, debes estar en esta posición. Siempre involucra retraso y distracción querer mirar con impaciencia cada instante hacia la meta, ver si ya te has acercado un poco más, y luego otro tanto. No, sé resuelto eterna y seriamente, dedícate completamente a la labor y dale la espalda a la meta. Tal es la posición para remar en un bote, pero también es la posición cuando crees.
Podrías pensar que el creyente está muy lejos de lo eterno cuando le da la espalda y vive en el hoy, mientras que el que atisba se pone de pie y mira hacia él. Y sin embargo es el creyente que está más cerca de lo eterno, mientras que el visionario apocalíptico está más lejos de lo eterno. La fe le da la espalda a lo eterno para, precisamente, tener esto con él hoy.
¡Padre en el cielo! Lleva nuestros corazones a ti de forma que nuestro anhelo esté donde nuestro tesoro debería estar. Gira nuestras mentes y pensamientos a donde está nuestra ciudadanía - en tu reino, de forma que cuando finalmente nos lleves de aquí nuestra partida no sea una separación dolorosa sino una unión gozosa contigo. No sabemos el lugar o la hora, quizá aún queda un largo camino ante nosotros, y cuando la fuerza se nos quite, cuando la fatiga nuble nuestros ojos de forma que miremos como desde la noche oscura, y cuando los deseos inquietos se agiten dentro de nosotros, anhelos salvajes e impacientes, y el corazón gruña en temerosa anticipación de lo que ha de venir, oh Señor Dios, fija en nuestros corazones la convicción de que también mientras vivimos, te pertenecemos.

-Convertirse en Cristiano-
Lo mejor es que uno se convierta en Cristiano - sin "Cristianismo."
Un Cristiano no puede nacer. No, el individuo se convierte en Cristiano.
Es algo muy incierto criar a un niño en el Cristianismo. El niño no tiene verdadera conciencia del pecado. ¿Qué entonces? Toma una analogía. Descríbele al niño el médico familiar como un hombre raro y amable. ¿Qué pasa? El niño cree que es muy posible que exista un hombre tan raro. Gustosamente yo lo creería, pero también me mantendría lejos de él. El hecho de ser objeto de su amor especial querría decir que estoy enfermo, y estar enfermo no es divertido. Por ello, estoy lejos de sentirme feliz al pensar que le han llamado.
Cuando uno está verdaderamente enfermo y la enfermedad es seria, entonces uno es muy feliz de que haya un médico, pero cuando uno no está enfermo, o no tiene idea alguna de lo que es estar enfermo, entonces "el médico" es verdaderamente un pensamiento muy desagradable. Por ello, en la relación del niño con el Cristianismo, o lo que es verdaderamente Cristianismo debe dejarse aparte, y entonces, ¿qué quiere decir una crianza en el Cristianismo? - o se le debe enseñar la verdad, y entonces el niño es llevado a temer al Cristianismo más que a ser feliz con él.
Si todo el asunto de criar a un niño en el Cristianismo no se quiere que sea patraña, la gente necesita darse cuenta de esto. Los académicos quieren hacer al Cristianismo una mitología. Sin embargo, no nos damos cuenta que lo que generalmente se hace pasar por la educación Cristiana de los niños también es mitología.
No es sino hasta que una persona se ha vuelto tan torcida que su único deseo, su único consuelo, es morir - no es sino hasta entonces que el Cristianismo comienza verdaderamente.
Cuando el Cristianismo entró en el mundo, la gente no era Cristiana, y la dificultad estaba en convertirse en Cristiano.
Todos saben que saltar del sitio donde estás y volver a caer al mismo sitio es uno de los saltos más difíciles de hacer. El salto se vuelve más fácil si hay un espacio entre el sitio de donde saltas y el sitio donde caerás. De forma similar, la decisión más difícil es aquella en donde aquel que decide no se distancia de la decisión (como el no creyente que tiene que decidir si es quiere ser Cristiano) y donde la decisión parece ya estar hecha.
Si no soy creyente y la decisión es convertirse en Cristiano, entonces el Cristianismo me puede ayudar a tomar la decisión. La distancia entre yo y él ayuda tanto como una carrera ayuda a un saltador. Pero si la decisión ya parece estar hecha, si ya soy un "Cristiano" (es decir, ya estoy bautizado, voy a misa, etc., lo que aun así está sólo en el reino de la posibilidad), entonces no hay nada que pueda ayudarme a darme cuenta apropiadamente de la decisión. En resumen, es más fácil convertirse en Cristiano si uno no es Cristiano que convertirse en Cristiano si uno ya se supone que lo es.
Nadie puede hacer una transición directa a convertirse en Cristiano. No, nacidos en el pecado, cada persona vive en un mundo pecador. La llamada bondad natural humana es, en realidad, tan mala como el desafío. Tan pronto como el Cristianismo entra en contacto con esta bondad natural humana, esta bondad se enfurece. ¡Ten cuidado con la bondad humana!
Solo una persona de voluntad puede convertirse en Cristiano; pues solo una persona de voluntad tiene una voluntad que pueda romperse. Pero una persona de voluntad cuya voluntad es rota por Dios es un Cristiano. Mientras más fuerte sea la voluntad natural, más profundo será el rompimiento y será un mejor Cristiano. Esto es lo que se describe con la frase expresiva: la nueva obediencia. Una persona Cristiana ya no desea que se haga su propia voluntad, sino que con la pasión de su voluntad rota - radicalmente cambiada - desea otra voluntad.
El Cristianismo no se relaciona tanto con transformar el intelecto - sino con transformar la voluntad. Pero esta transformación es la más dolorosa de todas las operaciones, comparable sólo con la vivisección. Y porque es tan aterradora, convertirse en Cristiano ha cambiado hace mucho tiempo. Ahora es tan solo asunto de remodelar el intelecto.
El Cristianismo Bíblico se ocupa de nuestra voluntad, con cambiar la voluntad. Todo es tocado por esto, todas las instrucciones (renunciar al mundo, negarse el propio ser, morir para el mundo, y todo lo demás, también odiarse a sí mismo, amar a Dios) están conectadas con una idea fundamental: la transformación de la voluntad.
Ser un Cristiano es, en el más alto sentido,  tan diferente de ser un ser humano como, en el sentido más bajo, ser un ser humano es tan diferente de ser una bestia. Un Cristiano es literalmente un extraño y un peregrino. Todos sienten que este individuo les es ajeno.
La relación con Cristo es el asunto decisivo. Puedes informarte detalladamente de lo que es el Cristianismo como un todo, puedes saber cómo explicarlo, presentarlo y exponerlo - pero si con todo esto piensas que tu propia relación con Cristo es asunto de indiferencia, entonces eres un pagano.
Esto es Cristianismo: Deja que una persona comience a comprender seriamente su necesidad de Cristo. Deja que literalmente dé toda su fortuna a los pobres, literalmente ame a su prójimo, y así en adelante, y pronto aprenderá a necesitar a Cristo. El Cristianismo es un traje que a primera vista luce muy atractivo, pero en cuanto te lo pones - entonces necesitas la ayuda de Cristo para poder vivir en él.
Respecto a los peregrinajes, Gregorio de Niza lo dice de forma inmejorable: "No te acercas más a Dios cambiando de lugar." Oh no, está muy claro que esto sólo se consigue cambiándote a ti mismo.
El Cristianismo no ha venido para poder desarrollar virtudes heroicas en el individuo sino para quitar el egoísmo. No es asunto de mejorarte a ti mismo hasta cierto punto máximo. Pues esto tan fácilmente puede ser nada más que egoísmo y orgullo.
Subrayar que la humanidad necesita el Cristianismo y luego probarlo y demostrarlo es erróneo. El señalamiento Cristiano es: Yo necesito a Cristo.
La voluntad de Cristo es esta: un examen donde uno no puede hacer trampas.
Aunque los escribas podían decir donde debía nacer el Mesías, se quedaron tranquilamente en Jerusalén. No acompañaron a los Reyes Magos a buscarlo. De forma similar uno puede saber todo el Cristianismo, y sin embargo no hacer movimiento alguno. ¡Qué diferencia! Los tres Reyes Magos tenían solamente un rumor. Pero los llevó a hacer un largo viaje. Los escribas estaban mejor informados. Se sentaron y estudiaron las Escrituras como tantos otros académicos, pero esto no les hizo moverse. ¿Quién tuvo mayor verdad? ¿Los tres reyes que siguieron un rumor, o los escribas que se quedaron sentados con todo su conocimiento?
Qué desconcertante debió ser para los reyes, ¡que los escribas que les dieron las noticias se quedaron quietos en Jerusalén! Nos están engañando, pudieron pensar los reyes. Pues es realmente una auto contradicción que los escribas tuvieran el conocimiento y sin embargo se quedaran quietos. Es tan serio como si una persona sabe del Cristianismo, y su propia vida expresa lo opuesto. Podemos estar tentados a suponer que nos quiere hacer tontos, a menos que admitamos que se está haciendo tonto a sí mismo.
Al seguir a Cristo, no hay palabrería de lo que sucederá después.

-La Biblia-
¿Qué debes hacer para mirar honestamente en el espejo de la Palabra? El primer requisito es que no debes mirar al espejo sino debes mirar en el espejo y verte a ti mismo. La Palabra de Dios es verdaderamente un espejo. Pero, oh, qué enormemente complicado lo hacemos. ¿Qué tanto pertenece a la Palabra de Dios? ¿Qué libros son auténticos? ¿Son verdaderamente escritos por los apóstoles, y son ellos realmente dignos de confianza? Y en lo que respecta a formas de leerla, hay treinta mil formas diferentes. Y luego hay esta masa de académicos y opiniones, y opiniones educadas e ignorantes sobre cómo se debe entender un pasaje particular. ¿No es verdad que todo esto parece ser más bien complicado? La palabra de Dios es el espejo - pero mira, este asunto del espejo es tan confuso que probablemente no llegaré a verlo por mí mismo.
Si la Palabra de Dios es meramente una doctrina, entonces no es un espejo. Una doctrina objetiva no puede ser llamada un espejo. Es tan imposible mirarte en una doctrina como lo es mirarte en una pared. Y si te quieres relacionar intelectualmente con la Palabra de Dios, no puede haber duda de mirarte a ti mismo en el espejo. Se necesita de una personalidad, de un Yo, para poder mirarse en un espejo. Mientras leas la Palabra de Dios debes decirte incesantemente: Soy Yo quien habla; es de Mí de quien se habla. Lo que hace una confusión tan grande es cómo todo mundo se siente llamado a formular una teoría y obligar a todos los demás a ella. Alguien tiene una impresión del Cristianismo. ¡Presto! Ahora debe haber una teoría, y todos deben suscribirse a esta teoría. Entonces se ocupa en desarrollar aún más esta teoría. Y entonces su teoría es atacada, y él la defiende - moviéndose constantemente de la verdadera religiosidad. No llega a actuar personalmente de acuerdo a la teoría sino logra introducir una teoría sobre la oposición a la teoría.
No, en lo que se debería insistir es en que debo sentirme obligado a obedecer el Nuevo Testamento, no teorizar al respecto. No puedo obligar a otros. Solo puedo decir simplemente: me siento obligado de esta forma y me expresaré de esta forma en la acción. La verdad no trata de conseguir que un grupo de gente se sienta obligada conmigo o con mi concepción. No, cada persona debe estar a solas ante Dios y sentirse obligado por él.
¿Qué es el Nuevo Testamento? Un manual para aquellos que serán sacrificados.
De acuerdo a la mentalidad de nuestros días uno pensaría que Dios pudo haber pospuesto nacer hasta que se inventara la imprenta, que debió haberse conseguido una, dos, tres imprentas de alta velocidad. ¡Qué sátira tan grande a la raza humana que la Palabra de Dios se haya puesto en el mundo tal como fue! ¡Qué sátira para la raza humana que todo se haga peor y peor mientras los medios de comunicación crecen mejores y mejores!
¡Padre en el Cielo! Tú, oh Dios, tú das tu Palabra como regalo. Y si encuentras aunque sea un poco de voluntad de nuestra parte, estás pronto a nuestro alcance. Con paciencia divina deletreas la Palabra para que podamos entenderla correctamente; y entonces eres aquel que, nuevamente con paciencia mayor que humana - verdaderamente, divina - nos llevas de la mano y nos ayudas cuando luchamos por actuar de acuerdo a ella. ¡Tú, Padre nuestro en el Cielo!
Una jovencita tiene dieciséis años y es el día de su confirmación. Entre otros regalos, también recibe una hermosa edición del Nuevo Testamento. ¡Mira, esto es lo que llamamos Cristianismo bíblico! De hecho no esperamos que lo lea, no más que el resto de nosotros. Recibe este libro como salvaguarda de su vida: "Aquí encontrarás el consuelo si llegaras a necesitarlo," le decimos. Desde luego, no esperamos que lo lea, de otra forma podría descubrir que hay verdaderos terrores allí. Pues en comparación con las persecuciones vistas allí, las dificultades ordinarias de este mundo no son más que tonterías.
Mirarte a ti mismo es morir, morir a todas las ilusiones e hipocresías. Toma un gran coraje atreverse a mirarse a sí mismo - algo que solo puede tener lugar en el espejo de la Palabra. Debes querer solo la verdad, nunca desear vanamente ser adulado ni en auto tormento querer ser un demonio puro.

-Cristo-
El nacimiento de Cristo es un suceso no sólo en la tierra, sino también en el cielo. Nuestra justificación es también un evento no sólo en la tierra, sino también en el cielo.
Cristo es Dios tanto como es hombre - tal como el cielo parece estar en lo profundo del mar tanto como está por encima del mar.
Cristo camina por la historia como caminó en la vida - entre dos ladrones.
Cristo no siempre está sentado a la derecha del Padre. No, cuando los peligros amenazan, se levanta, se yergue de pie, tal como Esteban le vio de pie a la derecha del Padre.
Cristo no es amor acorde a la noción humana del amor. Es la verdad, la verdad absoluta. Por ello no se defiende a sí mismo. Nos permite volvernos culpables de su muerte que revela la verdad en la forma más radical.
¿Por qué no se puede llamar a Cristo un mártir? Porque no era testigo de la verdad sino era "la verdad", y su muerte no fue un martirio sino una Redención.
Cristo es la paradoja, el Dios-hombre. Es la propia fusión de Dios y el hombre socialmente insignificante. Pero esta no es la forma en que nosotros Cristianos nos gusta pensarle. Consideramos a Jesucristo como un gran hombre que vivió incomprendido, pero que después de su muerte se convirtió en alguien grande. Y así es como queremos ser. ¡Ajá! Es por esto que el Cristianismo de hoy es una tontería. Se quita todo el peligro. No, Jesucristo es el signo de ofensa y el objeto de la fe. Solo en la eternidad es que está en su gloria. Aquí en la tierra no se le debe presentar en ninguna otra manera que en su insignificancia social - de forma que todos puedan ser ofendidos o creer.
Cristo quiso ser alguien socialmente insignificante. El hecho de que descendió del cielo para tomar la forma de un sirviente no es algo accidental que ahora deba ser puesto en el fondo y olvidado. No, cada verdadero seguidor de Cristo debe expresar existencialmente la misma cosa - que la insignificancia y la ofensa son inseparables de ser un Cristiano. Tan pronto como se gana la menor ventaja mundana predicando o siguiendo a Cristo, entonces el zorro está en el gallinero.
Cristo se humilló a sí mismo - no: fue humillado.
Debe mantenerse firmemente que Cristo no vino al mundo solo para dejar un ejemplo para nosotros. Si tal fuera el caso tendríamos la ley y la rectitud de las obras nuevamente. Viene a salvarnos y de esta forma a ser nuestro ejemplo. Su mismo ejemplo debe humillarnos, enseñarnos que tan infinitamente lejos estamos de asemejarnos a él. Cuando nos humillamos, entonces Cristo es compasión pura. Y en nuestra lucha por acercarnos a él, es entonces nuestra misma ayuda. Alterna: cuando luchamos, entonces es nuestro ejemplo; y cuando tropezamos, perdemos coraje, entonces es el amor que nos ayuda. Y entonces es nuestro ejemplo nuevamente.
Cristo es cualquier cosa menos un profesor asistente que enseñe a párrocos o dicte párrafos para escribas de mano corta - hace lo exactamente opuesto, revela los pensamientos de los corazones.
Cristo es en sí mismo el camino. No había muchos caminos del que Cristo tomó uno - no, Cristo es el camino.
Señor Jesús, hay tantas cosas que nos atraen, y cada uno de nosotros tiene su atracción particular. ¡Pero tu atracción es eternamente la más fuerte! Por ello, llévanos con mayor fuerza hacia ti.
Cuando pienso en el insípido, dulce, empalagoso concepto del Salvador, el tipo de Salvador que la Cristiandad adora y ofrece en venta, leer sus propias palabras de sí mismo tiene el efecto más extraño: "He venido a arrojar fuego", venido a producir una división que puede partir los lazos más sagrados, los lazos que Dios mismo ha santificado, los lazos entre padre e hijo, esposa y esposo, padres y niños.
Cristo no enseñó sobre morir-para-el-mundo; él mismo es lo que significa morir para el mundo.
Cuando las puertas estaban cerradas, Cristo vino a sus discípulos. Así deben estar las puertas cerradas, cerradas para el mundo - y entonces Cristo viene, a través de las puertas cerradas; de hecho, también viene desde adentro.
Uno puede preguntar: ¿Cómo es posible que se pudiera condenar a muerte a Cristo, alguien que nunca buscó su propia ventaja? ¿Cómo es posible que cualquier poder o persona pudiera chocar con él? La respuesta: Era precisamente por esta razón que fue condenado a muerte. Es por esto que los más bajos y los más poderosos eran igualmente exasperados por él, pues cada uno de ellos estaba buscando su propia ventaja y querían que él mostrara su solidaridad con ellos en egoísmo. Fue crucificado precisamente porque era amor, es decir, porque se rehusó a ser egoísta. Era tanto una ofensa para los poderosos como para los más bajos. No pertenecía a partido alguno, sino deseaba ser lo que era, es decir, la Verdad y ser esto en amor.
Cristo nació en un pesebre, envuelto en harapos, recostado entre la paja - tan poco importante era este niño aparentemente, tan pobremente valorado. E inmediatamente después este niño era tan valioso que le costó la vida a los niños de Belén. Tal es el desperdicio que puede tener lugar en relación con este niño.

-Cristiandad y Cristianismo falso-
"Oro y plata no tengo, pero te doy lo que tengo; levántate y anda," dijo Pedro. Después el clero decía: Oro y plata tenemos - pero no tenemos nada para dar.
La existencia de una Iglesia Establecida es una cuestión de dinero, y el silencio solemne del clero tiene una explicación perfectamente simple, que corresponde a lo que sucede en los negocios cuando se le pide el dinero a un deudor y quizá al principio trata de zafarse pretendiendo que no escuchó.
La Cristiandad es una sociedad de personas que se llaman a sí mismas Cristianas porque se ocupan en obtener información de aquellos que mucho tiempo atrás se sometieron al examen de Cristo - faltos de espíritu olvidan que ellos mismos están ante ese examen.
Uno pensaría que la omnipotencia del dinero podría naufragar contra la roca del Cristianismo, que proclamó que un hombre rico tendrá dificultad en entrar al reino de
Dios. Sí, de tal forma era originalmente, pero luego los sirvientes-empleados ordenados, los cambistas del Cristianismo, se apoderaron de las cosas, y el Cristianismo fue mejorado de forma práctica y se extendió triunfalmente por sobre los reinos y naciones.
La Iglesia establecida es más peligrosa para el Cristianismo que la herejía del sisma. Jugamos al Cristianismo. Usamos toda la terminología ortodoxa Cristiana - pero todo, todo se hace sin carácter. Sí, simplemente no somos capaces de reconocer una herejía o un sisma. Hay algo terrible en el hecho de que la cosa más peligrosa de todas, jugar al Cristianismo, nunca se incluya en la lista de herejías y sismas.
Imagina una fortaleza, absolutamente impenetrable, aprovisionada por la eternidad. Un nuevo comandante llega. Se le ocurre que lo correcto es construir puentes sobre los fosos - para poder atacar a los asaltantes. ¡Adorable! Ha transformado la fortaleza en una villa, y el enemigo la capturó, naturalmente. De tal forma es con el Cristianismo. Cambiamos el método - y el mundo ganó, naturalmente.
El Cristianismo ha sido abolido más o menos así: la vida se hizo más fácil.
La Cristiandad juega el juego de tomar a Dios por la nariz: Dios es amor, quiere decir que me ama - ¡Amén!
El Cristianismo es un regalo de Dios, pero en lugar de recibir el regalo, nos hemos tomado la tarea de envolverlo, y cada generación ha creado una nueva envoltura sobre las otras.
Imagina una familia de sangre noble que es rebajada a la esclavitud como castigo por un crimen. Imagina alguien de la décima generación con una historia de ocho o nueve generaciones que han vivido como esclavos. El resultado es que probablemente ese hombre de la décima generación está muy satisfecho con las condiciones de su vida, se siente en casa en su estado de nacimiento, que era el de su padre antes que él, y el de su abuelo antes que éste. Ahora, si alguien viniera y le explicara a este hombre de la décima generación que es de un linaje noble, se reirían de él con desprecio y descubriría que las personas con quienes se involucra son a las que menos les importa. Sí, incluso se vuelven amargadas porque alguien viene a interrumpir su rutina, la rutina en la que habían vivido en contentamiento por largo tiempo.
De tal forma es con el Cristianismo, el Cristianismo señala a la caída (Génesis. 3) como su propia presuposición. Pero mientras tanto, a través de las consecuencias de la repetición, la caída se ha convertido en un hábito tan terrible que es como un enorme paréntesis, tan colosal que nadie tiene la suficiente visión para ver que es un paréntesis. Y dentro de este paréntesis la vida va lujuriosamente. La degradación continúa, y constantemente aumenta en proporción de generación en generación. La siguiente generación se vuelve menos importante que su predecesora, con cuya insignificancia empezó, y es también más numerosa. Y ahora los dos grandes poderes, insignificancia y cantidad, se unen para reducir a la humanidad a tal trivialidad que el Cristianismo del Nuevo Testamento, si se hace entrar en contacto con él, es mirado como tontería.
Sin embargo, hace mucho que hemos olvidado que la caída es un paréntesis al que hemos entrado, y que el Cristianismo fue introducido precisamente como un rompimiento divino. No, vivimos agradablemente en el paréntesis, propagamos la raza, y organizamos la historia mundial - y todo es un paréntesis. Pregunta: ¿es inmortal el hombre-paréntesis?
Piensa en una muy larga vía de tren - pero hace mucho que la locomotora se salió de ella. La Cristiandad es así. Generación tras generación ha continuado imperturbablemente uniendo el enorme tren de la nueva generación al anterior, solemnemente diciendo: Nos afianzaremos firmemente a la fe de nuestros padres. Así la Cristiandad se ha vuelto lo exactamente opuesto de lo que es el Cristianismo. El Cristianismo es inquietud, la inquietud de lo eterno. Cualquier comparación que se haga es blanda y tediosa - a tal grado que la inquietud de lo eterno es inquieta. La Cristiandad es tranquilidad. Qué adorable, la tranquilidad de literalmente no moverse.
En el llamado Cristianismo hemos hecho de la Navidad un enorme festival. Esto es muy falso, y no era así en la Iglesia Temprana. Confundimos el infantilismo con el Cristianismo - con toda nuestra enfermiza sentimentalidad, nuestros dulces y nuestros pesebres. En lugar de permanecer conscientes de estar en un conflicto que marca la vida de una fe verdadera, nosotros Cristianos nos hemos puesto a nuestras anchas y acomodado en una existencia confortable y acogedora. No sorprende entonces que la Navidad se haya vuelto no más que una hermosa festividad.
Piensa en un hospital. Los pacientes mueren como moscas. Se prueban todos los métodos para mejorar las cosas. No sirve de nada. ¿De dónde viene esta enfermedad? Viene del edificio, todo el edificio está lleno de veneno. De esta forma es en la esfera religiosa. Una persona piensa que ayudaría si tuviéramos un nuevo misal, otra un nuevo libro de altar, otra un servicio musical, y así. Pero nada sirve. Viene del edificio. Todo este montón de escombros de la Iglesia establecida, que no se ha ventilado desde tiempos inmemoriales, espiritualmente hablando - el aire dentro de este cobertizo se ha vuelto veneno. Y por esta razón la esfera religiosa está enferma o se ha muerto.
Al hablarle al aprendiz, el maestro a veces se expresa en términos menores cuando habla de cosas mayores, pero lo hace de tal forma que el aprendiz lo entienda. Dice, por ejemplo, "Mañana será un día divertido" y quiere decir con esto que será un día riguroso con mucho por hacer, lo que en cierto sentido mayor también puede ser divertido. Pero supón que el aprendiz se tomara la libertad de pretender que no entendió y se distraiga todo el día. Cuando el maestro le reclame, él responderá "¿No dijo usted que mañana debía ser un día divertido?" ¿El maestro toleraría esto?
De tal forma es con el Cristianismo. En su lenguaje majestuoso Dios ha proclamado un gran gozo para nosotros - un gran gozo. Sí, Dios no puede hablar de ninguna otra manera de la gran meta que tiene para nosotros. ¿Y qué es la Cristiandad? La Cristiandad es el niño tramposo que pretende que no entiende lo que Dios quiere decir sino que piensa que como es un gran gozo la tarea debe ser disfrutar completamente la vida. ¿Acaso Dios tolera esto?
Hubo una vez en que aprender a leer era un asunto riguroso; tomaba mucho trabajo duro. Pero eventualmente se diseñó la teoría que todo debería ser disfrutable. Así que se introdujo la práctica de hacer una pequeña fiesta después de una hora de lectura, y los A Be Cés fueron acompañados con dibujos, etc. Finalmente se quitó esa hora también, y los A Be Cés se convirtieron en simples libros de dibujos. Pero la gente aún hablaba de aprender a leer, aunque los niños no aprendían a leer en lo absoluto. Aprender a leer se entendía ahora como comer galletas y mirar dibujos, lo que hacía que la experiencia fuera más placentera solo porque se llamaba "aprender a leer." Igual es con la transformación del Cristianismo en Cristiandad, excepto que aquí (que no es el caso del ejemplo que ilustramos) "el profesor" (es decir, el predicador) también está interesado en esta transformación, le conviene más que a ninguno.
El Cristianismo es proclamado en la Cristiandad de tal manera que se quita la obediencia y se pone el razonamiento en su lugar.
Nadie puede ser la verdad: solo el Dios-hombre es la verdad. Luego vienen los siguientes: aquellos cuyas vidas expresan lo que proclaman. Estos son testigos de la verdad. Luego vienen los que revelan lo que es la verdad y lo que esta demanda pero admiten que sus vidas no la expresan. Pero a tal punto siguen luchando. Allí termina. Luego viene la sofisticación. Primero vienen aquellos que enseñan la verdad pero no la viven. Luego aquellos que incluso alteran la verdad, su requerimiento, la cortan, hacen omisiones - para que sus vidas puedan corresponder con el requerimiento. Estos son los verdaderos estafadores.
El mundo no quiere eliminar al Cristianismo, no es tan directo, ni tiene tanto carácter. No, quiere que se proclame de forma falsa, usando la eternidad para darle sabor a su disfrute de la vida.
Tal como la afirmación, "Todo es verdad," quiere decir que nada es verdad, de tal forma exclamar que todos son Cristianos quiere decir que nadie es Cristiano.
El Cristianismo se ha hecho tanto un consuelo que la gente se ha olvidado por completo que es primero y antes que nada una demanda.
Nosotros humanos hemos ingeniosamente convertido a Dios en una patraña. Hablamos del hecho de que Dios es amor, que amamos a Dios (¿Quién no ama a Dios, qué "Cristiano" no ama a Dios?, etc) e incluso nos apoyamos en él, y sin embargo nos rehusamos a ver que nuestra relación con él es pura y simplemente un egotismo natural, el tipo de amor que consiste en amarse a sí mismo. Queremos tener esta asistencia amorosa de Dios, pero solo para ser llevados a una vida religiosa confortable y disfrutable.
Piensa en un padre. Hay algo que desea que su hijo haga (el hijo sabe lo que es); así que el padre tiene un plan; crearé algo que realmente complazca a mi hijo y se lo daré. Entonces, seguramente, me amará a su vez. El padre cree que el niño hará ahora lo que él le pida. Pero el hijo toma el regalo del padre y no hace lo que él quiere. Oh, el niño le agradece una y otra vez y exclama: "Es un padre tan cariñoso"; pero sigue haciendo lo que él quiere.
De tal forma es con nosotros Cristianos en nuestra relación con Dios. Porque Dios es amor, recurrimos a él por ayuda pero hacemos lo que nosotros queremos. Y aunque bailamos ante él y damos palmadas y soplamos las trompetas y con lágrimas en los ojos exclamamos "'¡Dios es amor!" seguimos en nuestra propia forma haciendo lo que queremos.
La apostasía del Cristianismo no vendrá con todo el mundo renunciando abiertamente al Cristianismo; no, sino con todos, encubierta, astutamente, asumiendo el nombre de ser Cristianos. Cuando hay algo desagradable para nosotros mismos miramos si el poder que nos ordena no es tan grande para oponer nuestro poder ante él. Si estamos convencidos de que no es tan grande, nos levantamos en rebelión. Pero si el poder es tan superior que desesperamos al intentar una rebelión, recurrimos a la hipocresía. Esto ciertamente aplica al Cristianismo. El hecho de que la apostasía del Cristianismo ocurrió hace mucho no se ha notado porque tal apostasía fue hecha, la  rebelión se hizo, en hipocresía. La Cristiandad es precisamente esta apostasía.
Piensa en el pescador que posee una red espléndida que heredó de su padre. Año tras año extiende la red - pero no obtiene ningún pez. ¿Qué sucede? ¿Qué puede ser? "Seguramente, lo sé," dice el pescador. "Los peces han cambiado; con el paso del tiempo han cambiado de tamaño. Si quiero atraparlos, debo conseguir una red que no esté hecha para peces tan grandes."
Ahora piensa en la eternidad en términos de salvación. De generación en generación, constante, incesantemente, el costo de ser Cristiano se ha vuelto más y más barato, los términos de salvación se han vuelto más y más fáciles. Una generación de millones jubilosos, servidos por un clero merolico, ha reemplazado al Cristianismo con una religión de términos fáciles. Ha vuelto inútil al Cristianismo y ha tomado al Cristianismo en vano, todo en nombre de perfeccionar el Cristianismo. La eternidad calladamente mira y observa: No estoy atrapando a nadie. Pero la eternidad no es como el pescador. No nos necesita. Somos nosotros los que necesitamos a la eternidad, ser atrapados es ser salvados. Más aún, la eternidad es al mismo tiempo el pescador y la red - consecuentemente no cambia.
La Moraleja: El pescador necesita el pez; por ello, cambia la red. Si, al contrario, es el pez el que necesita ser atrapado - y esta es la forma Cristiana - entonces ser atrapado es ser salvado. Pero entonces el pez debe cambiar, lo que es imposible en lo que respecta a la metáfora pero no en lo que respecta a lo que esta significa.
La definición de "Iglesia" que se encuentra en las Confesiones Protestantes, que es la comunión de los santos donde la Palabra es correctamente enseñada y los sacramentos justamente administrados, alcanza tan sólo dos de los puntos. Pasa por alto la fundación, la comunión de los santos.
Es simplemente cómico pensar que uno puede "introducir" el Cristianismo en esta o aquella situación, tal como uno puede introducir una crianza mejorada de ovejas. El Cristianismo es justamente aquello que no puede ser introducido.
El Cristianismo recibió su primer golpe cuando el emperador se convirtió en Cristiano. El segundo, y más peligroso golpe, vino cuando el "Cristiano extraordinario" emergió. El error no estaba en entrar al monasterio sino en el título de Cristiano extraordinario.
Todo se ha invertido. Hubo un tiempo en que el mundo quería luchar contra el Cristianismo - y entonces el Cristianismo luchó también. Ahora el mundo está en posesión fraudulenta del Cristianismo. Sus tácticas son, con todo su poder y a cualquier precio, prevenir un enfrentamiento. Es como cuando un estafador vacila - si el asunto se lleva ante la corte, está perdido - y por ello todas sus tácticas están dirigidas a evitar que se le lleve ante la corte. En el reino del espíritu esto sucede con mayor facilidad que en la realidad de la vida civil, pues la técnica consiste en que el mundo continuamente falsifique la posición de Cristo de forma que parezca decir la misma cosa - ¡Pero buen Dios, entonces el mundo y Cristo están de acuerdo!

-La Cruz-
Cristo no solo ha hablado con nosotros a través de su vida sino también ha hablado por nosotros a través su muerte.
Ciertamente Cristo ha muerto por todos, y también por mí; pero este "por mí" debe ser entendido en el sentido de "por todos"
En lo que concierne al poder, gobernar el mundo entero con un cetro es nada comparado con gobernarlo con una pluma - esto es, a través de la impotencia - esto es, divinamente.
La realidad objetiva de la redención de Cristo, independiente de una apropiación personal, se muestra con mayor claridad en la historia de los diez leprosos. Todos fueron curados, aunque sólo del décimo, quien con gratitud volvió a darle honor a Dios, se dice: Tu fe te ha hecho salvo. ¿Qué fue lo que curó a los otros?
Trata de imaginar solamente que el Ejemplo sea llamado un "Cordero". Tan solo esto es un escándalo para la mente natural. ¿Quién tiene el deseo de ser un cordero? Solo porque Cristo estuvo en la cruz se demuestra que era el Hijo de Dios. Pero la humanidad no puede comprender la mente divina. Más bien concluiría que era el Hijo de Dios si hubiera bajado de la cruz.
Sin duda has sentido que sin importar qué tan agotadora sea la pena del arrepentimiento, la pena que nos embarga cuando sufrimos inocentemente - cuando cargamos las consecuencias de la culpa de otro - es mucho más profunda. Tal es la pena de Cristo.
El deseo de hacer a Cristo rey es en sí mismo una parte de que haya sido crucificado.
"Señor nuestro Jesucristo, en la noche en que fue traicionado..." ¿No debería este pensamiento de esa noche unir a la iglesia, hacerla vigilar con mayor cuidado por ver si la noche de la traición nos amenaza nuevamente?
Cuando Dios creó al mundo, lo miró y vio que era bueno. Cuando Cristo murió en la cruz, dijo - "Todo se ha consumado."
Cuando Cristo bebió del vinagre que se le ofreció, dijo: Todo se ha consumado, esto es, ahora el requerimiento de la ley se ha cumplido. Pero estas no fueron las últimas palabras de Cristo. También rezó por sus enemigos, y esto está en el evangelio.
¡Señor Jesús! Cuántas veces me he desviado del camino recto o, incluso si seguí el camino recto, aun así tropecé por el camino o me arrastré tan lentamente por el camino recto. ¡Paciencia infinita! ¡Sufrimiento infinito de paciencia! ¿Cuántas veces he sido impaciente, deseando negarte, deseando rendirme, tomar la terrible salida fácil, la vía de la desesperación? Pero tú no perdiste la paciencia. Tristemente, las palabras de tu sirviente Pablo que él "se llenó de aquello que le faltaba en tus sufrimientos" no aplican en mí. No, sólo puedo decir que he incrementado tus sufrimientos, añadido nuevos a aquellos que ya sufrías para poder salvarme.

-La Multitud-
Dios está tan infinitamente interesado con una persona de intensidad, sí, tanto como es infinitamente indiferente con los millones y trillones. Nosotros humanos creemos que los números significan algo. Para Dios, son precisamente los números que significan nada, nada en lo absoluto.
Para compensar el vacío de las nueces, nosotros humanos astutos juntamos cantidades mayores de ellas. Esta compensación ridícula es también una maldición. Si las nueces están vacías, sería mejor que hubiera solo tres o cuatro de ellas. ¡Qué agonía tener que abrir millones de nueces vacías para convencernos de que lo están! Tal es con nosotros seres humanos: compensando con especímenes o copias faltos de ideas - juntamos la mayor cantidad de ellas. Todos están al servicio del sustituto, servidos por multiplicar. Lo numérico es la parodia más ridícula de la verdad. Sumando supuestamente alcanzaremos aquello para lo que la suma es en realidad resta. Pero, por supuesto, en el sentido bruto, los números tienen poder.
El hombre-espécimen se tranquiliza a sí mismo con los números humanos. Si algo es verdad, no necesita mayor prueba de ello que tal y tal número lo hayan determinado como verdad.
Hay insectos que se protegen contra los atacantes levantando una nube de polvo. De la misma forma, el hombre se protege instintivamente contra la verdad y el espíritu levantando una nube de números. Si quieres estar protegido de tener que lidiar con la verdad, con el espíritu, simplemente junta batallones, legiones, millones que luchen, quizá con poderes unidos - entonces el espíritu se desvanece y logras lo que realmente querías: una vida vivida en el lado animal de la naturaleza humana.
El hombre-animal tiene el coraje de hacer las cosas más terribles siempre y cuando simplemente tenga a los números humanos con él. Cristo apunta a lo opuesto. Sufrir con coraje quiere decir precisamente temer a Dios en contraste con temer a la multitud, en contraste con lo que nosotros como criaturas-animales tememos más que nada - los números humanos.
Nadie se atreve a ser uno mismo; todos se esconden en la "unidad."
Hay personas que tienen el regalo afortunado de manejarse exitosamente con todos - no tienen aristas. A tales personas Dios no las usa nunca - no, el que él quiere usar es rápidamente bloqueado.
Ya no somos sal, somos una masa.
Lo numérico es conspiración. Tal como en la vida civil, cuando grupos de gente se reúnen en la calle, la policía responde inmediatamente, sin importar si se ha cometido un crimen o no - pues la reunión de mucha gente es sospechosa - de igual forma, y con un tipo diferente de derecho, la policía superior ataca inmediata y directamente donde sea que una horda de Cristianos aparezca. Mientras mayor sea el número, más cierta es la verdad, más cierta es la falsificación. Que esto sea considerado como una contrapropuesta de lo que ha deleitado al clero por tanto tiempo - la expansión del Cristianismo.
El individuo singular es decisivo al formar una comunidad. Puede en cualquier momento volverse superior a la comunidad, específicamente, tan pronto como "los otros" se apartan de lo eterno. La cohesividad de la comunidad viene de que cada uno sea un individuo singular ante lo eterno. Sin embargo, la conexión que hay en un público, o más bien su desconexión, consiste en el carácter numérico de todo. Solo el individuo singular garantiza la comunidad; el público es una quimera. En la comunidad el individuo singular es un microcosmos que cualitativamente reproduce el cosmos. La comunidad es ciertamente más que la suma, pues es verdaderamente la suma de unos. Por otra parte, el público es una tontería - una suma de menos-unos, de unos que no son verdaderamente unos.
Si sucede que alguien en el público suelta un gas ruidosamente, la gente se sorprende tanto, que es como si fuera la voz de un espíritu. Así de intoxicados estamos cuando somos un público.
La mayoría de la gente no teme tanto tener una opinión errada, como teme tener una opinión por sí solos.
Ser como los otros es la degeneración de la humanidad, la degradación de las copias.
Si es verdad que solo los seres humanos han recibido el habla para poder ocultar sus pensamientos o, como lo digo, para poder ocultar su ausencia de pensamientos, entonces algo así puede decirse verdaderamente de la multitud: La multitud es usada para poder ocultar qué tan vacía es toda la existencia. Los "muchos" nos transfieren a un estado exaltado tal como lo hace el opio, y nos tranquilizamos con la tremenda confianza que dan millones.
La multitud es como un sobre. Uno recibe un gran paquete, piensa que es algo importante, pero mira, es un paquete de sobres.
Todo lo que necesita de números para ser significativo es por este mero hecho insignificante. Todo lo que puede ser ordenado, ejecutado, completado solamente con la ayuda de números, la suma de los cuales estremece de sorpresa a la gente, como si fuera algo importante - precisamente esto no es importante. Lo verdaderamente importante se relaciona inversamente, necesita progresivamente un número menor y menor para implementar su meta. Y para aquello que es lo más importante de todo, aquello que pone en movimiento el cielo y la tierra, solo se necesita una persona. ¿Y qué es lo más importante de todo? ¿Qué les interesa a los ángeles y demonios más que si una persona está verdaderamente involucrada con Dios? - Pues este ser humano es suficiente.
Se me ocurre que seríamos muy felices si consiguiéramos encontrar una forma para que todos fueran virtuosos de la ventriloquía - ¡qué satisfechos seríamos con el anonimato!
Cuando se llega al punto en que la mayoría decide lo que constituye la verdad, no tardará mucho antes de que lo decidan con sus puños.
Cada esfuerzo futuro de reforma, si es genuino, se dirigirá contra la multitud, no contra el gobierno.
Instintivamente "el hombre" tiene una táctica que usa contra "el espíritu": ¡Formemos una multitud! Esta es nuestra táctica, nuestro modo de defensa. Se hace astutamente de esta forma: Juntémonos para poder luchar por los ideales. Pero formar una multitud es precisamente la forma de deshacerse de los ideales. Tal como el avestruz hunde su cabeza en la tierra y piensa que es invisible, igual formamos una multitud y creemos que nadie nos ve. Hablamos de no ser capaces de ver los bosques por los árboles, y con esta táctica esperamos que uno no pueda ver los árboles por los bosques. Tal como la persona que dice que no está en casa para los visitantes, no estamos en casa cuando sea que nos perdemos en la multitud - en lugar de ser un Yo.
Si Cristo viviera hoy, la atención seguramente haría su esfuerzo más desesperado. Cada día cada periódico tendría un artículo sobre él. Cada detalle insignificante sobre él se divulgaría por todo el país en miles de copias. ¡Todo lo posible se sacaría para hacer la situación demente e inofensiva! Se haría todo lo posible para descartarlo.
De todas las tiranías, la del miedo es la más peligrosa. Los comunistas pelean por los derechos humanos. Bien, también yo. Precisamente por esta razón es que peleo con todas mis fuerzas contra la tiranía del miedo del hombre.
¡Algo de qué hablar! La multitud demanda tan solo algo de qué hablar, y esto se entiende en querer encontrar algo de cada uno de qué hablar, algo de nuestras vidas insignificantes, particularmente las trivialidades de nuestras vidas. Cualquier otra cosa marea al público, que solo conoce un deseo - el deseo de la auto-polución de hablar, un deseo al que se entrega con la ayuda del periodista.
Los periodistas son cuidadores de animales que proveen al público de algo de qué hablar. En la antigüedad se arrojaba a la gente a las fieras. Ahora es el público el que devora a la gente - aquellos sabrosamente preparados por los periodistas.
Si quieres ser despreciable para Dios, tan solo corre con el rebaño.

-Decisividad-
Trabajaré con energía y no perderé el tiempo viendo hacia atrás, no como el hombre que quedó atrapado en las arenas movedizas y comenzó a calcular qué tanto se había hundido, olvidando que mientras tanto se seguía hundiendo. Me apresuraré por el camino que he descubierto, sin mirar atrás como la mujer de Lot, sino recordando que la lucha es cuesta arriba.
Suele decirse que una llave dorada abre cualquier cerrojo. Pero la decisión y la determinación también abren puertas, y es por esto que son llamadas resolución. Con la resolución la puerta se abre a los poderes más nobles del alma.
Como regla, ir a la escuela es ir a donde sea que esté el maestro. Espiritualmente significa actuar decisivamente. Espiritualmente quiere decir que actúo decisivamente. De inmediato, allí está el maestro. Deseo ser educado espiritualmente - ¿y aun así no deseo actuar decisivamente? ¡Tonterías!
La buena intención hace que una persona crea que todo está hecho con la resolución. Pero si cualquiera se permite ser nutrido por buenas intenciones, la propia resolución se convierte en un seductor y un estafador en lugar de un guía confiable.
Es algo orgulloso lanzarse contra el peligro, y es algo orgulloso combatir horrores indecibles, pero también es perverso tener una abundancia de intenciones y una pobreza de acción, ser rico en verdades y pobre en virtudes.
Nos arrastramos antes de aprender a caminar, y querer volar es siempre precario. Seguro, siempre hay grandes decisiones, pero aun en lo que a ellas respecta lo principal es activar tu resolución, a menos que uno se eleve tanto en su resolución que se olvide de caminar.
Muchos se han desviado al no entender cómo continuar un buen comienzo.
Una convicción no está fijada firmemente cuando todos presionan sobre ella y se mantiene firme. No, su verdadera estabilidad se revela cuando todo está en duda.
Si es difícil soportar la persecución del mundo, es más difícil aun soportar la responsabilidad por no haber actuado, quedarse avergonzado en la eternidad porque no ganaste la fuerte confianza que convierte la vergüenza en honor.
¡Ah, cuántas formas hay para elegir al momento de la decisión! Y sin embargo solo hay una forma verdadera; las otras son desviaciones.
Con la ayuda de Dios y por tu propia devoción algo bueno siempre vendrá de tu comienzo inquebrantable. La decisión es la protesta eterna contra las ficciones.
¿Acaso crees que porque los Israelitas le llevaron a Jehová un décimo de los frutos de la tierra y del ganado debes entregarle solo un décimo de tu corazón? ¿Acaso crees que tal como los Judíos trabajaban seis días de la semana y descansaban el séptimo, debes pensar en el mundo y sus actividades seis días a la semana pero en Dios sólo en el séptimo? No, el diezmo Cristiano y el sacrificio Cristiano es todo tu corazón. El día santo Cristiano es cada día. Y si le traes a Dios un diezmo, ten cuidado no sea que Dios se asome por su ventana, como decía el profeta, y mirando hacia abajo te vea.
Solo cuando él se convierte en el camino, la verdad y la vida para ti, solo entonces se convierte en todo para ti. Cristo debe ser todo o nada para ti. Pero solo cuando su poderosa voz te habla y dice, "Seré todo para ti," será entonces todo para ti.
Nada, ni siquiera la cosa más insignificante ni la cosa más importante, deben ponerse entre tú y Cristo. No, el compromiso debe ser incondicional. Solo entonces puedes rogar que no seas tratado con demasiada injusticia. Comprometerte con Cristo, que es asunto del espíritu y de morir para el mundo, quiere decir que corres el riesgo de Cristo haciendo las cosas tan enredadas que casi desesperes. Esto es lo que tanto aterra a la carne. Y así debe ser, pero al mismo tiempo recuerda que Cristo es gracia, y que es a esta gracia que debes comprometerte. Toma una combinación de cinco personas, cada una pone 5/8 de su capacidad trabajando juntos por la misma causa, y toma una persona que no tiene más habilidad que estos cinco pero que pone todas sus habilidades a trabajar. ¿Quién crees que conseguirá más? Toda la gente sensible apostará unánimemente que serán los que integran la combinación. Yo apuesto que será la persona única. Poner todo lo que tienes en algo es muy diferente de un gran total de esfuerzos fraccionarios. El uno es dedicación, es espíritu - lo otro es enturbiamiento humano.
La simplicidad es hacer lo que uno dice. Actuar es hacer lo simple; lo que llevo a cabo en la acción es simple, pues no puede ser hecho de otra manera.
Imagina a un perro de caza bien entrenado. Acompaña a su amo a visitar a la familia donde, como sucede tantas veces en nuestros tiempos, hay una multitud de jóvenes maleducados. Sus ojos apenas ven al perro e inmediatamente empiezan a maltratarlo. El perro, que está bien entrenado, tal como no lo están estos jóvenes, fija su mirada de inmediato en su amo para asegurarse con su expresión qué es lo que espera que él haga. Y entiende de la mirada de su amo que debe soportar todo este maltrato. Entonces los jóvenes se vuelven más duros, y finalmente llegan a la conclusión de que debe ser un perro prodigiosamente estúpido que soporta todo.
El perro, mientras tanto, está ocupado con una cosa solamente, aquello que la mirada de su amo le ordena hacer. Y he aquí que esa mirada cambia repentinamente; significa - y el perro lo entiende de inmediato - ¡usa tu fuerza! En ese instante sujeta al más grande de los abusadores y lo arroja al suelo - y ahora nadie lo detiene, excepto la mirada de su amo, y al mismo tiempo, es lo que era unos momentos antes.
Supón que hay dos ejércitos enemigos desplegados sobre un campo. Llega un soldado que es invitado por ambas partes a pelear por su lado. Hace su elección, es derrotado y hecho prisionero. Como prisionero es llevado ante el vencedor, a quien tontamente cree que podrá ofrecerle sus servicios en los mismos términos que le fueron extendidos antes de la batalla. ¿No acaso el vencedor le diría, "Mi amigo, ahora eres mi prisionero. Hubo un tiempo en que verdaderamente pudiste elegir de forma distinta, pero ahora todo ha cambiado..."? Aquel que arroja una piedra tiene poder sobre ella hasta que la ha arrojado, pero no después.
Cuando la cuestión es hacer una resolución, el cálculo de probabilidad es un tipo despreciable, un ser ruin, un mercader. Busca engañar a la gente de algo que es más valioso que el dinero. Cualquiera que busca la ayuda de la probabilidad está perdido en su imaginación, sea lo que sea que intente hacer. Cuando se hace una resolución, si no te encuentras con Dos, daría igual que no hubieras vivido. La probabilidad es un papel comercial que no se cita en el cielo. Por ello al tomar una resolución, deja que Dios se sobreponga a la probabilidad y la deje muda.
Cuando la puerta del castillo de la interiorización se ha cerrado mucho tiempo atrás y se llega a abrirla finalmente, no se mueve calladamente como la puerta de un apartamento que se abate suavemente sobre sus bisagras. ¡No, no! O esto o lo otro es el tema ante el que las puertas batientes se abren de golpe. ¡Oh bendita visión! O esto o lo otro es el amuleto que garantiza una entrada fuerte hacia lo incondicional. ¡Alabado sea Dios! ¡Sí, o esto o lo otro es la llave del cielo! Por otra parte, lo que era, es y seguirá siendo una desfortuna es este "hasta cierto punto," esta mediocridad y tibieza cobarde, ¡lo que aplicado al Cristianismo lo convierte en una tontería! No: ¡o esto o lo otro!
Sin importar qué tan tiernamente se abracen y acaricien el actor y la actriz en escena, sigue siendo tan solo una unión teatral, un matrimonio teatral. Tal es en relación con lo incondicional. Todo este asunto de "hasta cierto punto" es teatral, sujeta una ilusión. Solamente el o esto o lo otro es el abrazo que sujeta a lo incondicional.
¡Padre en el cielo! Enséñame a caminar ante tu vista y no dejes que mis pensamientos y obras sean extraños lejanos que hagan una breve visita a tus mansiones. No me dejes olvidar que la fe es una lección de vida, de suerte que si me encuentro en la frontera más alejada de tu reino, lejos y por mi cuenta como un publicano de la antigüedad, tan solo esté con mi rostro vuelto hacia ti y mi cayado en mano listo para partir - no como aquel que puso su mano en el asadón y luego se volteó.
En el mundo del espíritu no hay ni suerte ni azar. El único que se queda afuera es aquel que se hace dejar afuera. En el mundo del espíritu todos estamos invitados; si el espíritu llama a una persona, llama a todas las personas.
Al tomar una decisión no es tanto una cuestión de elegir lo correcto como la energía, la dedicación, la pasión con que uno elige. Así es como se consolida la personalidad. Aun si la persona elige incorrectamente, aun así descubrirá precisamente por razón de la energía con que eligió, que ha elegido incorrectamente.

-Duda y Escepticismo-
Todas las objeciones al Cristianismo - ¿qué son, después de todo, para la persona que en verdad es consciente de ser un pecador y que ha experimentado creer en el perdón de los pecados y en esta fe es salvado de su pecado? Una objeción concebible puede ser: Sí, ¿pero acaso no es posible que seas salvado de alguna otra manera? ¿Y cómo puede responder uno a esto? Uno no puede. Es tal como una persona que está enamorada. Si alguien dijera: Sí, pero tal vez podrías haberte enamorado de alguna otra persona - entonces debe responder: A esto no puedo dar réplica, pues solo sé una cosa, tal es mi amor. Tan pronto como una persona que está enamorada trata de replicar a esta objeción, por ese mero hecho no es un creyente.
Se clama que los argumentos contra el Cristianismo surgen de la duda. Esto es un completo malentendido. Los argumentos contra el Cristianismo surgen de la rebelión, de rehusarse a obedecer. La batalla contra las objeciones es mero boxeo de sombra, porque es un combate intelectual con la duda en lugar de un combate ético contra el motín.
Cristo dice: Haz de acuerdo a lo que digo - y entonces sabrás. Consecuentemente, la acción decisiva es antes que todo. Actuando, tu vida llegará a una colisión con la existencia, y entonces sabrás la realidad de la gracia. En estos días hemos volteado todo, el Cristianismo se ha convertido en un punto de vista mundial. Por ello, antes de involucrarme, primero debo justificarlo. ¡Buenas noches al Cristianismo! Ahora la duda seguramente ha conquistado. Y esta duda no puede ser detenida con razones, las que solo alimentan dudas. No, la duda solo puede ser detenida por imitación.
Las objeciones al Cristianismo pueden ser descartadas con un simple comentario: ¿Vienen estas de alguien que haya llevado a cabo los mandamientos de Cristo? Si no, todas sus objeciones son tontería. Cristo continuamente declara que debemos hacer lo que él dice - y entonces sabremos que es verdad.
Desde Descartes, los escépticos no se atreven a expresar nada definitivo respecto al conocimiento. Y aun así se atreven a actuar, y en este sentido se satisfacen con la probabilidad. ¡Que enorme contradicción! Como si no fuera más terrible hacer algo de lo que uno tiene dudas (y con ello responsabilizarse) que afirmar una idea. ¿O es porque lo ético es en sí mismo cierto? ¡Pero entonces hay algo que la duda no puede alcanzar!
El método de comenzar con duda para poder filosofar luce tan apropiado como hacer que un soldado se encorve para pararse erguido.
Dios no puede ser un objeto de estudio, pues Dios es sujeto. Por esta razón, cuando niegas a Dios, no dañas a Dios sino te destruyes a ti mismo. Cuando te burlas de Dios, te burlas de ti.
Una convicción es llamada convicción porque está por encima de la prueba. La prueba se da para una proposición matemática de tal forma que no puede haber desaprobación concebible. Por esta razón no puede haber convicción respecto a las matemáticas. Pero en lo que respecta a cada proposición existencial, por cada prueba hay una desaprobación, hay un pro y un contra. La persona de convicción no ignora esto; sabe muy bien lo que la duda es capaz de afirmar: un contra. Por esta misma razón es una persona de convicción, porque ha hecho una resolución y voluntariamente se levanta más allá de las maniobras lógicas de pruebas y está convencido.
Es bueno que el Cristianismo aun tenga enemigos, porque por mucho tiempo han sido los únicos de quienes ha sido posible obtener cualquier información confiable sobre lo que es el Cristianismo. Sin embargo me atrevo a decir que el Cristianismo pronto será tan insignificante que no será siquiera capaz de tener enemigos.
Está mal que la Cristiandad establecida diga que Feuerbach (un ateo) ataca al Cristianismo. No es verdad; está atacando a los Cristianos demostrando que sus vidas no corresponden a las enseñanzas de Cristo. Esto es muy diferente. Lo que necesita el Cristianismo son más de estos traidores. La Cristiandad ha traicionado insidiosamente al Cristianismo al no querer ser verdaderamente Cristiana sino tener la apariencia de serlo. Ahora se necesitan a los "traidores."
Si sufres por hacer el bien, entonces estás en lo correcto, porque estás amando; si es por una buena causa que tu vida es despreciada, perseguida, ridiculizada, empobrecida, entonces descubrirás que no tienes duda alguna de la resurrección de Cristo. ¿Por qué? Porque la necesitas.
Si se ve al Cristianismo como historia, lo importante será obtener un reporte completamente confiable. Pero si el sujeto que investiga está infinitamente interesado en su propia relación con la verdad del Cristianismo y trata de apoyarse en la historia, caerá de inmediato en la desesperación. Respecto a lo histórico, la mayor certeza se da tan solo por aproximación, y una aproximación es muy pequeña para poder fundar la propia felicidad. Aun con la más estupenda instrucción y perseverancia, y aun si todas las cabezas de los críticos se montaran sobre un mismo cuello, uno nunca llegaría a nada más que una aproximación. Hay una discordancia esencial entre todo eso y un interés personal, infinito en la propia felicidad eterna.
Aquel que verdaderamente cree que Cristo era y es Dios, que le reza repetidamente cada día, que encuentra todo su gozo en asociarse con él y en pensar en él - tal persona hace las paces con lo histórico. Qué tonto molestarse porque un evangelista dice una cosa y el otro otra. Se puede mirar hacia Cristo en la plegaria y decir, "Esto me sacude, pero tú estás conmigo." Es una tontería que la importancia de los detalles históricos deban ser decisivos respecto a la fe. ¿Cómo podría importar esto? ¿No está Cristo con nosotros cuando le miramos diariamente?
Cree que Cristo es Dios - y llámale y rézale. El resto viene por sí mismo. Cuando el hecho de que él está presente es más íntima e interiormente cierto que toda la información histórica, entonces saldrás bien librado de los detalles de su existencia histórica - sin importar si las bodas fueron en Canán o quizá en otro lugar, sin importar si hubo dos discípulos o solo uno. Los detalles históricos no son tan importantes simplemente porque Cristo es Cristo, aquel eternamente presente quien es el verdadero Dios y el verdadero hombre.
El conflicto de la fe con el mundo no es una batalla del pensamiento con la duda, pensamiento contra pensamiento. Es una batalla de carácter. La persona de fe es una persona que no insiste en comprenderlo todo. Entonces viene el conflicto. El mundo insiste que creer lo que no se comprende no es solo obediencia ciega sino oscurantismo, estupidez y demás. El mundo quiere alarmar al creyente contra tal tontería. Es por esto que la fe es una tarea de una persona de carácter.
Enséñame, Señor, que la batalla de la fe no es una batalla con la duda, de pensamiento contra pensamiento, sino una batalla por el carácter. Permíteme ver que la vanidad humana consiste en tener que entender. Sálvame de la vanidad de no ser capaz de obedecer como un niño, y de querer ser como un adulto que tiene que entender. Ayúdame a darme cuenta aquel que no te obedece porque no puede entenderte, en ningún sentido esencial te obedece en lo absoluto. Hazme un creyente, un "hombre de carácter," quien, obedientemente sin reservas, vea necesario en nombre de su carácter que no debe entender siempre. Hazme capaz de creer aun cuando no entienda.

-Lo Eterno-
Cuando un barco se hace a la mar, la punta de un cable se arroja y amarra a un bote de arrastre - y así es llevado el barco. Cuando una vida humana debe ser comenzada y continuada sin mayor dependencia de lo temporal, se debe arrojar un cable. Tan solo Cristo es el poder que lleva de la eternidad a toda la eternidad.
¿Has vivido de forma tal que la verdad fuera en ti, que hubiera algo mayor por lo que sufriste verdaderamente? ¿O acaso tu vida ha girado en torno a resultados provechosos? El hecho de que te haya ido bien tan solo empeora las cosas. Esta distinción lo eterno no puede ni podrá llevarse, no se contradirá. Dos de estos individuos no podrán en toda la eternidad entenderse el uno al otro.
La mayoría de la gente piensa, habla y escribe igual que duerme, come y bebe, sin que surja ninguna pregunta sobre su relación con lo eterno.
Convertirse en nada en este mundo es la condición para convertirse en algo en el otro mundo.
Lo eterno es adquirido de una manera, y esto es diferente de todo lo demás precisamente porque solo puede ser adquirido de una sola manera. Es el camino difícil que Cristo indicó con las palabras: "Pequeña es la puerta y estrecho el camino, que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran." Lo confortable - precisamente aquello en lo que nuestra era se especializa - no puede ser absolutamente aplicado con respecto a la bendición eterna. Cuando, por ejemplo, lo que se requiere que hagas es caminar, no tiene caso hacer las más asombrosas invenciones en forma de los carruajes más fáciles y querer transportarte en ellos cuando la tarea prescrita es caminar. Y si lo eterno es la forma en que se obtiene, no nos hace bien alguno querer alterar esta forma, sin importar qué tan admirablemente, en dirección al confort. Lo eterno se adquiere solo por el camino difícil.
Si no hay una conciencia eterna en un ser humano, si en el fondo de todo solo hay un fermento salvaje, un poder que, revolviéndose con pasiones oscuras, produzca todo lo grande o inconsecuente; si un vacío insondable, insaciable yace escondido debajo de todo, ¿qué sería la vida sino desesperación? Si esta es la forma de ser de la vida, si no hay un lazo sagrado uniendo a la humanidad, si una generación se levanta después de otra como las hojas de los árboles, si una generación sucede a otra como las canciones de las aves en los bosques, si la raza humana pasa por el mundo como un barco por el mar o el viento por el desierto, un capricho sin pensamiento ni fruto, si un olvido eterno acecha siempre hambriento por su presa y no hay poder suficientemente fuerte para combatirlo - ¡qué vacía y falta de consuelo sería la vida!
Una persona sentada en un estuche de cristal no puede ser expuesta a tal vergüenza como uno está en su transparencia ante Dios. Este es el factor de la conciencia. Con ayuda de la conciencia las cosas se arreglan de forma tal que el reporte judicial sigue de inmediato a cada falta, y el propio culpable debe escribir. Todos llegan a la eternidad llevando consigo y entregando un reporte detallado de cada insignificancia menor que haya cometido o haya dejado sin hacer. Por ello ser juzgado en la eternidad es algo que un niño podría hacer; no hay nada que una tercera persona pueda hacer. Todo, incluso la palabra más insignificante es tomada en cuenta y ordenada.
El viaje de una persona culpable de la vida a la eternidad es como el de un asesino que tomó un tren para escapar del lugar donde ha cometido el crimen. Tristemente, justo bajo el vagón donde ha tomado asiento corre el cable telegráfico con la señal e instrucción de ser aprehendido en la siguiente estación. Cuando llega a la estación y se baja del vagón es arrestado. La denuncia le esperaba allí.
Uno tiene a lo mucho setenta años de disfrute - pero una eternidad para recordar. Y el placer no luce tan bien en la memoria.
En el mundo temporal, lo principal es ser capaz de hablar, tener una habilidad diabólica de parlotear. Este es el caso el caso en todos los ejemplos, desde el mercader hablando de sus mercancías y de alguien seduciendo mujeres y el agitador agitando al público, hasta el poeta, orador y académico. Es cosa de hablar, no de transformación del carácter.
Si se le permitiera gobernar a lo eterno, no habría verbosidad, que es lo que lo temporal ama - ama la apariencia, procrastinación, y más que nada, palabrería. Pero la eternidad tiene ojo para la acción, la transformación del carácter. Cualquier cambio por medio de la palabra no ayuda en lo absoluto cuando se trata de la eternidad.
No nos permitamos engañar a los jóvenes con palabrería absurda acerca de cumplir. No los hagamos tan ocupados en el servicio del momento que se olviden de la paciencia de querer algo eterno.
Muchas familias pueden unirse por un palco en el teatro, y tres caballeros pueden unirse para montar a caballo de forma que cada uno cabalgue cada tercer día. Pero tal no es la forma de la inmortalidad. La conciencia de mi inmortalidad pertenece única y exclusivamente a mí.
La inmortalidad es el Juicio. La inmortalidad no es una vida prolongada indefinidamente, sino la separación de lo eterno entre el justo y el injusto. La inmortalidad no es una continuación que sigue en su curso, sino una separación que sigue a consecuencia del pasado. 
En este mundo, la Verdad camina en timidez y humillación. No tiene un lugar donde descansar su cabeza, y debe estar agradecido si alguien le brinda un vaso de agua. Pero si uno hace esto, dando testimonio del hecho tal cual en público, entonces esta figura baja, este humilde, despreciado, ridiculizado y perdido despojo, la Verdad, tiene, si puede decirse, en su mano una pluma y con ella escribe en una pequeña tablilla: "Por la eternidad."

-Existencia y lo Existencial-
La filosofía está perfectamente en lo correcto al decir que la vida debe ser entendida hacia atrás. Pero luego se olvida del otro lado - que debe ser vivida hacia adelante.
La vida solo puede ser explicada después de haberla vivido.
No puede haber un profesor, en el sentido más estricto, en el arte de existir. Con respecto a existir, solo puede haber un aprendiz; pues cualquiera que piense haber terminado a este respecto - que puede enseñarle a otros y encima de esto se olvida de existir y aprender- es un tonto. En relación a la existencia hay para todos un solo profesor - la existencia misma.
El sermón esencial es la propia existencia. Una persona predica con esto cada hora del día y con un poder muy diferente del más elocuente orador en su momento más elocuente. Dejar que tu boca corra con parloteo elocuente cuando tal palabrería es lo opuesto a tu vida es en el sentido más profundo, tontería. Te encuentras sujeto al juicio eterno.
Lo que verdaderamente cuenta en la vida es que en algún punto hayas visto algo, sentido algo tan grande, tan incomparable, que todo lo demás sea nada en comparación, que incluso si olvidaras todo no olvidarías esto.
Una cosa es introducir una nueva doctrina al mundo, otra cosa es vivirla.
Toda esta palabrería sobre querer conocer la verdad es parloteo, ilusión e hipocresía. Cada persona entiende la verdad mucho más de lo que la vive. ¿Por qué no hace más entonces? ¡Ah, ahí está el detalle!
Las vidas de la mayoría de las personas son como el pasto - solo los árboles reciben la tormenta y experimentan muchas cosas, pero el pasto experimenta practicamente nada.
Existe mucha gente que llega a conclusiones en la vida de la misma forma que muchos estudiantes de escuela; le hacen trampa al maestro copiando del libro de respuestas sin haber trabajado ellos mismos en el problema.
Lo que realmente necesito es tener claro en mi mente qué debo hacer, no qué debo saber, excepto aquel entendimiento necesario que precede a cada acción. La cosa es entenderme a mí mismo, ver qué es lo que Dios quiere que haga. La cosa es encontrar una verdad que sea verdadera para mí, encontrar la idea por la que puedo vivir y morir. ¿De qué me serviría si descubriera la así llamada verdad objetiva, de estudiar todos los sistemas de filosofía y ser capaz, si es necesario, de reseñarlos todos y mostrar sus inconsistencias con cada uno; qué bien me haría ser capaz de desarrollar una teoría del estado y combinar todos los detalles en un todo singular, y de tal forma construir un mundo en el que no viva, sino que ponga a la vista de otros; qué bien me haría explicar el significado del Cristianismo si no tiene un mayor significado para mí y para mi vida; qué bien me haría si la verdad estuviera ante mí, fría y desnuda, sin importarle si la reconozco o no, y produciéndome un escalofrío de miedo en lugar de una devoción confiada?
Ciertamente no niego que hay un imperativo de entendimiento, pero debe ser llevado a mi vida, y es lo que ahora reconozco como la cosa más importante. Es lo que me falta, y es por eso que quedo de pie como un hombre que ha rentado una casa y reunido todos los muebles y enseres domésticos, pero aun no encuentra a su ser amado con quien compartir todos los gozos y paneras de su vida.
Todos, incluso los más laboriosos, son en imaginación, sentimientos, pensamiento y discurso, un buen trecho frente a sí mismos, más allá de lo que son en realidad y acción. La mayoría de nosotros somos como un tren del que la locomotora se ha ido - nos pretendemos tan avanzados y sin embargo estamos tan atrasados.
La cosa más fácil de todas es morir; lo difícil es vivir.
Una cosa es hacer que las ideas luchen con las ideas, combatir y salir victorioso en una disputa; algo enteramente distinto es ser victorioso en tu propia mente en la batalla de la vida. Pues sin importar qué tan cerca combatan una idea con otra en la vida, sin importar qué tan cercano se vuelva un combatiente con otro en un argumento, toda esta lucha es aun así a distancia como el boxeo de sombra. La medida de la disposición fundamental de una persona está determinada por qué tan lejos está aquello que entiende de lo que hace, qué tan grande es la distancia entre su entendimiento y su acción.
Sería en verdad una contradicción ridícula si una persona existente preguntara lo que es el Cristianismo y luego pasara toda su vida deliberando sobre ello. En ese caso, ¿cuándo existiría en él?
Decir que el Cristianismo está vacío de contenido porque no es una doctrina es mero embuste. Cuando un creyente existe en la fe, su existencia tiene una enorme satisfacción, pero no en el sentido que contienen los párrafos.
Si una persona existente se relaciona a sí mismo con pasion a la felicidad eterna, entonces su vida expresa esta relación. Si lo eterno no transforma en lo absoluto esta existencia, entonces no se está relacionando con ello.
Un pensador especulativo ha terminado un ensayo y lo confunde con su existencia.
Haber terminado con la vida antes de que esta termine contigo es no haber terminado la tarea en lo absoluto.
Lo verdadero no es superior a lo bueno y hermoso. Lo verdadero y lo bueno y hermoso pertenecer esencialmente a cada existencia humana y están unidos no en pensar en ellos sino en vivirlos.
La dificultad no está en entender lo que es Cristianismo sino en convertirse y ser Cristiano.
Si una persona no se convierte en lo que entiende, entonces tampoco lo entiende.
Entre entender y estar dispuesto yacen las excusas y las evasiones
Tal como el aire en un lugar sellado se vuelve venenoso, de tal forma el aprisionar un reflejo desarrolla un resentimiento culpable si no es ventilado por la acción.
En el mundo del espíritu, cambiar de lugar es ser cambiado tú mismo.
La pasión de la fe no yace en dar testimonio de una felicidad eterna sino en transformar la propia existencia en dicho testimonio a ello.
Buscar la verdad significa que el propio buscador es cambiado, de forma tal que se vuelva el lugar donde pueda estar el objeto de su búsqueda.

-Fe y Razón-
Es en el interés de la fe hacer una decisión absoluta, final. Es en el interés del entendimiento mantener la “deliberación” viva. Tal como la policía se avergonzaría si no hubiera crímenes, de tal forma se avergonzaría el entendimiento si se completara la deliberación. La fe quiere el absoluto; el entendimiento quiere la prolongación del pensamiento.
¿Qué es entonces el absurdo? Simplemente, es que yo, ser racional, debo actuar en la situación donde mi entendimiento me diga tanto: puedes tan bien hacer una cosa como la otra – y no puedes actuar pero debes actuar. De tal forma el absurdo es actuar en esta situación con inalterable confianza en Dios. Simplemente, debo actuar, pero mi intelecto ha bloqueado el paso, así que tomo una de las posibilidades y miro suplicantemente a Dios y digo: Así es como lo haré; por favor bendícelo. No puedo hacerlo de otra manera, pues mi entendimiento me ha traído a un alto.
Enormes tratados se han escrito que tratan de demostrar la verdad del Cristianismo. Tras ellos nos sentimos perfectamente convencidos y seguros contra cualquier ataque. Con cada demostración terminamos con: Por ello, Cristo era aquel que clamaba ser. Esto es tan cierto como que dos y dos suman cuatro y tan fácil como ponerse un calcetín en el pie. Con este “por ello” irrefutable el profesor expresa desafío y el misionero confiadamente avanza convirtiendo al incrédulo. ¡Pero no Cristo! Él nunca dice: Por ello, yo soy el esperado. No, dice, “Bendito sea quien no se ofende conmigo.” Es decir, que no llegamos a él por medio de las pruebas, sino por cargar su cruz.
Las demostraciones son finalmente ambiguas, el entendimiento elocuente de “por y en contra.” Solo al elegir se revela el corazón y esto, verdaderamente, es por lo que Cristo vino al mundo – para revelar los pensamientos del corazón. Las pruebas son capaces de llevar a alguien – no a la fe, lejos de ello, sino al punto donde la fe puede venir a la existencia. Lo mejor que pueden llegar a hacer es ayudar a alguien a tomar conciencia y llegar a la tensión donde la fe sale adelante: ¿Creerás o te ofenderás?
¿Puede el absoluto ser alabado, apreciado, servido con razones? No. Cualquiera que haga esto revela que es un obtuso que no puede unir dos pensamientos. Las “razones” convierten el absoluto en relatividad. El absoluto no debe ser siquiera remotamente especulado intelectualmente, investigado, discutido – no, es lo incondicional, así que guarda tus palabras.
Solo hay una prueba – la de la fe. Es imposible que una persona guarde su convicción y salga adelante con razones. Si estoy realmente firme en mi convicción, entonces es mayor que las razones; es de hecho la convicción que sostiene las razones, no las razones las que sostienen la convicción. Las “razones” no pueden poner un huevo más que un gallo puede, lo más un huevo de aire, y sin importar cuánto interactúen una con otra nunca conciben o llevan a una convicción. La convicción se despierta de otra forma.
Solo hay una prueba para la verdad del Cristianismo – la prueba interna, argumentum spiritus sancti (el argumento del Espíritu Santo). El Apóstol Juan confiesa esto: “Si recibimos el testimonio del hombre” (esto es todas las pruebas históricas y consideraciones) “el testimonio de Dios es mayor” – Esto es, el testimonio interno es mayor. Y luego “Aquel que cree en el hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo.” (1 Juan. 5:9-10).
No son las razones las que justifican al hijo de Dios, sino lo opuesto – la fe en el hijo de Dios es el testimonio. La fe es el movimiento del infinito dentro de sí mismo, y no puede ser de otra manera. Todo lo previo es preparatorio, preliminar, algo que desaparece tan pronto como llega la convicción. De otra forma, no habría descanso en una convicción, pues entonces tener una convicción sería perpetuamente repetir razones. La fe es en sí misma el testimonio, la fe es la justificación.
¿Has visto a un barco encallado en una tierra enlodada? Es casi imposible hacerlo flotar nuevamente porque es imposible afirmarlo entre troncos. Ningún tronco alcanza un piso suficientemente firme para que pueda apoyarse en él. Es lo mismo con toda una generación atorada en la tierra enlodada de la razón; y no hay pesar en ello – no, solo autosatisfacción y orgullo, que siempre acompañan a la razón y al pecado de la razón. Oh, los pecados del corazón, los pecados de la pasión - ¡Están más cerca de la salvación que el pecado del intelecto!
Por la fe Abraham salió de la tierra de sus padres y se convirtió en visitante en la tierra de la promesa. Dejó una cosa atrás, y llevó consigo una cosa. Dejó su entendimiento terreno atrás y llevó la fe consigo. De otra forma no hubiera seguido adelante.
En el Nuevo Testamento la fe posee un carácter ético. El apóstol habla de la obediencia de la fe. La fe se pone a prueba, es probada, no por razones, sino por la vida.
Cristo usa solo una prueba: “Si hacéis la voluntad de mi padre, sabréis si la enseñanza es de Dios o si hablo de mi propia autoridad.” Esto implica que una situación de acción es necesaria antes de que la decisión de la fe pueda existir; esto es aventurarse. No es asunto de tener primero la prueba y luego aventurarse. No, primero aventurarse, luego la prueba.
Cuando un hombre rico conduce de noche con luces en su carruaje, puede ver una pequeña área mejor que el pobre que anda en la oscuridad – pero no ve las estrellas. Las luces le impiden esto. Es lo mismo en el entendimiento intelectual. Ve bien lo que está cerca pero le quita la visión infinita.
Cuando el Cristianismo entró al mundo presupuso la necesidad, la ansiedad, el sufrimiento de la conciencia angustiada, el hambre que clama por alimento – y el Cristianismo era alimento. Ahora pensamos que debemos ofrecer aperitivos antes de poder hacer entrar a las personas a la fe. ¿Qué aperitivos? ¿Predicar la ley? ¡No, no! El Cristianismo debe ser servido con tales aperitivos como las pruebas, los fundamentos, la probabilidad y cosas parecidas. Esto quiere decir que traicionamos al Cristianismo, que de hecho negamos que sea incondicionalmente el alimento, que la culpa esté en la humanidad, quienes deberían ser dejados a morir de hambre.
Hemos cambiado al Cristianismo de una cura radical a una precaución menor, como algo que se usa para prevenir resfriados, dolores de muelas y cosas similares. Y lo más extraño es que, aun cuando cada inventor de gotas, pastillas y demás cosas, “que no hacen bien ni mal,” anuncia su medicina como un bálsamo milagroso, el Cristianismo es proclamado en tonos muy quedos. Una multitud de fundamentos y razones marchan para hacer de alguna forma probable que haya algo en el Cristianismo. Verdaderamente, para elegir el menor de los males, creo que el Cristianismo se serviría mejor si fuera anunciado por un charlatán que por una legión de este tipo de testigos.
Dios no puede demostrar su existencia por medio de algo más que su propio juramento; no tiene nada más alto que sí mismo por lo cual jurar.
Toma a todos los escépticos que tienen dificultades con el Cristianismo y todos los apologistas que luchan por defenderlo, y mira como todo el asunto es una falsa alarma. Las dificultades simplemente son introducidas por Dios para poder asegurarse de que se convierta en el objeto de la fe. Es por esto que el Cristianismo es una paradoja; explica las contradicciones de las Escrituras. Pero el enfoque intelectual quiere abolir la fe. No tiene interés en la soberanía de Dios ni lo que significa el requerimiento de la fe.
Al enseñarle a caminar a un niño te pones de pie ante el niño y le miras. No caminas junto al niño sino eres la meta a la que el niño camina. Aun cuando te pongas de pie tan lejos que no puedes alcanzar al niño, extiendes los brazos y los mueves como si trataras de abrazarlo, sin importar que haya una distancia entre tú y el niño. Así de solícito eres, pero no puedes ser más solícito, pues entonces el niño no aprende a caminar. De tal forma es Cristo. Cristo se pone ante nosotros, no camina junto con sus discípulos, sino es él mismo la meta a la que luchamos mientras aprendemos a caminar por nosotros solos. Está de pie como la meta, mirándonos y extendiendo sus brazos – tal como hace una madre.
La viuda que puso tres monedas en el cepillo del templo hizo un milagro tal como el milagro de los panes y los peces; sus tres monedas se transformaron en abundancia.
O puedes emplear todo tu acervo intelectual para mostrar la irracionalidad de un milagro y luego en esa base (que es irracional) concluir que no es un milagro – ¿pero sería un milagro si fuera razonable? – o puedes emplear toda tu profundidad y acervo para entender el milagro, para hacerlo entendible, y entonces concluir que es un milagro porque es entendible – pero entonces no es verdaderamente un milagro. No, deja que el milagro sea lo que es: un objeto de la fe.
Deberíamos o abandonar los milagros por completo o actuar de acuerdo a ellos.
Debes aventurarte hacia la vida, hacia el mar, y levantar tu voz, aun si Dios no la escucha, y no quedarte en la costa y mirar como otros luchan y se esfuerzan. Solo entonces adquiere el entendimiento su sanción oficial. Estar de pie en una pierna y probar la existencia de Dios es muy diferente de estar de rodillas y agradecerle.
La fe es un asunto sin descanso. Es la salud, pero más fuerte y violenta que la más ardiente fiebre. La fe simplemente significa que lo que estoy buscando no está allí, y por esta misma razón lo creo. La fe expresamente significa la profunda, intensa, bendita inquietud que mueve al creyente de tal forma que no pueda postrarse y descansar en este mundo. Aquel que se ha postrado ha dejado de ser un creyente, porque un creyente no puede estar quieto – un creyente camina hacia la fe.
Una persona puede hacer mucho por otra, pero no puede darle fe.
¿Cuál es el poder eterno en un ser humano? Es la fe. ¿Cuál es la expectativa de la fe? La victoria – o, como enseñan las Escrituras, que todas las cosas trabajen juntas para el bien de aquellos que aman a Dios. La fe es la expectativa del futuro que espera la victoria. La fe conquista el futuro. Por ello, el creyente ha terminado con el futuro antes de comenzar con el presente, y esta filosofía tan solo puede fortalecerle para el trabajo presente.
Lo que la filosofía y teología modernas entienden por fe es en realidad lo que es llamado tener una opinión, o en el lenguaje de cotidiano llamamos “creer.” El Cristianismo es entonces convertido en una enseñanza. El siguiente paso es “comprender” esta enseñanza, y supuestamente es lo que hacen esta filosofía y teología. Todo esto sería completamente apropiado si el Cristianismo fuera una enseñanza. Pero no lo es. La fe está relacionada con el Dios-hombre, no una doctrina.
¡Qué fe toma creer que esta vida es notada por Dios y esto es suficiente!
Imagina un violinista. Si, sin haber aprendido la menor cosa de música, tomara su asiento en la orquesta e inmediatamente comenzara a tocar, no solo se incomodaría sino incomodaría a otros. No, por largo tiempo ha practicado a solas, por sí mismo. Tanto como es posible ninguna cosa le molesta allí; se sienta y cuenta el tiempo, etc. Pero su objetivo es tocar con la orquesta. Debe ser capaz de tolerar la profusión de los más variados instrumentos, este entramado de sonidos, y sin embargo ser capaz de atender a su violín y tocarlo con tanta calma y confianza como si estuviera a solas en su cuarto. Oh, esto nuevamente le hace necesario estar a solas para ser capaz de hacerlo – pero el objetivo es siempre tocar en la orquesta. Es lo mismo con la fe y la tarea de vivirla.
Aquel que ama a Dios sin fe reflexiona sobre sí mismo; aquel que ama a Dios con fe reflexiona en Dios.
Éticamente hablando, lo que Abraham planeó fue asesinar a Isaac. Sin embargo, religiosamente hablando, estaba dispuesto a sacrificar a Isaac. En esta contradicción yace la propia angustia que puede en verdad quitarle el sueño a cualquiera. Y sin embargo sin esta angustia Abraham no sería el que es. Ni sería la fe la que es.
La resignación por sí misma no requiere de la fe. Solo tiene que someterse a lo eterno. Renuncia, pero no gana. La fe, sin embargo, no renuncia a nada. Al contrario, en la fe recibo todo. Aquí yace la diferencia crucial. Toma un coraje puramente humano renunciar al mundo de la temporalidad para poder ganar la eternidad; pero toma un coraje humilde y paradójico asirse de lo que es temporal y hacerlo en nombre de lo eterno. Este coraje es el coraje de la fe. A través de la fe Abraham no renunció a Isaac. No, a través de la fe recibió a Isaac.
En relación con Cristo, solo hay un tiempo, el presente. Mil ochocientos años no hacen ninguna diferencia; ni cambian a Cristo ni revelan lo que fue, pues lo que es, es revelado solo en la fe.

-Siguiendo a Jesús-
Toda la vida de Cristo debe darles el ejemplo al Cristiano y a toda la Iglesia. Uno debe tomar cada aspecto particular de la vida de Cristo desde el bautismo a su resurrección y mostrar correspondencia. ¿Qué más quiere decir ser Cristiano?
¿Qué es el Cristianismo? Simple: Ser como Cristo.
No dice que debes asemejarte a Cristo. No, es ponerse a Cristo, ponérselo encima sobre uno mismo - como cuando alguien va con ropa prestada puesta - ponértelo, como cuando alguien que se parece increíblemente a otra persona no sólo trata de parecérsele sino de representarlo.
¡La imitación de Jesús! No quiero decir el tipo de imitación que consiste en ayunar y flagelarte y demás cosas. No, la imitación quiere decir seguir el ejemplo, estar dispuesto a ser testigo de la verdad y contra la falsedad, y hacerlo sin buscar apoyo alguno de cualquier poder externo, ni tampoco aferrarte a poder alguno ni formar un partido. No sorprende que nosotros humanos seamos incapaces de involucrarnos con esta imitación.
Hay tantos niños que son bautizados cada año, tantos que son confirmados, y ¿cuántos se convierten en profesores teológicos e instructores de la Biblia? Hay mil pastores. Todo está en su lugar - si tan solo seguir a Cristo existiera.
La gente parece olvidarse que hay un límite a la pasión de hacer compromisos y que este límite yace donde la pasión de la acción debe comenzar. Y cuando esto falta, los compromisos verbales se vuelven más vehementes y estridentes, tanto más la declaración que es dicha es una mentira en la garganta del que hace el compromiso.
Nos regocijamos de haber dado explicaciones que quiten todo ascetismo del Cristianismo, mostrando que tan lejos está el Cristianismo de tonterías tales como la flagelación monástica. ¡Pero espera un poco! Algo siempre se queda fuera, y esto es el Ejemplo: el Señor de Señores en la forma de un pobre sirviente sin lugar donde apoyar su cabeza, la auto-negación ejemplificada por el ejemplo de Cristo que requiere el Cristianismo. Aquel que permanece en el mundo para sufrir por la verdad siempre está en lo correcto por encima del eremita que huye del mundo. Pero la persona sociable que va feliz y con fortuna por el mundo para disfrutarlo en el sentido completa y ordinariamente humano no tiene derecho alguno de castigar al monástico. No nos engañemos.
El Cristianismo es una creencia y una muy particular existencia correspondiendo a ella - la imitación. Podemos poner la fe primero y la imitación en segundo lugar, en tanto que es necesario para mí tener fe en aquello que imitaré. Pero también debemos poner la imitación primero y la fe en segundo término. Debo, por acción, ser marcado en alguna medida en conformidad a Cristo, y por ello chocar con el mundo. Sin algún tipo de tensión situacional, no hay una verdadera oportunidad de convertirse en creyente.
Podemos al menos ser verdaderos ante Dios y admitir nuestra debilidad en lugar de reducir el requerimiento.
La imitación no es un requerimiento de la ley, pues entonces tendríamos el peso de la ley nuevamente. No, la imitación comienza con la dicha de ser amado - y luego viene con la lucha por servir.
Cristo viene al mundo como ejemplo, constantemente afirmando: Imítame. Nosotros humanos preferimos adorarle en su lugar.
La fe genuina nunca se satisface con la forma religiosa de hacer las cosas - la adoración del Sabbath o una hora o media hora cada día. El Cristianismo no es nada más que la fe justo en medio de la propia vida y cada día. Pero lo hemos reducido a las horas de quietud, y con ello admitiendo indirectamente que no somos realmente Cristianos. Que debemos tener momentos de quietud para pensar en Dios - esto parece tan elevado y tan bello, tan solemne. Es tan hipócrita, porque de esta forma le quitamos a cada día de la auténtica adoración a Dios.
Quienquiera que no se tome esta tarea en la vida cotidiana y en la sala debe quedarse callado, porque las vistas de Domingo a la eternidad no son nada más que aire. Desde luego, no debe quedarse en la sala. Sin embargo, es allí donde se debe librar la batalla, a menos que las escaramuzas de la piedad se vuelvan un desfile de cambio-de-guardia un día a la semana. Es en la sala que la batalla debe librarse, no imaginariamente en la iglesia, con el pastor haciendo boxeo de sombra y los escuchas como espectadores. Es en la sala que la batalla debe librarse, porque la victoria debe ser que el hogar se vuelva altar.
El Cristianismo llegó al mundo no para ser entendido sino para existir en él.
Algunas sugerencias por medio de unas cuantas preguntas: ¿Puede uno ser Cristiano sin ser un discípulo? ¿Puede el Cristianismo, que vino al mundo para inspirarnos y fortalecernos moralmente, ser cambiado de forma tal que nos desmoralice con una "gracia" fácil? - ¿Puede uno ser Cristiano de esta manera? ¿Es correcto tomar del mundo las promesas para esta vida, las cuales hace porque no tiene salvación eterna a la cual apuntar, y tomar del Cristianismo las promesas de la eternidad, la cual tiene porque demanda la renunciación a esta vida, y mezclar ambas de forma que se tenga algo doblemente dulce - es correcto llamar a esto Cristianismo y ser Cristiano de esta forma? Y si por virtud de esta "gracia" puede hacerse, ¿no puede al menos una cosa demandarse, que nos demos cuenta clara de lo que hemos hecho y qué tan hipnóticamente nos acercamos hacia la "gracia"?
Cuando vemos a alguien sosteniendo un hacha de forma incorrecta y le vemos tirar hachazos de tal forma que le dé a todo menos al trozo de madera, no decimos, "Qué forma tan equivocada tiene el leñador de hacerlo," sino decimos, "Ese hombre no es leñador."
Ahora para la aplicación. Cuando vemos a miles de miles y millones de Cristianos cuyas vidas no se asemejan en la más remota forma a lo que - y esto es decisivo - el Nuevo Testamento llama un Cristiano, acaso no es una interferencia con el significado hablar como uno no lo haría en ninguna otra situación diciendo: "qué forma tan mediocre, que manera tan completamente inexpresiva tienen estos Cristianos." En cualquier otra situación acaso uno no diría, "Estas personas no son Cristianas." Ahora hay que ser rectos y decir: No somos Cristianos. Deja que esto sea parte del lenguaje ordinario de uso común y tendrás una transformación del mundo.
Tal como el nombre de Cristo es el nombre único en el cielo y en la tierra, de tal forma es también Cristo el único predecesor que ha ido antes que todos a preparar el lugar. Entre el cielo y la tierra hay solo un camino: seguir a Cristo. Entre el tiempo y la eternidad hay tan solo una elección: elegir este camino. Hay tan solo una esperanza eterna en esta tierra: seguir a Cristo hacia el cielo. Hay solo una dicha duradera en esta vida, seguir a Cristo; y en la muerte hay tan solo un gozo bendito - ¡seguir a Cristo a la vida!
En una disputa verbal no hay una diferencia esencial entre un admirador y un imitador, exceptuando quizás que el imitador no tiene un vocabulario tan nutrido y no está tan inclinado a hacer promesas.
Señor Cristo, no viniste al mundo para ser servido ni para ser admirado tampoco, o en este sentido adorado. Tú mismo eras el camino y la vida - y solo pedías seguidores. Si nos hemos dormido al encanto, despiértanos, rescátanos de este error de querer admirarte o adorarte en lugar de querer seguirte y ser como tú.
Tú quien alguna vez caminaste por la tierra y dejaste las huellas que debemos seguir; tú quien desde el cielo mirabas a cada peregrino, fortaleciendo al fatigado, inspirando al desanimado, guiando al extraviado, dando solaz al conflictuado. Tú que vendrás nuevamente al final de los tiempos para juzgar a cada uno individualmente, si es que te ha seguido - nuestro Dios y nuestro Salvador - deja que tu ejemplo se erija claramente ante los ojos del alma para poder alejar las nieblas, fortalecer para poder mantener esto inalterado ante nuestros ojos de tal forma que al parecernos a ti y siguiéndote seamos capaces de estar justamente ante ti en el juicio - oh, pero que también seamos traídos por ti a la dicha eterna contigo en la vida por venir.
Cristo no le dijo al hombre joven y rico, "Si quieres ser perfecto, entonces vende todas tus propiedades y dáselas a los pobres." Cristo habla de otra forma y dice, "Ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y ven, toma la cruz y sígueme" (Marcos. 10:21). Vender todas las propiedades y darlas a los pobres es cuando menos el principio. Darlo todo a los pobres, ese es el primer paso; es tomar la cruz. El siguiente paso, la continuación interminable, es cargar la cruz. Debe suceder diariamente, no de una sola vez y ya, y no debe haber nada, nada en lo absoluto, que no estarías dispuesto a entregar en auto negación.
Tal como Nicodemo vino en la noche, de la misma forma viene un rey a Cristo por la noche y quiere ser discípulo. Me pregunto lo que Cristo le diría. "Si quieres seguir siendo lo que eres - un rey - entonces no temas nada de mí; mi reino no es de este mundo. Seré tu súbdito como cualquier otra persona, seré tu súbdito humilde y leal, y le enseñaré a mis discípulos a hacer lo mismo. Pero si tú quieres ser un discípulo - oh, hombre, entonces yo seré Rey. Quítate tu corona, dalo todo, sígueme."

-El Perdón-
Que Jesucristo murió por nuestros pecados ciertamente muestra qué tan grande es su gracia, pero también qué tan grande son mis pecados.
El perdón de los pecados no es un asunto de particulares - como si en general uno fuera bueno. (Esto es infantil, pues el niño siempre pide perdón por alguna cosa en particular que hizo ayer y olvida hoy, etc.; de hecho, no se le ocurriría al niño, no lo podría concebir, que esto en realidad sea maligno.) No, es exactamente lo opuesto. No corresponde a los particulares como a la totalidad. Corresponde al ser completo propio, que es pecador y corrompe todo tan pronto como tiene el menor contacto con ello.
El perdón de los pecados no puede ser tal que Dios, como si fuera posible, con un solo toque borre toda culpa, disuelva todas sus consecuencias. Tal anhelo no es más que el deseo mundano que no tiene idea de lo que es la culpa. El perdón no quiere decir ser puesto en circunstancias más afortunadas sino convertirse en una persona nueva en la conciencia reafirmante de que tu culpa es perdonada incluso si permanecen las consecuencias de la culpa. Solo la persona que comprende el hecho de que la culpa es algo completamente diferente y más terrible de las consecuencias de la culpa (consideradas como el infortunio, el sufrimiento), solo aquel que se arrepiente, solo este será perdonado.
Cristo abandonó el "ojo por ojo, diente por diente," y dio vuelta a la relación. Introdujo un igual-por-igual diferente: de la forma en que te relaciones con otros, de tal forma Dios se relaciona contigo. El perdón es perdonar.
Donde tiene lugar la reconciliación, allí está el altar. Descansas en el perdón de los pecados cuando el pensamiento de Dios no te recuerda el pecado sino que ha sido perdonado, cuando el pasado no es un recuerdo de cuánto has fallado sino qué tanto has sido perdonado.
La necesidad de perdón es una señal de que uno ama a Dios. Pero ambas partes corresponden la una a la otra - cuando una persona no comprende que pecador tan grande es, no puede amar a Dios; y cuando no ama a Dios, no puede comprender que pecador tan grande es. La conciencia del pecado es la propia pasión del amor. Verdaderamente la ley lo hace a uno un pecador, ¡pero el amor lo hace a uno un pecador mucho más grande! Es verdad que la persona que teme a Dios y tiembla se siente a sí mismo pecador, pero la persona que en verdad ama se siente a sí mismo un pecador mayor.
Considera a Giordano Bruno o alguien como él, que se convirtió en mártir por una idea. En un momento de debilidad cedió y se escondió para evitar el peligro. Luego es traicionado, su escondite descubierto, y es aprehendido.
Ahora imagínalo ante el juez. Demanda saber quién ha dado razón de su escondite y le ha traicionado. Resulta ser su sirviente. Es confrontado con el sirviente, quien está terriblemente afectado pues ahora se ve a sí mismo claramente como culpable. Entonces le dice al sirviente, “No te angusties. Te perdono por completo. Ciertamente no habría muchos sirvientes que actuaran de forma distinta a lo que has hecho, pues sé muy bien que te han sobornado. Por cierto, ¿cuánto costó?” El sirviente replica, “obtuve 250 dólares.” “Bueno,” dice el amo, “esa es una buena paga. Entiendes, sin embargo, que eres bastante afortunado de que no esté enojado contigo, pues en mi testamento te he nombrado heredero de 500 dólares pagaderos a mi muerte. Si me enojara, habrías sido un tonto: habrías recibido solo 250 dólares por traicionarme, un soborno de 250 dólares – un crimen. De otra forma habrías recibido 500 dólares sin ninguna falta, y si estuviera enojado habrías perdido más de la mitad. Ahora, al contrario, como de mi testamento obtendrás 500 dólares después de mi muerte, los 250 son algo que has conseguido aparte. Mi amigo, aquellos que te han pagado 250 dólares probablemente no te han aconsejado emplear debidamente este dinero. Toma mi consejo entonces, y emplea bien este dinero. No desesperes por haber sido tan débil como para traicionar a un hombre, se fuerte para creer tanto que Dios te perdonará por completo como que yo te he perdonado totalmente.”
Perdonar los pecados es divino no solo en el sentido de que nadie es capaz de hacerlo excepto Dios, sino que también porque nadie puede hacerlo sin Dios.
La dicha de Dios es perdonar pecados. Tal como Dios es todopoderoso para crear algo de la nada, de tal forma es todopoderoso al disolver algo; pues olvidar es verdaderamente disolver.
Cuando odio a alguien o niego que Dios es su Padre, no es él quien pierde, soy yo. Soy yo quien no tiene Padre. Con la falta de perdón siempre hay un eco en reversa.
Puedes pensar que el pecado permanece tan grande si se le perdona como si no, pues el perdón ni suma ni resta. Mas no es así. En lugar de esto, cuando te rehúsas a perdonar incrementas el pecado. ¿Acaso tu dureza de corazón no se convierte en un pecado más? ¿No debe éste ser traído ante el juicio también?
La conciencia angustiada a solas comprende a Cristo.
Si el perdón de los pecados estuviera hecho para hacer superfluas las buenas obras, entonces no debería ser llamado perdón de los pecados sino permiso de los pecados.
Si no podemos entender que el perdón también es un peso que debe ser cargado, aun cuando sea un peso ligero, entonces tomamos el perdón en vano. El perdón nunca se gana – no es tan pesado. Pero tampoco debe ser tomado en vano, pues no es tan ligero tampoco. El perdón no se debe pagar – pues no es tan costoso y no puede ser pagado. Pero tampoco debe ser tratado como nada; se compra a un precio demasiado alto para ello.
La Ley ya no es el único medio disciplinario que nos lleve a Cristo. El perdón a través de Cristo es el medio disciplinario gentil que no tiene el corazón para recordarnos aquello que ha sido olvidado pero aun así nos recuerda de lo que ha sido perdonado. Cada vez que recuerdas su perdón, tus pecados son olvidados. Pero cuando olvidas su perdón, tus pecados no son olvidados, y entonces se desperdicia su perdón.
Cuando los fariseos rodearon a la mujer, descubrieron la enormidad del pecado, pero Cristo escribió en la arena – y lo escondió. En Cristo todo es revelado – y todo es escondido.
Mi escucha, había una mujer que era pecadora, pero a través de su gran amor se hizo a sí misma, si se permite decirlo, indispensable para el Salvador. Puedes llamarla bendita porque sus múltiples pecados le fueron perdonados o puedes llamarla bendita porque amo tanto. Sustancialmente dices la misma cosa – si tan solo notas que a quien amó fue a Cristo, y si al mismo tiempo no olvidas que Cristo es la gracia y el dador de la gracia.
¿Es esta la prueba: amar a Cristo más intensamente que a la madre y al padre, que al oro y los bienes, que al honor y la reputación? No, la prueba es esta: amar al Salvador más de lo que amas a tu pecado.
Dios crea de la nada – maravilloso, dirás. Sí, desde luego, pero entonces hace algo más maravilloso – crea santos de pecadores.
Tendrás un profundo entendimiento del estado del Cristianismo en cada era viendo cómo trata a Judas.
Dios será tan severo con nosotros como nosotros lo somos con los demás. ¡Qué devastador! Pues sabemos bien qué tan severos podemos ser. Pero el punto es que Dios juega con nosotros cuando actúa como nosotros actuamos con los demás. Podría ser mucho más severo. Oh Dios, eres grandioso, el Creador y Sustentador del mundo. Pero cuando tú, oh Dios, perdonas el pecado del mundo y te reconcilias con la raza caída, ah, entonces eres aún mayor. ¡Eres compasión inconcebible!
¡Padre en el cielo! No tengas nuestros pecados en nuestra contra sino tennos en contra de nuestros pecados, de forma que el pensamiento en ti cuando despierta en nuestra alma, y cada vez que despierte, no nos recuerde lo que hemos cometido sino lo que tú has perdonado, ¡no cómo nos hemos perdido sino cómo nos has salvado!

-Libertad-
La libertad incondicional, la libertad que igualmente elije el bien o el mal, no es nada sino una destrucción de la libertad y una desesperación de cualquier explicación de ella. Libertad quiere decir ser capaz.
El Cristianismo enseña que debes elegir la cosa necesaria, pero de tal forma que no haya duda en tu elección. Esto es, si tonteas por mucho tiempo, entonces no estás eligiendo la cosa necesaria. Consecuentemente, el propio hecho de que no haya elección expresa la tremenda pasión o intensidad con que uno elige. ¿Puede haber una expresión más exacta del hecho de que la libertad de elección es solo una condición formal de libertad y que enfatizar la libertad de elección como tal significa perder con certeza la libertad? La propia verdad de la libertad de elección es que no debe haber elección, aun cuando la haya.
La libertad es realmente libertad solo cuando, en el mismo momento, en el mismo segundo, se lance con velocidad infinita a comprometerse. La libertad es la elección cuya verdad es que no hay duda sobre la elección.
Al mirar fijamente la libertad de elección en lugar de elegir, perdemos tanto la libertad y la libertad de elección. La cosa más tremenda que se ha dado al ser humano es – elección, libertad. Si quieres rescatarla y conservarla, solo hay un medio – en el mismo segundo incondicionalmente en pleno apego, devuélvela a Dios y devuélvete a él con ella. Si la visión de lo que te es dado te tienta, si te rindes a la tentación y miras con deseo egoísta a la libertad de elección, entonces pierdes la libertad. Y tu castigo es entonces ir en un estado de confusión y presumir de tener libertad de elección.
Desgraciado serás, este es el juicio que cae sobre ti. Tienes la libertad de elección, dices, y sin embargo no has elegido a Dios. Entonces te enfermas; la libertad de elección se vuelve una idea fija. Finalmente te vuelves como el hombre rico que imagina mórbidamente que se ha vuelto pobre y morirá de necesidad. Te lamentas de haber perdido la libertad de elección, y el error es meramente que no tienes un penar suficientemente hondo para que puedas recuperarla.
Lo que dice Agustín de la libertad (distinguiéndola de la libertad de elección) es muy cierto y parte de la experiencia. Es decir, que una persona tiene la más viva sensación de libertad cuando con completa determinación decisiva imprime en su acción la necesidad interna de excluir cualquier otra posibilidad. La libertad de elección o la “agonía” de la elección se termina.
La gente quiere eliminar las restricciones y limitantes para poder jugar al juego de ser independientes. En los tiempos antiguos las personas creían que era la conciencia la que daba la libertad de la conciencia, que si uno tenía conciencia, la libertad seguramente le seguiría. Pero eliminar cada limitante, aflojar cada atadura, quiere decir a lo más hacerlo tan libre y conveniente como sea posible para todo aquel que no tenga conciencia mientras imagina que tiene una. Toda esta palabrería de eliminar las limitantes viene o de los consentidos o de aquellos que quizá alguna vez sintieron el poder de pelear pero ahora están agotados y prefieren que se quiten todas las limitantes.
Ciertamente, María fue la elegida, y tan decididamente que fue elegida. Pero también hubo otro factor, la libertad del momento de la elección, cuando vemos que alguien como ella es la correcta. Si el ángel no la hubiera encontrado como la encontró, no hubiera sido la indicada.
La educación de Dios consiste en guiarnos a ser capaces de hacer libremente lo que inicialmente uno tenía que ser obligado a hacer.
Lo opuesto a la libertad no es necesidad, sino culpa.
¿Quién no quiere ser libre? Desear ser libre es un asunto fácil, pero desear es el más miserable y prisionero de todos los espectáculos. En toda nuestra “libertad,” en realidad buscamos una cosa: ser capaces de vivir sin responsabilidad.
Aquello que distingue el camino Cristiano del camino común es lo voluntario. Cristo no fue alguien que buscara las cosas terrenas pero que tenía que satisfacerse con la pobreza – no, eligió la pobreza.
Una persona es un esclavo de lo que es apegadamente dependiente. Pero nuestra era amante-de-libertad piensa de otra forma; piensa que si uno no es dependiente, entonces tampoco es un esclavo. Si no hay amo, tampoco hay esclavo. Uno apenas puede darse cuenta que aquí es donde precisamente se crea una servidumbre. Esta servidumbre no es que una persona quiera subyugar a muchas, sino que los individuos, cuando se olvidan de su relación a Dios, se vuelven mutuamente temerosos los unos de los otros.
Leemos que Cristo después de su resurrección vino a través de puertas cerradas, cuando los discípulos se habían reunido. Esto, algunas veces, es erróneamente usado para representar qué tan afanosamente busca Cristo el alma, cómo puede entrar a través de las puertas cerradas de los corazones que son indiferentes o se han endurecido. Pero esto es falso. Más bien, está ante la puerta y toca.
Que Dios pudo crear seres libres al punto de poder actuar en contra de él es la cruz que la filosofía no puede llevar pero de la que ha estado pendiendo.
Toda la cuestión de la omnipotencia de Dios y la relación del bien al mal puede ser quizá resuelta sencillamente de la siguiente forma. Lo más alto que concebiblemente puede hacerse por un ser es hacerle libre. Pero se requiere omnipotencia para ello. Puede parecer extraño, pues la omnipotencia parecería requerir dependencia. Pero si uno piensa con cuidado sobre la omnipotencia, percibirá que la característica distintiva de la omnipotencia es la habilidad de quitarse a sí misma nuevamente. Es precisamente por esta causa que lo que viene a la existencia por omnipotencia puede ser independiente.
Solo la omnipotencia es capaz de retirarse (quitarse a sí) al entregar, y es precisamente esta relación la que constituye la independencia de quien la recibe. Así la omnipotencia de Dios es su bondad. Pues bondad significa dar completamente, pero de forma tal que retirándose haga libre a quien la recibe. La omnipotencia no es meramente capaz de producir el fenómeno más impositivo, la totalidad del universo visible, sino también la cosa más frágil de todas: un ser que ante el propio rostro de la omnipotencia sea independiente. Pero es una concepción inválida y mundana de la dinámica de poder que éste es más grande y mayor en proporción tanto que puede obligar y hacer a aquel dependiente. No, el verdadero arte del poder es precisamente liberar.

-Dios-
La ley de relaciones entre nosotros humanos y Dios es de esta forma: Premisa Mayor: Hay una diferencia infinita, radical, cualitativa entre Dios y humanos. Esto quiere decir que no podemos conseguir absolutamente nada; es Dios quien da todo. Es él quien trae la fe de una persona, y así consecuentemente. Esta es gracia, y esta es la mayor premisa del Cristianismo. Premisa Menor: Aunque no podemos conseguir cosa alguna, incondicionalmente cosa alguna, podemos, con la fe, atrevernos en toda nuestra niñez a involucrarnos con Dios.
Si la premisa mayor es todo, entonces Dios se vuelve tan infinitamente grande que no puede haber relación entre Dios y el ser humano individual. La vida de un individuo singular nunca despega. Es un fraude elevar a Dios tan alto. La dificultad está en tener una concepción infinita de la majestad de Dios y de la gloria de Cristo y luego la apertura infantil de involucrarse con ellos en tu vida personal en una forma totalmente infantil.
Sí, ¿quién en todo el mundo puede o se atreve a arriesgarse involucrándose con Dios cuando el propio número de serie en la raza es, por ejemplo, No. 27,000,000,000 y demás? Pero no debes pensar así. Debes simplemente cerrar tus ojos, pensar solo en Dios, convertirte en un pobre y único ser humano a quien el amor infinito de Dios le da una apertura infantil, y sobre la cual se regocija en el hecho de que cada ser humano tiene permiso de hacer esto – sí, debe hacer esto.
¡Oh, que puedas aprender a pensar humanamente en Dios! No quiero decir que te debas volver un amiguito – amiguito de Dios. No, primero que nada, primero la concepción infinita de la infinita majestad de Dios, y luego, luego lo siguiente, la apertura infantil de involucrarte con él de forma sincera y verdadera. Desafortunadamente el Cristianismo ha hecho a Dios tan sublime que a la larga le hemos desaparecido y quitado de nuestra vida.
Si un Árabe del desierto buscando agua descubriera repentinamente un manantial en su tienda, de forma que tuviera siempre agua en abundancia – ¡qué afortunado se consideraría! Es igual con una persona que siempre ha acudido a lo externo, pensando que su felicidad está fuera de sí. Si tan solo mirara hacia adentro y descubriera el manantial que yace dentro suyo, por no decir del manantial que Dios ofrece en una relación.
“Él debe incrementar, pero yo debo decrecer” es la ley para atraer a Dios. Pero entonces en algún sentido ¿pierdo a Dios? ¿Cómo? Pues verdaderamente, ¡él incrementa! No, si pierdo cualquier cosa, me pierdo a mí mismo.
Mientras más viva uno con Dios más infinito se vuelve Dios – y menos se vuelve uno mismo. Tristemente, como un niño uno piensa que Dios y el hombre pueden jugar felizmente juntos. Como un joven que sueña que si verdaderamente hace un esfuerzo, como alguien apasionadamente enamorado, entonces esa relación con Dios aun así será alcanzada. Tristemente, cuando uno madura y descubre qué tan infinito es Dios, descubre la distancia infinita. Dios es personal. Ese tema es suficientemente cierto. Pero a menos que algo más suceda, no has avanzado. No, Dios es verdaderamente personal, pero aun así no es consecuentemente algo estrictamente personal para ti. Toma una relación humana. Una persona superior es ciertamente personal, pero ¿acaso no tiene en su poder ser personal en su relación con el que es inferior o relacionarse objetivamente con este?
De tal forma es con Dios. Sí, es personal, pero si lo será respecto a ti depende en si así le place a Dios. Es la gracia de Dios si será personal en su relación contigo. Y si tiras esta gracia, te castiga relacionándose contigo objetivamente. Y en este sentido puede ser dicho que el mundo (a pesar de las pruebas) no tiene un Dios personal. La verdad es que hace mucho que dejó de haber personas capaces de soportar la presión y el peso de tener un Dios personal.
Dios es el único poder que no hace ofertas o rebajas; sus precios permanecer eternamente sin cambio.
La meta no está en fundirse en Dios a través de una disolución o un océano divino. No, en una conciencia intensificada “una persona debe rendir cuentas por cada palabra que haya pronunciado al descuido.” Aun cuando la gracia desaparece el pecado, la unión con Dios aun así se lleva a cabo en la personalidad que se haya clarificado e intensificado al máximo.
Dios no cambia. Pero esta falta de cambio no es una fría indiferencia, un desdén devastador, una distancia ambigua, que el entendimiento insensible celebra. No, al contrario, esta falta de cambio es íntima y cálida y siempre presente en todas partes. Dios es amor sin cambio.
Imagina un viajero solitario, un vagabundo del desierto. Casi quemado por el calor del sol, languideciendo de sed, encuentra un manantial. ¡Oh, frescura refrescante! Ahora Dios debe ser alabado, se dice – y sin embargo es un mero manantial el que encontró. ¡Qué entonces de quien encuentra a Dios! También debe decir, “Dios debe ser alabado, he encontrado a Dios – ahora estoy bien provisto. Tu fresca fidelidad, oh manantial amado, no está sujeta a cambio. En el frío del invierno, si el invierno visitara este lugar, no te enfriarías, sino mantendrías tu frescura sin cambio, ¡pues las aguas de este manantial no se hielan! En el calor de medio día en el verano conservas precisamente la misma frescura, ¡pues las aguas de tu manantial no se entibian!” No hay nada ilusorio en lo que dice, ninguna falsa exageración en su elegía.
Tú, oh Dios, tú que eres incambiable, tu que estás siempre e invariablemente para ser encontrado, y siempre para ser encontrado sin cambio. Ya sea en la vida o en la muerte, nadie viaja tan lejos que no seas encontrado, que no estés allí, tú que estás en todas partes. No es así con los pozos y manantiales de la tierra, pues estos solo se encuentran en lugares especiales. Y además - ¡certeza abrumadora! – no permaneces, como el manantial, en un solo lugar, sino que sigues al viajero en su camino. ¡Qué pobre e inadecuada descripción de lo que eres! Eres un manantial que en sí mismo busca al viajero sediento, al errante vagabundo. ¡Quién ha escuchado de tal manantial! Así eres incambiable siempre y siempre se te puede encontrar en todas partes. Y cuando cualquier ser humano viene a ti, de cualquier edad, en cualquier momento del día, en cualquier estado, si viene con sinceridad siempre encuentra tu amor igualmente cálido, como la frescura incambiable del manantial, ¡oh, tú que eres incambiable!
Respecto a Dios, el cómo es el qué. Aquel que no se involucra a sí mismo con Dios en forma de devoción absoluta no se involucra con Dios. En su relación con Dios uno no se puede involucrar a sí mismo hasta cierto punto. Dios es precisamente la contradicción de todo lo que es “hasta cierto punto.”
Una relación de segunda mano con Dios es tan imposible y tan absurda como enamorarse de segunda mano.
Involucrarse con Dios en cualquier otra forma que siendo herido es imposible.
Cuando los niños están juntos todo el día, naturalmente juegan los unos con los otros. Pero qué sucede – repentinamente llega el mensaje de que el pequeño Peter, Christian, Soren, Hans, o como sea que se llame el niño, debe ir a casa. Es lo mismo con nosotros adultos. Vamos y platicamos unos con otros sobre lo que queremos ser en el mundo, que queremos ser esto o aquello, y parece que somos tan sinceros como cualquier otra persona. Pero qué sucede – repentinamente llega el mensaje que debemos volver a casa. Es decir, que Dios nos llama. Esto, verás, es la razón por la que el individuo verdaderamente religioso no puede involucrarse en la extraña sinceridad solemne que es tan común en el mundo, aquella que deja fuera a Dios. El niño no puede permitirse ser atrapado a la ilusión que su relación con los otros niños lo es todo – pues entonces llega el mensaje de que debe volver a casa. Lo mismo pasa con nosotros.
No comenzamos a comprender a Dios hasta que nos damos cuenta primero que somos comprendidos por él.
Quienquiera que no desee hundirse en la miseria de lo finito está obligado en el sentido más profundo a combatir con lo infinito.
Dios puede imprimirse en una persona cuando ésta misma se ha vuelto nada. Cuando el océano está ejerciendo todo su poder, ese es precisamente el momento en que no puede reflejar la imagen del cielo, e incluso el menor movimiento hace la imagen difusa. Pero cuando se vuelve quieto y profundo, entonces la imagen del cielo se hunde en su nada.
La persona introspectiva no mira los regalos sino a Aquel que los da. Sabe que Dios no solo da regalos, sino se da a sí mismo con ellos. Y esto es lo único que importa.
Oh Dios, que las dichas no nos separen de ti en el olvido del placer; ni la pena ponga una barrera entre tú y nosotros. Danos lo que desees – pero da tan solo el testimonio de tu regalo, y con ello a ti mismo.
No es porque tienes un padre, o porque la gente en general tiene padres, que Dios es llamado Padre en el cielo. Más bien, es porque él es tu padre que es nombrada toda la paternidad en el cielo y la tierra.
La cosa más simple y humilde es amar a Dios porque lo necesitas. Puede parecer algo arrogante amar a dios porque es tan perfecto, puede parecer tan egoísta amarlo porque lo necesitas, sin embargo esta última forma es la única forma en que puedes verdaderamente amarlo. ¡Pobre de aquel que se hace fuerte para amar a Dios sin necesitarlo! Aquel que reconoce con mayor profundidad su necesidad de Dios le ama con mayor verdad. No debes presumir de amar a Dios solo por Dios mismo. No, debes entender que el bienestar de tu vida depende eternamente de tu necesidad, y por esta razón y únicamente por esta razón debes amarlo.
La diferencia que hacemos entre dormir y despertar es tan solo una distinción imaginaria, como si necesitáramos que Dios nos cuidara mientras dormimos, mientras que podemos cuidarnos a nosotros mismos mientras estamos despiertos.
En lugar de predicar todas estas virtudes arrogantes, sobre la fe, la esperanza, el amor, sobre amar a Dios y demás, alguien debería decir: Nunca te involucres con Dios, y sobre todo nunca lo hagas en una forma realmente íntima. Involúcrate con los hombres e imagina que junto con ellos pueden involucrarse con Dios, pues tú nombras el nombre de Dios tan insignificantemente como los médicos garrapatean embellecimientos en sus recetas. Nunca te permitas estar a solas con Dios a menos que te aventures demasiado lejos, pero mira que tu relación con Dios sea igual que la de todos los demás de forma que tengas alguien que te asista de inmediato si Dios te deja sacudido. Si hablaras de esta forma hablarías más acertadamente que si usaras todas esas frases religiosas de alto vuelo, las que a través de las generaciones se han vuelto perfeccionadas tan lindamente.
Muchos se relacionan con Dios de forma que les vaya bien en la tierra – consecuentemente para sacar provecho de Dios en un sentido terreno. Muchos también se relacionan con Dios para poder ser salvados de pecado, para poder encontrar un juez misericordioso. ¿Existe alguna diferencia?

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