PENSAMIENTOS QUE CURAN
RADICALMENTE: EXTRACTOS Y AFORISMOS
-Ansiedad y Desesperación-
Aprende a satisfacerte con
poco - ¿Negarías que esto es bastante?
No es solo el pobre quien
tiene hambre. Hay un hambre que todos los tesoros del mundo no pueden saciar, y
aun así esta hambre es para ellos. Hay una sed que todos los torrentes de
sobreabundancia no pueden apagar, y aun así esta sed es para ellos. Sé muy bien
que hay una ansiedad, secreta y privada, por la pérdida.
"Arroja todo lo que te
importa a Dios." Debes arrojar toda tu preocupación; si no arrojas
toda tu preocupación, la retienes y no te vuelves absolutamente gozoso. Y si no
la arrojas absolutamente hacia Dios, sino en otra dirección, no te has deshecho
absolutamente de ella. De una forma u otra, regresará, lo más probable es que
sea bajo la forma de una pena mayor y más amarga. Pues arrojar la preocupación a
algo que no sea Dios - eso es mera distracción. Pero la distracción es un
remedio de lo más dudoso y ambiguo.
La ansiedad por el día
siguiente es comúnmente asociada a la ansiedad por la subsistencia. Esto es
una visión muy superficial. El día siguiente - esto es un gancho por el que el
monstruo poderoso de la ansiedad se afianza de la ligera barca del individuo.
Si tiene éxito, el individuo queda bajo el dominio de ese poder. El día
siguiente es el primer eslabón de una cadena que ancla a una persona a la
ansiedad superflua que es del maligno. El día siguiente - es extraño en verdad,
pues comúnmente cuando uno es sentenciado de por vida, la sentencia dice
"de por vida," pero quien se sentencia a la ansiedad "por el día
siguiente," se sentencia de por vida.
Aquel que rema en un bote
le da la espalda a la meta por la que trabaja. Así es con el día siguiente.
Cuando con la ayuda de la eternidad uno vive absorto en el hoy, le da la
espalda al día siguiente. Mientras más absorto esté en el hoy, con mayor decisión
le da la espalda al día siguiente, de forma que no lo ve en lo absoluto. Si se
voltea, la eternidad se confunde ante sus ojos, se vuelve el día siguiente.
Pero si en favor de trabajar con mayor efectividad hacia la meta (la eternidad)
le da la espalda, no ve el día siguiente en lo absoluto. Con la ayuda de la
eternidad ve muy claramente el hoy y su tarea.
Si has de trabajar fructíferamente hoy, debes estar en esta posición.
Siempre involucra retraso y distracción querer mirar con impaciencia cada
instante hacia la meta, ver si ya te has acercado un poco más, y luego otro
tanto. No, sé resuelto eterna y seriamente, dedícate completamente a la labor y
dale la espalda a la meta. Tal es la posición para remar en un bote, pero también
es la posición cuando crees.
Podrías pensar que el creyente está muy lejos de lo eterno cuando le
da la espalda y vive en el hoy, mientras que el que atisba se pone de pie y
mira hacia él. Y sin embargo es el creyente que está más cerca de lo eterno,
mientras que el visionario apocalíptico está más lejos de lo eterno. La fe le
da la espalda a lo eterno para, precisamente, tener esto con él hoy.
¡Padre en el cielo! Lleva nuestros
corazones a ti de forma que nuestro anhelo esté donde nuestro tesoro debería
estar. Gira nuestras mentes y pensamientos a donde está nuestra ciudadanía - en
tu reino, de forma que cuando finalmente nos lleves de aquí nuestra partida no
sea una separación dolorosa sino una unión gozosa contigo. No sabemos el lugar
o la hora, quizá aún queda un largo camino ante nosotros, y cuando la fuerza se
nos quite, cuando la fatiga nuble nuestros ojos de forma que miremos como desde
la noche oscura, y cuando los deseos inquietos se agiten dentro de nosotros,
anhelos salvajes e impacientes, y el corazón gruña en temerosa anticipación de
lo que ha de venir, oh Señor Dios, fija en nuestros corazones la convicción de
que también mientras vivimos, te pertenecemos.
-Convertirse en Cristiano-
Lo mejor es que uno se
convierta en Cristiano - sin "Cristianismo."
Un Cristiano no puede nacer.
No, el individuo se convierte en Cristiano.
Es algo muy incierto criar
a un niño en el Cristianismo. El niño no tiene verdadera conciencia del pecado.
¿Qué entonces? Toma una analogía. Descríbele al niño el médico familiar como un
hombre raro y amable. ¿Qué pasa? El niño cree que es muy posible que exista un
hombre tan raro. Gustosamente yo lo creería, pero también me mantendría lejos
de él. El hecho de ser objeto de su amor especial querría decir que estoy
enfermo, y estar enfermo no es divertido. Por ello, estoy lejos de sentirme
feliz al pensar que le han llamado.
Cuando uno está verdaderamente enfermo y la enfermedad es seria,
entonces uno es muy feliz de que haya un médico, pero cuando uno no está
enfermo, o no tiene idea alguna de lo que es estar enfermo, entonces "el médico"
es verdaderamente un pensamiento muy desagradable. Por ello, en la relación del
niño con el Cristianismo, o lo que es verdaderamente Cristianismo debe dejarse aparte,
y entonces, ¿qué quiere decir una crianza en el Cristianismo? - o se le debe
enseñar la verdad, y entonces el niño es llevado a temer al Cristianismo más
que a ser feliz con él.
Si todo el asunto de criar a un niño en el Cristianismo no se quiere
que sea patraña, la gente necesita darse cuenta de esto. Los académicos quieren
hacer al Cristianismo una mitología. Sin embargo, no nos damos cuenta que lo
que generalmente se hace pasar por la educación Cristiana de los niños también
es mitología.
No es sino hasta que una
persona se ha vuelto tan torcida que su único deseo, su único consuelo, es
morir - no es sino hasta entonces que el Cristianismo comienza verdaderamente.
Cuando el Cristianismo entró en
el mundo, la gente no era Cristiana, y la dificultad estaba en convertirse
en Cristiano.
Todos saben que saltar del
sitio donde estás y volver a caer al mismo sitio es uno de los saltos más difíciles
de hacer. El salto se vuelve más fácil si hay un espacio entre el sitio de
donde saltas y el sitio donde caerás. De forma similar, la decisión más difícil
es aquella en donde aquel que decide no se distancia de la decisión (como el no
creyente que tiene que decidir si es quiere ser Cristiano) y donde la decisión
parece ya estar hecha.
Si no soy creyente y la decisión es convertirse en Cristiano, entonces
el Cristianismo me puede ayudar a tomar la decisión. La distancia entre yo y él
ayuda tanto como una carrera ayuda a un saltador. Pero si la decisión ya parece
estar hecha, si ya soy un "Cristiano" (es decir, ya estoy bautizado,
voy a misa, etc., lo que aun así está sólo en el reino de la posibilidad),
entonces no hay nada que pueda ayudarme a darme cuenta apropiadamente de la
decisión. En resumen, es más fácil convertirse en Cristiano si uno no es
Cristiano que convertirse en Cristiano si uno ya se supone que lo es.
Nadie puede hacer una
transición directa a convertirse en Cristiano. No, nacidos en el pecado, cada
persona vive en un mundo pecador. La llamada bondad natural humana es, en
realidad, tan mala como el desafío. Tan pronto como el Cristianismo entra en
contacto con esta bondad natural humana, esta bondad se enfurece. ¡Ten cuidado
con la bondad humana!
Solo una persona de
voluntad puede convertirse en Cristiano; pues solo una persona de voluntad
tiene una voluntad que pueda romperse. Pero una persona de voluntad cuya
voluntad es rota por Dios es un Cristiano. Mientras más fuerte sea la voluntad
natural, más profundo será el rompimiento y será un mejor Cristiano. Esto es lo
que se describe con la frase expresiva: la nueva obediencia. Una persona
Cristiana ya no desea que se haga su propia voluntad, sino que con la pasión de
su voluntad rota - radicalmente cambiada - desea otra voluntad.
El Cristianismo no se relaciona
tanto con transformar el intelecto - sino con transformar la voluntad. Pero
esta transformación es la más dolorosa de todas las operaciones, comparable sólo
con la vivisección. Y porque es tan aterradora, convertirse en Cristiano ha
cambiado hace mucho tiempo. Ahora es tan solo asunto de remodelar el intelecto.
El Cristianismo Bíblico se
ocupa de nuestra voluntad, con cambiar la voluntad. Todo es tocado por esto,
todas las instrucciones (renunciar al mundo, negarse el propio ser, morir para
el mundo, y todo lo demás, también odiarse a sí mismo, amar a Dios) están
conectadas con una idea fundamental: la transformación de la voluntad.
Ser un Cristiano es, en el más
alto sentido, tan diferente de ser un
ser humano como, en el sentido más bajo, ser un ser humano es tan diferente de
ser una bestia. Un Cristiano es literalmente un extraño y un peregrino. Todos
sienten que este individuo les es ajeno.
La relación con Cristo es
el asunto decisivo. Puedes informarte detalladamente de lo que es el Cristianismo
como un todo, puedes saber cómo explicarlo, presentarlo y exponerlo - pero si
con todo esto piensas que tu propia relación con Cristo es asunto de
indiferencia, entonces eres un pagano.
Esto es Cristianismo: Deja
que una persona comience a comprender seriamente su necesidad de Cristo. Deja
que literalmente dé toda su fortuna a los pobres, literalmente ame a su prójimo,
y así en adelante, y pronto aprenderá a necesitar a Cristo. El Cristianismo es
un traje que a primera vista luce muy atractivo, pero en cuanto te lo pones -
entonces necesitas la ayuda de Cristo para poder vivir en él.
Respecto a los peregrinajes,
Gregorio de Niza lo dice de forma inmejorable: "No te acercas más a Dios
cambiando de lugar." Oh no, está muy claro que esto sólo se consigue cambiándote
a ti mismo.
El Cristianismo no ha venido para
poder desarrollar virtudes heroicas en el individuo sino para quitar el egoísmo.
No es asunto de mejorarte a ti mismo hasta cierto punto máximo. Pues esto tan fácilmente
puede ser nada más que egoísmo y orgullo.
Subrayar que la humanidad
necesita el Cristianismo y luego probarlo y demostrarlo es erróneo. El
señalamiento Cristiano es: Yo necesito
a Cristo.
La voluntad de Cristo es
esta: un examen donde uno no puede hacer trampas.
Aunque los escribas podían decir
donde debía nacer el Mesías, se quedaron tranquilamente en Jerusalén. No
acompañaron a los Reyes Magos a buscarlo. De forma similar uno puede saber todo
el Cristianismo, y sin embargo no hacer movimiento alguno. ¡Qué diferencia! Los
tres Reyes Magos tenían solamente un rumor. Pero los llevó a hacer un largo
viaje. Los escribas estaban mejor informados. Se sentaron y estudiaron las
Escrituras como tantos otros académicos, pero esto no les hizo moverse. ¿Quién tuvo
mayor verdad? ¿Los tres reyes que siguieron un rumor, o los escribas que se
quedaron sentados con todo su conocimiento?
Qué desconcertante debió ser para los reyes, ¡que los escribas que les
dieron las noticias se quedaron quietos en Jerusalén! Nos están engañando,
pudieron pensar los reyes. Pues es realmente una auto contradicción que los
escribas tuvieran el conocimiento y sin embargo se quedaran quietos. Es tan
serio como si una persona sabe del Cristianismo, y su propia vida expresa lo
opuesto. Podemos estar tentados a suponer que nos quiere hacer tontos, a menos
que admitamos que se está haciendo tonto a sí mismo.
Al seguir a Cristo, no hay
palabrería de lo que sucederá después.
-La Biblia-
¿Qué debes hacer para mirar honestamente
en el espejo de la Palabra? El primer requisito es que no debes mirar al espejo
sino debes mirar en el espejo y verte a ti mismo. La Palabra de Dios es
verdaderamente un espejo. Pero, oh, qué enormemente complicado lo hacemos. ¿Qué
tanto pertenece a la Palabra de Dios? ¿Qué libros son auténticos? ¿Son verdaderamente
escritos por los apóstoles, y son ellos realmente dignos de confianza? Y en lo
que respecta a formas de leerla, hay treinta mil formas diferentes. Y luego hay
esta masa de académicos y opiniones, y opiniones educadas e ignorantes sobre cómo
se debe entender un pasaje particular. ¿No es verdad que todo esto parece ser más
bien complicado? La palabra de Dios es el espejo - pero mira, este asunto del
espejo es tan confuso que probablemente no llegaré a verlo por mí mismo.
Si la Palabra de Dios es meramente
una doctrina, entonces no es un espejo. Una doctrina objetiva no puede ser
llamada un espejo. Es tan imposible mirarte en una doctrina como lo es mirarte
en una pared. Y si te quieres relacionar intelectualmente con la Palabra de
Dios, no puede haber duda de mirarte a ti mismo en el espejo. Se necesita de
una personalidad, de un Yo, para poder mirarse en un espejo. Mientras leas la
Palabra de Dios debes decirte incesantemente: Soy Yo quien habla; es de Mí de
quien se habla. Lo que hace una
confusión tan grande es cómo todo mundo se siente llamado a formular una teoría
y obligar a todos los demás a ella. Alguien tiene una impresión del
Cristianismo. ¡Presto! Ahora debe haber una teoría, y todos deben suscribirse a
esta teoría. Entonces se ocupa en desarrollar aún más esta teoría. Y entonces
su teoría es atacada, y él la defiende - moviéndose constantemente de la
verdadera religiosidad. No llega a actuar personalmente de acuerdo a la teoría
sino logra introducir una teoría sobre la oposición a la teoría.
No, en lo que se debería insistir es en que debo sentirme obligado a
obedecer el Nuevo Testamento, no teorizar al respecto. No puedo obligar a
otros. Solo puedo decir simplemente: me siento obligado de esta forma y me
expresaré de esta forma en la acción. La verdad no trata de conseguir que un
grupo de gente se sienta obligada conmigo o con mi concepción. No, cada persona
debe estar a solas ante Dios y sentirse obligado por él.
¿Qué es el Nuevo Testamento? Un
manual para aquellos que serán sacrificados.
De acuerdo a la mentalidad de
nuestros días uno pensaría que Dios pudo haber pospuesto nacer hasta que se
inventara la imprenta, que debió haberse conseguido una, dos, tres imprentas de
alta velocidad. ¡Qué sátira tan grande a la raza humana que la Palabra de Dios
se haya puesto en el mundo tal como fue! ¡Qué sátira para la raza humana que
todo se haga peor y peor mientras los medios de comunicación crecen mejores y
mejores!
¡Padre en el Cielo! Tú, oh
Dios, tú das tu Palabra como regalo. Y si encuentras aunque sea un poco de
voluntad de nuestra parte, estás pronto a nuestro alcance. Con paciencia divina
deletreas la Palabra para que podamos entenderla correctamente; y entonces eres
aquel que, nuevamente con paciencia mayor que humana - verdaderamente, divina -
nos llevas de la mano y nos ayudas cuando luchamos por actuar de acuerdo a
ella. ¡Tú, Padre nuestro en el Cielo!
Una jovencita tiene dieciséis
años y es el día de su confirmación. Entre otros regalos, también recibe una
hermosa edición del Nuevo Testamento. ¡Mira, esto es lo que llamamos
Cristianismo bíblico! De hecho no esperamos que lo lea, no más que el resto de
nosotros. Recibe este libro como salvaguarda de su vida: "Aquí encontrarás
el consuelo si llegaras a necesitarlo," le decimos. Desde luego, no
esperamos que lo lea, de otra forma podría descubrir que hay verdaderos
terrores allí. Pues en comparación con las persecuciones vistas allí, las
dificultades ordinarias de este mundo no son más que tonterías.
Mirarte a ti mismo es
morir, morir a todas las ilusiones e hipocresías. Toma un gran coraje atreverse
a mirarse a sí mismo - algo que solo puede tener lugar en el espejo de la
Palabra. Debes querer solo la verdad, nunca desear vanamente ser adulado ni en
auto tormento querer ser un demonio puro.
-Cristo-
El nacimiento de Cristo es
un suceso no sólo en la tierra, sino también en el cielo. Nuestra justificación
es también un evento no sólo en la tierra, sino también en el cielo.
Cristo es Dios tanto como
es hombre - tal como el cielo parece estar en lo profundo del mar tanto como
está por encima del mar.
Cristo camina por la historia como
caminó en la vida - entre dos ladrones.
Cristo no siempre está sentado
a la derecha del Padre. No, cuando los peligros amenazan, se levanta, se yergue
de pie, tal como Esteban le vio de pie a la derecha del Padre.
Cristo no es amor acorde a
la noción humana del amor. Es la verdad, la verdad absoluta. Por ello no se
defiende a sí mismo. Nos permite volvernos culpables de su muerte que revela la
verdad en la forma más radical.
¿Por qué no se puede llamar
a Cristo un mártir? Porque no era testigo de la verdad sino era "la
verdad", y su muerte no fue un martirio sino una Redención.
Cristo es la paradoja, el
Dios-hombre. Es la propia fusión de Dios y el hombre socialmente
insignificante. Pero esta no es la forma en que nosotros Cristianos nos gusta
pensarle. Consideramos a Jesucristo como un gran hombre que vivió
incomprendido, pero que después de su muerte se convirtió en alguien grande. Y
así es como queremos ser. ¡Ajá! Es por esto que el Cristianismo de hoy es una
tontería. Se quita todo el peligro. No, Jesucristo es el signo de ofensa y el
objeto de la fe. Solo en la eternidad es que está en su gloria. Aquí en la
tierra no se le debe presentar en ninguna otra manera que en su insignificancia
social - de forma que todos puedan ser ofendidos o creer.
Cristo quiso ser alguien socialmente insignificante. El hecho de que
descendió del cielo para tomar la forma de un sirviente no es algo accidental
que ahora deba ser puesto en el fondo y olvidado. No, cada verdadero seguidor
de Cristo debe expresar existencialmente la misma cosa - que la insignificancia
y la ofensa son inseparables de ser un Cristiano. Tan pronto como se gana la
menor ventaja mundana predicando o siguiendo a Cristo, entonces el zorro está
en el gallinero.
Cristo se humilló a sí mismo -
no: fue humillado.
Debe mantenerse firmemente que
Cristo no vino al mundo solo para dejar un ejemplo para nosotros. Si tal
fuera el caso tendríamos la ley y la rectitud de las obras nuevamente. Viene a
salvarnos y de esta forma a ser nuestro ejemplo. Su mismo ejemplo debe
humillarnos, enseñarnos que tan infinitamente lejos estamos de asemejarnos a él.
Cuando nos humillamos, entonces Cristo es compasión pura. Y en nuestra lucha por
acercarnos a él, es entonces nuestra misma ayuda. Alterna: cuando luchamos,
entonces es nuestro ejemplo; y cuando tropezamos, perdemos coraje, entonces es
el amor que nos ayuda. Y entonces es nuestro ejemplo nuevamente.
Cristo es cualquier cosa menos un
profesor asistente que enseñe a párrocos o dicte párrafos para escribas de mano
corta - hace lo exactamente opuesto, revela los pensamientos de los corazones.
Cristo es en sí mismo el camino.
No había muchos caminos del que Cristo tomó uno - no, Cristo es el camino.
Señor Jesús, hay tantas cosas que
nos atraen, y cada uno de nosotros tiene su atracción particular. ¡Pero tu
atracción es eternamente la más fuerte! Por ello, llévanos con mayor fuerza
hacia ti.
Cuando pienso en el insípido,
dulce, empalagoso concepto del Salvador, el tipo de Salvador que la Cristiandad
adora y ofrece en venta, leer sus propias palabras de sí mismo tiene el efecto
más extraño: "He venido a arrojar fuego", venido a producir una
división que puede partir los lazos más sagrados, los lazos que Dios mismo ha
santificado, los lazos entre padre e hijo, esposa y esposo, padres y niños.
Cristo no enseñó sobre
morir-para-el-mundo; él mismo es lo que significa morir para el mundo.
Cuando las puertas estaban
cerradas, Cristo vino a sus discípulos. Así deben estar las puertas
cerradas, cerradas para el mundo - y entonces Cristo viene, a través de las
puertas cerradas; de hecho, también viene desde adentro.
Uno puede preguntar: ¿Cómo
es posible que se pudiera condenar a muerte a Cristo, alguien que nunca buscó
su propia ventaja? ¿Cómo es posible que cualquier poder o persona pudiera
chocar con él? La respuesta: Era precisamente por esta razón que fue condenado
a muerte. Es por esto que los más bajos y los más poderosos eran igualmente
exasperados por él, pues cada uno de ellos estaba buscando su propia ventaja y
querían que él mostrara su solidaridad con ellos en egoísmo. Fue crucificado
precisamente porque era amor, es decir, porque se rehusó a ser egoísta. Era
tanto una ofensa para los poderosos como para los más bajos. No pertenecía a
partido alguno, sino deseaba ser lo que era, es decir, la Verdad y ser esto en
amor.
Cristo nació en un pesebre,
envuelto en harapos, recostado entre la paja - tan poco importante era este
niño aparentemente, tan pobremente valorado. E inmediatamente después este niño
era tan valioso que le costó la vida a los niños de Belén. Tal es el
desperdicio que puede tener lugar en relación con este niño.
-Cristiandad y Cristianismo falso-
"Oro y plata no tengo, pero te doy lo
que tengo; levántate y anda," dijo Pedro. Después el clero decía: Oro y
plata tenemos - pero no tenemos nada para dar.
La existencia de una Iglesia Establecida es
una cuestión de dinero, y el silencio solemne del clero tiene una explicación
perfectamente simple, que corresponde a lo que sucede en los negocios cuando se
le pide el dinero a un deudor y quizá al principio trata de zafarse
pretendiendo que no escuchó.
La Cristiandad es una sociedad de
personas que se llaman a sí mismas Cristianas porque se ocupan en obtener
información de aquellos que mucho tiempo atrás se sometieron al examen de
Cristo - faltos de espíritu olvidan que ellos mismos están ante ese examen.
Uno pensaría que la omnipotencia del
dinero podría naufragar contra la roca del Cristianismo, que proclamó que un
hombre rico tendrá dificultad en entrar al reino de
Dios. Sí, de
tal forma era originalmente, pero luego los sirvientes-empleados ordenados, los
cambistas del Cristianismo, se apoderaron de las cosas, y el Cristianismo fue
mejorado de forma práctica y se extendió triunfalmente por sobre los reinos y
naciones.
La Iglesia establecida es más peligrosa
para el Cristianismo que la herejía del sisma. Jugamos al Cristianismo. Usamos
toda la terminología ortodoxa Cristiana - pero todo, todo se hace sin carácter.
Sí, simplemente no somos capaces de reconocer una herejía o un sisma. Hay algo
terrible en el hecho de que la cosa más peligrosa de todas, jugar al
Cristianismo, nunca se incluya en la lista de herejías y sismas.
Imagina una fortaleza, absolutamente
impenetrable, aprovisionada por la eternidad. Un nuevo comandante llega. Se le
ocurre que lo correcto es construir puentes sobre los fosos - para poder atacar
a los asaltantes. ¡Adorable! Ha transformado la fortaleza en una villa, y el
enemigo la capturó, naturalmente. De tal forma es con el Cristianismo.
Cambiamos el método - y el mundo ganó, naturalmente.
El Cristianismo ha sido abolido más o
menos así: la vida se hizo más fácil.
La Cristiandad juega el juego de tomar
a Dios por la nariz: Dios es amor, quiere decir que me ama - ¡Amén!
El Cristianismo es un regalo de Dios,
pero en lugar de recibir el regalo, nos hemos tomado la tarea de envolverlo, y
cada generación ha creado una nueva envoltura sobre las otras.
Imagina una familia de sangre noble que
es rebajada a la esclavitud como castigo por un crimen. Imagina alguien de la
décima generación con una historia de ocho o nueve generaciones que han vivido
como esclavos. El resultado es que probablemente ese hombre de la décima generación
está muy satisfecho con las condiciones de su vida, se siente en casa en su
estado de nacimiento, que era el de su padre antes que él, y el de su abuelo
antes que éste. Ahora, si alguien viniera y le explicara a este hombre de la
décima generación que es de un linaje noble, se reirían de él con desprecio y
descubriría que las personas con quienes se involucra son a las que menos les
importa. Sí, incluso se vuelven amargadas porque alguien viene a interrumpir su
rutina, la rutina en la que habían vivido en contentamiento por largo tiempo.
De tal forma
es con el Cristianismo, el Cristianismo señala a la caída (Génesis. 3) como su propia presuposición. Pero mientras tanto, a
través de las consecuencias de la repetición, la caída se ha convertido en un
hábito tan terrible que es como un enorme paréntesis, tan colosal que nadie
tiene la suficiente visión para ver que es un paréntesis. Y dentro de este
paréntesis la vida va lujuriosamente. La degradación continúa, y constantemente
aumenta en proporción de generación en generación. La siguiente generación se
vuelve menos importante que su predecesora, con cuya insignificancia empezó, y
es también más numerosa. Y ahora los dos grandes poderes, insignificancia y
cantidad, se unen para reducir a la humanidad a tal trivialidad que el
Cristianismo del Nuevo Testamento, si se hace entrar en contacto con él, es
mirado como tontería.
Sin embargo,
hace mucho que hemos olvidado que la caída es un paréntesis al que hemos
entrado, y que el Cristianismo fue introducido precisamente como un rompimiento
divino. No, vivimos agradablemente en el paréntesis, propagamos la raza, y
organizamos la historia mundial - y todo es un paréntesis. Pregunta: ¿es
inmortal el hombre-paréntesis?
Piensa en una muy larga vía de tren -
pero hace mucho que la locomotora se salió de ella. La Cristiandad es así.
Generación tras generación ha continuado imperturbablemente uniendo el enorme
tren de la nueva generación al anterior, solemnemente diciendo: Nos
afianzaremos firmemente a la fe de nuestros padres. Así la Cristiandad se ha
vuelto lo exactamente opuesto de lo que es el Cristianismo. El Cristianismo es
inquietud, la inquietud de lo eterno. Cualquier comparación que se haga es
blanda y tediosa - a tal grado que la inquietud de lo eterno es inquieta. La
Cristiandad es tranquilidad. Qué adorable, la tranquilidad de literalmente no
moverse.
En el llamado Cristianismo hemos hecho
de la Navidad un enorme festival. Esto es muy falso, y no era así en la Iglesia
Temprana. Confundimos el infantilismo con el Cristianismo - con toda nuestra
enfermiza sentimentalidad, nuestros dulces y nuestros pesebres. En lugar de
permanecer conscientes de estar en un conflicto que marca la vida de una fe
verdadera, nosotros Cristianos nos hemos puesto a nuestras anchas y acomodado
en una existencia confortable y acogedora. No sorprende entonces que la Navidad
se haya vuelto no más que una hermosa festividad.
Piensa en un hospital. Los pacientes
mueren como moscas. Se prueban todos los métodos para mejorar las cosas. No
sirve de nada. ¿De dónde viene esta enfermedad? Viene del edificio, todo el
edificio está lleno de veneno. De esta forma es en la esfera religiosa. Una
persona piensa que ayudaría si tuviéramos un nuevo misal, otra un nuevo libro
de altar, otra un servicio musical, y así. Pero nada sirve. Viene del edificio.
Todo este montón de escombros de la Iglesia establecida, que no se ha ventilado
desde tiempos inmemoriales, espiritualmente hablando - el aire dentro de este
cobertizo se ha vuelto veneno. Y por esta razón la esfera religiosa está
enferma o se ha muerto.
Al hablarle al aprendiz, el maestro a
veces se expresa en términos menores cuando habla de cosas mayores, pero lo
hace de tal forma que el aprendiz lo entienda. Dice, por ejemplo, "Mañana
será un día divertido" y quiere decir con esto que será un día riguroso
con mucho por hacer, lo que en cierto sentido mayor también puede ser
divertido. Pero supón que el aprendiz se tomara la libertad de pretender que no
entendió y se distraiga todo el día. Cuando el maestro le reclame, él
responderá "¿No dijo usted que mañana debía ser un día divertido?"
¿El maestro toleraría esto?
De tal forma
es con el Cristianismo. En su lenguaje majestuoso Dios ha proclamado un gran
gozo para nosotros - un gran gozo. Sí, Dios no puede hablar de ninguna otra
manera de la gran meta que tiene para nosotros. ¿Y qué es la Cristiandad? La
Cristiandad es el niño tramposo que pretende que no entiende lo que Dios quiere
decir sino que piensa que como es un gran gozo la tarea debe ser disfrutar completamente
la vida. ¿Acaso Dios tolera esto?
Hubo una vez en que aprender a leer era
un asunto riguroso; tomaba mucho trabajo duro. Pero eventualmente se diseñó la
teoría que todo debería ser disfrutable. Así que se introdujo la práctica de
hacer una pequeña fiesta después de una hora de lectura, y los A Be Cés fueron
acompañados con dibujos, etc. Finalmente se quitó esa hora también, y los A Be
Cés se convirtieron en simples libros de dibujos. Pero la gente aún hablaba de
aprender a leer, aunque los niños no aprendían a leer en lo absoluto. Aprender
a leer se entendía ahora como comer galletas y mirar dibujos, lo que hacía que
la experiencia fuera más placentera solo porque se llamaba "aprender a
leer." Igual es con la transformación del Cristianismo en Cristiandad,
excepto que aquí (que no es el caso del ejemplo que ilustramos) "el
profesor" (es decir, el predicador) también está interesado en esta
transformación, le conviene más que a ninguno.
El Cristianismo es proclamado en la
Cristiandad de tal manera que se quita la obediencia y se pone el razonamiento
en su lugar.
Nadie puede ser la verdad: solo el
Dios-hombre es la verdad. Luego
vienen los siguientes: aquellos cuyas vidas expresan lo que proclaman. Estos
son testigos de la verdad. Luego vienen los que revelan lo que es la verdad y
lo que esta demanda pero admiten que sus vidas no la expresan. Pero a tal punto
siguen luchando. Allí termina. Luego viene la sofisticación. Primero vienen
aquellos que enseñan la verdad pero no la viven. Luego aquellos que incluso
alteran la verdad, su requerimiento, la cortan, hacen omisiones - para que sus
vidas puedan corresponder con el requerimiento. Estos son los verdaderos
estafadores.
El mundo no quiere eliminar al
Cristianismo, no es tan directo, ni tiene tanto carácter. No, quiere que se
proclame de forma falsa, usando la eternidad para darle sabor a su disfrute de
la vida.
Tal como la afirmación, "Todo es
verdad," quiere decir que nada es verdad, de tal forma exclamar que todos
son Cristianos quiere decir que nadie es Cristiano.
El Cristianismo se ha hecho tanto un
consuelo que la gente se ha olvidado por completo que es primero y antes que
nada una demanda.
Nosotros humanos hemos ingeniosamente
convertido a Dios en una patraña. Hablamos del hecho de que Dios es amor, que
amamos a Dios (¿Quién no ama a Dios, qué "Cristiano" no ama a Dios?,
etc) e incluso nos apoyamos en él, y sin embargo nos rehusamos a ver que
nuestra relación con él es pura y simplemente un egotismo natural, el tipo de
amor que consiste en amarse a sí mismo. Queremos tener esta asistencia amorosa
de Dios, pero solo para ser llevados a una vida religiosa confortable y
disfrutable.
Piensa en un
padre. Hay algo que desea que su hijo haga (el hijo sabe lo que es); así que el
padre tiene un plan; crearé algo que realmente complazca a mi hijo y se lo
daré. Entonces, seguramente, me amará a su vez. El padre cree que el niño hará
ahora lo que él le pida. Pero el hijo toma el regalo del padre y no hace lo que
él quiere. Oh, el niño le agradece una y otra vez y exclama: "Es un padre
tan cariñoso"; pero sigue haciendo lo que él quiere.
De tal forma
es con nosotros Cristianos en nuestra relación con Dios. Porque Dios es amor,
recurrimos a él por ayuda pero hacemos lo que nosotros queremos. Y aunque
bailamos ante él y damos palmadas y soplamos las trompetas y con lágrimas en
los ojos exclamamos "'¡Dios es amor!" seguimos en nuestra propia
forma haciendo lo que queremos.
La apostasía del Cristianismo no vendrá
con todo el mundo renunciando abiertamente al Cristianismo; no, sino con todos,
encubierta, astutamente, asumiendo el nombre de ser Cristianos. Cuando hay algo desagradable para
nosotros mismos miramos si el poder que nos ordena no es tan grande para oponer
nuestro poder ante él. Si estamos convencidos de que no es tan grande, nos
levantamos en rebelión. Pero si el poder es tan superior que desesperamos al
intentar una rebelión, recurrimos a la hipocresía. Esto ciertamente aplica al
Cristianismo. El hecho de que la apostasía del Cristianismo ocurrió hace mucho
no se ha notado porque tal apostasía fue hecha, la rebelión se hizo, en hipocresía. La
Cristiandad es precisamente esta apostasía.
Piensa en el pescador que posee una red
espléndida que heredó de su padre. Año tras año extiende la red - pero no
obtiene ningún pez. ¿Qué sucede? ¿Qué puede ser? "Seguramente, lo
sé," dice el pescador. "Los peces han cambiado; con el paso del
tiempo han cambiado de tamaño. Si quiero atraparlos, debo conseguir una red que
no esté hecha para peces tan grandes."
Ahora piensa
en la eternidad en términos de salvación. De generación en generación,
constante, incesantemente, el costo de ser Cristiano se ha vuelto más y más
barato, los términos de salvación se han vuelto más y más fáciles. Una
generación de millones jubilosos, servidos por un clero merolico, ha
reemplazado al Cristianismo con una religión de términos fáciles. Ha vuelto
inútil al Cristianismo y ha tomado al Cristianismo en vano, todo en nombre de
perfeccionar el Cristianismo. La eternidad calladamente mira y observa: No
estoy atrapando a nadie. Pero la eternidad no es como el pescador. No nos
necesita. Somos nosotros los que necesitamos a la eternidad, ser atrapados es
ser salvados. Más aún, la eternidad es al mismo tiempo el pescador y la red -
consecuentemente no cambia.
La Moraleja:
El pescador necesita el pez; por ello, cambia la red. Si, al contrario, es el
pez el que necesita ser atrapado - y esta es la forma Cristiana - entonces ser
atrapado es ser salvado. Pero entonces el pez debe cambiar, lo que es imposible
en lo que respecta a la metáfora pero no en lo que respecta a lo que esta
significa.
La definición de "Iglesia"
que se encuentra en las Confesiones Protestantes, que es la comunión de los
santos donde la Palabra es correctamente enseñada y los sacramentos justamente
administrados, alcanza tan sólo dos de los puntos. Pasa por alto la fundación,
la comunión de los santos.
Es simplemente cómico pensar que uno
puede "introducir" el Cristianismo en esta o aquella situación, tal
como uno puede introducir una crianza mejorada de ovejas. El Cristianismo es
justamente aquello que no puede ser introducido.
El Cristianismo recibió su primer golpe
cuando el emperador se convirtió en Cristiano. El segundo, y más peligroso
golpe, vino cuando el "Cristiano extraordinario" emergió. El error no
estaba en entrar al monasterio sino en el título de Cristiano extraordinario.
Todo se ha invertido. Hubo un tiempo en
que el mundo quería luchar contra el Cristianismo - y entonces el Cristianismo
luchó también. Ahora el mundo está en posesión fraudulenta del Cristianismo.
Sus tácticas son, con todo su poder y a cualquier precio, prevenir un
enfrentamiento. Es como cuando un estafador vacila - si el asunto se lleva ante
la corte, está perdido - y por ello todas sus tácticas están dirigidas a evitar
que se le lleve ante la corte. En el reino del espíritu esto sucede con mayor
facilidad que en la realidad de la vida civil, pues la técnica consiste en que
el mundo continuamente falsifique la posición de Cristo de forma que parezca
decir la misma cosa - ¡Pero buen Dios, entonces el mundo y Cristo están de
acuerdo!
-La Cruz-
Cristo no solo ha hablado con nosotros a través de su vida sino
también ha hablado por nosotros a
través su muerte.
Ciertamente Cristo ha muerto por todos,
y también por mí; pero este "por mí" debe ser entendido en el sentido
de "por todos"
En lo que concierne al poder, gobernar
el mundo entero con un cetro es nada comparado con gobernarlo con una pluma -
esto es, a través de la impotencia - esto es, divinamente.
La realidad objetiva de la redención de
Cristo, independiente de una apropiación personal, se muestra con mayor
claridad en la historia de los diez leprosos. Todos fueron curados, aunque sólo
del décimo, quien con gratitud volvió a darle honor a Dios, se dice: Tu fe te
ha hecho salvo. ¿Qué fue lo que curó a los otros?
Trata de imaginar solamente que el
Ejemplo sea llamado un "Cordero". Tan solo esto es un escándalo para
la mente natural. ¿Quién tiene el deseo de ser un cordero? Solo porque Cristo
estuvo en la cruz se demuestra que era el Hijo de Dios. Pero la humanidad no
puede comprender la mente divina. Más bien concluiría que era el Hijo de Dios
si hubiera bajado de la cruz.
Sin duda has sentido que sin importar
qué tan agotadora sea la pena del arrepentimiento, la pena que nos embarga
cuando sufrimos inocentemente - cuando cargamos las consecuencias de la culpa
de otro - es mucho más profunda. Tal es la pena de Cristo.
El deseo de hacer a Cristo rey es en sí
mismo una parte de que haya sido crucificado.
"Señor nuestro Jesucristo, en la noche
en que fue traicionado..." ¿No debería este pensamiento de esa noche unir
a la iglesia, hacerla vigilar con mayor cuidado por ver si la noche de la
traición nos amenaza nuevamente?
Cuando Dios creó al mundo, lo miró y
vio que era bueno. Cuando Cristo murió en la cruz, dijo - "Todo se ha
consumado."
Cuando Cristo bebió del vinagre que se
le ofreció, dijo: Todo se ha consumado, esto es, ahora el requerimiento de la
ley se ha cumplido. Pero estas no fueron las últimas palabras de Cristo.
También rezó por sus enemigos, y esto está en el evangelio.
¡Señor Jesús! Cuántas veces me he
desviado del camino recto o, incluso si seguí el camino recto, aun así tropecé
por el camino o me arrastré tan lentamente por el camino recto. ¡Paciencia infinita!
¡Sufrimiento infinito de paciencia! ¿Cuántas veces he sido impaciente, deseando
negarte, deseando rendirme, tomar la terrible salida fácil, la vía de la
desesperación? Pero tú no perdiste la paciencia. Tristemente, las palabras de
tu sirviente Pablo que él "se llenó de aquello que le faltaba en tus
sufrimientos" no aplican en mí. No, sólo puedo decir que he incrementado
tus sufrimientos, añadido nuevos a aquellos que ya sufrías para poder salvarme.
-La Multitud-
Dios está tan infinitamente interesado con
una persona de intensidad, sí, tanto como es infinitamente indiferente con los
millones y trillones. Nosotros humanos creemos que los números significan algo.
Para Dios, son precisamente los números que significan nada, nada en lo
absoluto.
Para compensar el vacío de las nueces,
nosotros humanos astutos juntamos cantidades mayores de ellas. Esta
compensación ridícula es también una maldición. Si las nueces están vacías,
sería mejor que hubiera solo tres o cuatro de ellas. ¡Qué agonía tener que
abrir millones de nueces vacías para convencernos de que lo están! Tal es con
nosotros seres humanos: compensando con especímenes o copias faltos de ideas -
juntamos la mayor cantidad de ellas. Todos están al servicio del sustituto,
servidos por multiplicar. Lo numérico es la parodia más ridícula de la verdad.
Sumando supuestamente alcanzaremos aquello para lo que la suma es en realidad
resta. Pero, por supuesto, en el sentido bruto, los números tienen poder.
El hombre-espécimen se tranquiliza a sí
mismo con los números humanos. Si algo es verdad, no necesita mayor prueba de
ello que tal y tal número lo hayan determinado como verdad.
Hay insectos que se protegen contra los
atacantes levantando una nube de polvo. De la misma forma, el hombre se protege
instintivamente contra la verdad y el espíritu levantando una nube de números.
Si quieres estar protegido de tener que lidiar con la verdad, con el espíritu,
simplemente junta batallones, legiones, millones que luchen, quizá con poderes
unidos - entonces el espíritu se desvanece y logras lo que realmente querías:
una vida vivida en el lado animal de la naturaleza humana.
El hombre-animal tiene el coraje de
hacer las cosas más terribles siempre y cuando simplemente tenga a los números
humanos con él. Cristo apunta a lo opuesto. Sufrir con coraje quiere decir
precisamente temer a Dios en contraste con temer a la multitud, en contraste
con lo que nosotros como criaturas-animales tememos más que nada - los números
humanos.
Nadie se atreve a ser uno mismo; todos
se esconden en la "unidad."
Hay personas que tienen el regalo
afortunado de manejarse exitosamente con todos - no tienen aristas. A tales
personas Dios no las usa nunca - no, el que él quiere usar es rápidamente
bloqueado.
Ya no somos sal, somos una masa.
Lo numérico es conspiración. Tal como
en la vida civil, cuando grupos de gente se reúnen en la calle, la policía
responde inmediatamente, sin importar si se ha cometido un crimen o no - pues
la reunión de mucha gente es sospechosa - de igual forma, y con un tipo diferente
de derecho, la policía superior ataca inmediata y directamente donde sea que
una horda de Cristianos aparezca. Mientras mayor sea el número, más cierta es
la verdad, más cierta es la falsificación. Que esto sea considerado como una
contrapropuesta de lo que ha deleitado al clero por tanto tiempo - la expansión
del Cristianismo.
El individuo singular es decisivo al
formar una comunidad. Puede en cualquier momento volverse superior a la
comunidad, específicamente, tan pronto como "los otros" se apartan de
lo eterno. La cohesividad de la comunidad viene de que cada uno sea un
individuo singular ante lo eterno. Sin embargo, la conexión que hay en un
público, o más bien su desconexión, consiste en el carácter numérico de todo.
Solo el individuo singular garantiza la comunidad; el público es una quimera.
En la comunidad el individuo singular es un microcosmos que cualitativamente
reproduce el cosmos. La comunidad es ciertamente más que la suma, pues es
verdaderamente la suma de unos. Por otra parte, el público es una tontería -
una suma de menos-unos, de unos que no son verdaderamente unos.
Si sucede que alguien en el público
suelta un gas ruidosamente, la gente se sorprende tanto, que es como si fuera
la voz de un espíritu. Así de intoxicados estamos cuando somos un público.
La mayoría de la gente no teme tanto
tener una opinión errada, como teme tener una opinión por sí solos.
Ser como los otros es la degeneración
de la humanidad, la degradación de las copias.
Si es verdad que solo los seres humanos
han recibido el habla para poder ocultar sus pensamientos o, como lo digo, para
poder ocultar su ausencia de pensamientos, entonces algo así puede decirse
verdaderamente de la multitud: La multitud es usada para poder ocultar qué tan
vacía es toda la existencia. Los "muchos" nos transfieren a un estado
exaltado tal como lo hace el opio, y nos tranquilizamos con la tremenda
confianza que dan millones.
La multitud es como un sobre. Uno
recibe un gran paquete, piensa que es algo importante, pero mira, es un paquete
de sobres.
Todo lo que necesita de números para
ser significativo es por este mero hecho insignificante. Todo lo que puede ser
ordenado, ejecutado, completado solamente con la ayuda de números, la suma de
los cuales estremece de sorpresa a la gente, como si fuera algo importante -
precisamente esto no es importante. Lo verdaderamente importante se relaciona
inversamente, necesita progresivamente un número menor y menor para implementar
su meta. Y para aquello que es lo más importante de todo, aquello que pone en
movimiento el cielo y la tierra, solo se necesita una persona. ¿Y qué es lo más
importante de todo? ¿Qué les interesa a los ángeles y demonios más que si una
persona está verdaderamente involucrada con Dios? - Pues este ser humano es
suficiente.
Se me ocurre que seríamos muy felices
si consiguiéramos encontrar una forma para que todos fueran virtuosos de la
ventriloquía - ¡qué satisfechos seríamos con el anonimato!
Cuando se llega al punto en que la
mayoría decide lo que constituye la verdad, no tardará mucho antes de que lo
decidan con sus puños.
Cada esfuerzo futuro de reforma, si es
genuino, se dirigirá contra la multitud, no contra el gobierno.
Instintivamente "el hombre" tiene
una táctica que usa contra "el espíritu": ¡Formemos una multitud!
Esta es nuestra táctica, nuestro modo de defensa. Se hace astutamente de esta
forma: Juntémonos para poder luchar por los ideales. Pero formar una multitud
es precisamente la forma de deshacerse de los ideales. Tal como el avestruz
hunde su cabeza en la tierra y piensa que es invisible, igual formamos una
multitud y creemos que nadie nos ve. Hablamos de no ser capaces de ver los
bosques por los árboles, y con esta táctica esperamos que uno no pueda ver los
árboles por los bosques. Tal como la persona que dice que no está en casa para
los visitantes, no estamos en casa cuando sea que nos perdemos en la multitud -
en lugar de ser un Yo.
Si Cristo viviera hoy, la atención
seguramente haría su esfuerzo más desesperado. Cada día cada periódico tendría
un artículo sobre él. Cada detalle insignificante sobre él se divulgaría por
todo el país en miles de copias. ¡Todo lo posible se sacaría para hacer la
situación demente e inofensiva! Se haría todo lo posible para descartarlo.
De todas las tiranías, la del miedo es
la más peligrosa. Los comunistas pelean por los derechos humanos. Bien, también
yo. Precisamente por esta razón es que peleo con todas mis fuerzas contra la
tiranía del miedo del hombre.
¡Algo de qué hablar! La multitud
demanda tan solo algo de qué hablar, y esto se entiende en querer encontrar
algo de cada uno de qué hablar, algo de nuestras vidas insignificantes,
particularmente las trivialidades de nuestras vidas. Cualquier otra cosa marea
al público, que solo conoce un deseo - el deseo de la auto-polución de hablar,
un deseo al que se entrega con la ayuda del periodista.
Los periodistas son cuidadores de animales que
proveen al público de algo de qué hablar. En la antigüedad se arrojaba a la
gente a las fieras. Ahora es el público el que devora a la gente - aquellos
sabrosamente preparados por los periodistas.
Si quieres ser despreciable para Dios,
tan solo corre con el rebaño.
-Decisividad-
Trabajaré con energía y no perderé el
tiempo viendo hacia atrás, no como el hombre que quedó atrapado en las arenas
movedizas y comenzó a calcular qué tanto se había hundido, olvidando que
mientras tanto se seguía hundiendo. Me apresuraré por el camino que he
descubierto, sin mirar atrás como la mujer de Lot, sino recordando que la lucha
es cuesta arriba.
Suele decirse que una llave dorada abre
cualquier cerrojo. Pero la decisión y la determinación también abren puertas, y
es por esto que son llamadas resolución. Con la resolución la puerta se abre a
los poderes más nobles del alma.
Como regla, ir a la escuela es ir a
donde sea que esté el maestro. Espiritualmente significa actuar decisivamente.
Espiritualmente quiere decir que actúo decisivamente. De inmediato, allí está
el maestro. Deseo ser educado espiritualmente - ¿y aun así no deseo actuar
decisivamente? ¡Tonterías!
La buena intención hace que una persona
crea que todo está hecho con la resolución. Pero si cualquiera se permite ser
nutrido por buenas intenciones, la propia resolución se convierte en un
seductor y un estafador en lugar de un guía confiable.
Es algo orgulloso lanzarse contra el
peligro, y es algo orgulloso combatir horrores indecibles, pero también es
perverso tener una abundancia de intenciones y una pobreza de acción, ser rico
en verdades y pobre en virtudes.
Nos arrastramos antes de aprender a
caminar, y querer volar es siempre precario. Seguro, siempre hay grandes
decisiones, pero aun en lo que a ellas respecta lo principal es activar tu
resolución, a menos que uno se eleve tanto en su resolución que se olvide de
caminar.
Muchos se han desviado al no entender
cómo continuar un buen comienzo.
Una convicción no está fijada
firmemente cuando todos presionan sobre ella y se mantiene firme. No, su
verdadera estabilidad se revela cuando todo está en duda.
Si es difícil soportar la persecución
del mundo, es más difícil aun soportar la responsabilidad por no haber actuado,
quedarse avergonzado en la eternidad porque no ganaste la fuerte confianza que
convierte la vergüenza en honor.
¡Ah, cuántas formas hay para elegir al
momento de la decisión! Y sin embargo solo hay una forma verdadera; las otras
son desviaciones.
Con la ayuda de Dios y por tu propia
devoción algo bueno siempre vendrá de tu comienzo inquebrantable. La decisión es la protesta eterna
contra las ficciones.
¿Acaso crees que porque los Israelitas
le llevaron a Jehová un décimo de los frutos de la tierra y del ganado debes
entregarle solo un décimo de tu corazón? ¿Acaso crees que tal como los Judíos
trabajaban seis días de la semana y descansaban el séptimo, debes pensar en el
mundo y sus actividades seis días a la semana pero en Dios sólo en el séptimo?
No, el diezmo Cristiano y el sacrificio Cristiano es todo tu corazón. El día
santo Cristiano es cada día. Y si le traes a Dios un diezmo, ten cuidado no sea
que Dios se asome por su ventana, como decía el profeta, y mirando hacia abajo
te vea.
Solo cuando
él se convierte en el camino, la verdad y la vida para ti, solo entonces se
convierte en todo para ti. Cristo debe ser todo o nada para ti. Pero solo
cuando su poderosa voz te habla y dice, "Seré todo para ti," será
entonces todo para ti.
Nada, ni siquiera la cosa más
insignificante ni la cosa más importante, deben ponerse entre tú y Cristo. No,
el compromiso debe ser incondicional. Solo entonces puedes rogar que no seas
tratado con demasiada injusticia. Comprometerte con Cristo, que es asunto del
espíritu y de morir para el mundo, quiere decir que corres el riesgo de Cristo
haciendo las cosas tan enredadas que casi desesperes. Esto es lo que tanto
aterra a la carne. Y así debe ser, pero al mismo tiempo recuerda que Cristo es
gracia, y que es a esta gracia que debes comprometerte. Toma una combinación de cinco personas, cada una pone 5/8 de su
capacidad trabajando juntos por la misma causa, y toma una persona que no tiene
más habilidad que estos cinco pero que pone todas sus habilidades a trabajar.
¿Quién crees que conseguirá más? Toda la gente sensible apostará unánimemente
que serán los que integran la combinación. Yo apuesto que será la persona
única. Poner todo lo que tienes en algo es muy diferente de un gran total de
esfuerzos fraccionarios. El uno es dedicación, es espíritu - lo otro es
enturbiamiento humano.
La simplicidad es hacer lo que uno
dice. Actuar es hacer lo simple; lo que llevo a cabo en la acción es simple,
pues no puede ser hecho de otra manera.
Imagina a un perro de caza bien
entrenado. Acompaña a su amo a visitar a la familia donde, como sucede tantas
veces en nuestros tiempos, hay una multitud de jóvenes maleducados. Sus ojos
apenas ven al perro e inmediatamente empiezan a maltratarlo. El perro, que está
bien entrenado, tal como no lo están estos jóvenes, fija su mirada de inmediato
en su amo para asegurarse con su expresión qué es lo que espera que él haga. Y
entiende de la mirada de su amo que debe soportar todo este maltrato. Entonces
los jóvenes se vuelven más duros, y finalmente llegan a la conclusión de que
debe ser un perro prodigiosamente estúpido que soporta todo.
El perro,
mientras tanto, está ocupado con una cosa solamente, aquello que la mirada de
su amo le ordena hacer. Y he aquí que esa mirada cambia repentinamente;
significa - y el perro lo entiende de inmediato - ¡usa tu fuerza! En ese
instante sujeta al más grande de los abusadores y lo arroja al suelo - y ahora
nadie lo detiene, excepto la mirada de su amo, y al mismo tiempo, es lo que era
unos momentos antes.
Supón que hay dos ejércitos enemigos
desplegados sobre un campo. Llega un soldado que es invitado por ambas partes a
pelear por su lado. Hace su elección, es derrotado y hecho prisionero. Como
prisionero es llevado ante el vencedor, a quien tontamente cree que podrá
ofrecerle sus servicios en los mismos términos que le fueron extendidos antes
de la batalla. ¿No acaso el vencedor le diría, "Mi amigo, ahora eres mi
prisionero. Hubo un tiempo en que verdaderamente pudiste elegir de forma
distinta, pero ahora todo ha cambiado..."? Aquel que arroja una piedra
tiene poder sobre ella hasta que la ha arrojado, pero no después.
Cuando la cuestión es hacer una
resolución, el cálculo de probabilidad es un tipo despreciable, un ser ruin, un
mercader. Busca engañar a la gente de algo que es más valioso que el dinero.
Cualquiera que busca la ayuda de la probabilidad está perdido en su
imaginación, sea lo que sea que intente hacer. Cuando se hace una resolución,
si no te encuentras con Dos, daría igual que no hubieras vivido. La
probabilidad es un papel comercial que no se cita en el cielo. Por ello al
tomar una resolución, deja que Dios se sobreponga a la probabilidad y la deje
muda.
Cuando la puerta del castillo de la
interiorización se ha cerrado mucho tiempo atrás y se llega a abrirla
finalmente, no se mueve calladamente como la puerta de un apartamento que se
abate suavemente sobre sus bisagras. ¡No, no! O esto o lo otro es el tema ante
el que las puertas batientes se abren de golpe. ¡Oh bendita visión! O esto o lo
otro es el amuleto que garantiza una entrada fuerte hacia lo incondicional.
¡Alabado sea Dios! ¡Sí, o esto o lo otro es la llave del cielo! Por otra parte,
lo que era, es y seguirá siendo una desfortuna es este "hasta cierto
punto," esta mediocridad y tibieza cobarde, ¡lo que aplicado al
Cristianismo lo convierte en una tontería! No: ¡o esto o lo otro!
Sin importar
qué tan tiernamente se abracen y acaricien el actor y la actriz en escena,
sigue siendo tan solo una unión teatral, un matrimonio teatral. Tal es en
relación con lo incondicional. Todo este asunto de "hasta cierto
punto" es teatral, sujeta una ilusión. Solamente el o esto o lo otro es el
abrazo que sujeta a lo incondicional.
¡Padre en el cielo! Enséñame a caminar
ante tu vista y no dejes que mis pensamientos y obras sean extraños lejanos que
hagan una breve visita a tus mansiones. No me dejes olvidar que la fe es una
lección de vida, de suerte que si me encuentro en la frontera más alejada de tu
reino, lejos y por mi cuenta como un publicano de la antigüedad, tan solo esté
con mi rostro vuelto hacia ti y mi cayado en mano listo para partir - no como
aquel que puso su mano en el asadón y luego se volteó.
En el mundo del espíritu no hay ni
suerte ni azar. El único que se queda afuera es aquel que se hace dejar afuera.
En el mundo del espíritu todos estamos invitados; si el espíritu llama a una
persona, llama a todas las personas.
Al tomar una decisión no es tanto una
cuestión de elegir lo correcto como la energía, la dedicación, la pasión con que
uno elige. Así es como se consolida la personalidad. Aun si la persona elige
incorrectamente, aun así descubrirá precisamente por razón de la energía con
que eligió, que ha elegido incorrectamente.
-Duda y Escepticismo-
Todas las objeciones al Cristianismo -
¿qué son, después de todo, para la persona que en verdad es consciente de ser
un pecador y que ha experimentado creer en el perdón de los pecados y en esta
fe es salvado de su pecado? Una objeción concebible puede ser: Sí, ¿pero acaso
no es posible que seas salvado de alguna otra manera? ¿Y cómo puede responder
uno a esto? Uno no puede. Es tal como una persona que está enamorada. Si
alguien dijera: Sí, pero tal vez podrías haberte enamorado de alguna otra
persona - entonces debe responder: A esto no puedo dar réplica, pues solo sé
una cosa, tal es mi amor. Tan pronto como una persona que está enamorada trata
de replicar a esta objeción, por ese mero hecho no es un creyente.
Se clama que los argumentos contra el
Cristianismo surgen de la duda. Esto es un completo malentendido. Los
argumentos contra el Cristianismo surgen de la rebelión, de rehusarse a
obedecer. La batalla contra las objeciones es mero boxeo de sombra, porque es
un combate intelectual con la duda en lugar de un combate ético contra el motín.
Cristo dice: Haz de acuerdo a lo que
digo - y entonces sabrás. Consecuentemente, la acción decisiva es antes que
todo. Actuando, tu vida llegará a una colisión con la existencia, y entonces
sabrás la realidad de la gracia. En estos días hemos volteado todo, el
Cristianismo se ha convertido en un punto de vista mundial. Por ello, antes de
involucrarme, primero debo justificarlo. ¡Buenas noches al Cristianismo! Ahora
la duda seguramente ha conquistado. Y esta duda no puede ser detenida con
razones, las que solo alimentan dudas. No, la duda solo puede ser detenida por
imitación.
Las objeciones al Cristianismo pueden
ser descartadas con un simple comentario: ¿Vienen estas de alguien que haya
llevado a cabo los mandamientos de Cristo? Si no, todas sus objeciones son
tontería. Cristo continuamente declara que debemos hacer lo que él dice - y
entonces sabremos que es verdad.
Desde Descartes,
los escépticos no se atreven a expresar nada definitivo respecto al
conocimiento. Y aun así se atreven a actuar, y en este sentido se satisfacen
con la probabilidad. ¡Que enorme contradicción! Como si no fuera más terrible
hacer algo de lo que uno tiene dudas (y con ello responsabilizarse) que afirmar
una idea. ¿O es porque lo ético es en sí mismo cierto? ¡Pero entonces hay algo
que la duda no puede alcanzar!
El método de comenzar con duda para
poder filosofar luce tan apropiado como hacer que un soldado se encorve para
pararse erguido.
Dios no puede ser un objeto de estudio,
pues Dios es sujeto. Por esta razón, cuando niegas a Dios, no dañas a Dios sino
te destruyes a ti mismo. Cuando te burlas de Dios, te burlas de ti.
Una convicción es llamada convicción porque
está por encima de la prueba. La prueba se da para una proposición matemática
de tal forma que no puede haber desaprobación concebible. Por esta razón no
puede haber convicción respecto a las matemáticas. Pero en lo que respecta a
cada proposición existencial, por cada prueba hay una desaprobación, hay un pro
y un contra. La persona de convicción no ignora esto; sabe muy bien lo que la
duda es capaz de afirmar: un contra. Por esta misma razón es una persona de
convicción, porque ha hecho una resolución y voluntariamente se levanta más
allá de las maniobras lógicas de pruebas y está convencido.
Es bueno que el Cristianismo aun tenga
enemigos, porque por mucho tiempo han sido los únicos de quienes ha sido
posible obtener cualquier información confiable sobre lo que es el
Cristianismo. Sin embargo me atrevo a decir que el Cristianismo pronto será tan
insignificante que no será siquiera capaz de tener enemigos.
Está mal que la Cristiandad establecida
diga que Feuerbach (un ateo) ataca al Cristianismo. No es verdad; está atacando
a los Cristianos demostrando que sus vidas no corresponden a las enseñanzas de
Cristo. Esto es muy diferente. Lo que necesita el Cristianismo son más de estos
traidores. La Cristiandad ha traicionado insidiosamente al Cristianismo al no
querer ser verdaderamente Cristiana sino tener la apariencia de serlo. Ahora se
necesitan a los "traidores."
Si sufres por hacer el bien, entonces
estás en lo correcto, porque estás amando; si es por una buena causa que tu
vida es despreciada, perseguida, ridiculizada, empobrecida, entonces
descubrirás que no tienes duda alguna de la resurrección de Cristo. ¿Por qué?
Porque la necesitas.
Si se ve al Cristianismo como historia,
lo importante será obtener un reporte completamente confiable. Pero si el
sujeto que investiga está infinitamente interesado en su propia relación con la
verdad del Cristianismo y trata de apoyarse en la historia, caerá de inmediato
en la desesperación. Respecto a lo histórico, la mayor certeza se da tan solo
por aproximación, y una aproximación es muy pequeña para poder fundar la propia
felicidad. Aun con la más estupenda instrucción y perseverancia, y aun si todas
las cabezas de los críticos se montaran sobre un mismo cuello, uno nunca
llegaría a nada más que una aproximación. Hay una discordancia esencial entre
todo eso y un interés personal, infinito en la propia felicidad eterna.
Aquel que verdaderamente cree que
Cristo era y es Dios, que le reza repetidamente cada día, que encuentra todo su
gozo en asociarse con él y en pensar en él - tal persona hace las paces con lo
histórico. Qué tonto molestarse porque un evangelista dice una cosa y el otro
otra. Se puede mirar hacia Cristo en la plegaria y decir, "Esto me sacude,
pero tú estás conmigo." Es una tontería que la importancia de los detalles
históricos deban ser decisivos respecto a la fe. ¿Cómo podría importar esto?
¿No está Cristo con nosotros cuando le miramos diariamente?
Cree que
Cristo es Dios - y llámale y rézale. El resto viene por sí mismo. Cuando el
hecho de que él está presente es más íntima e interiormente cierto que toda la
información histórica, entonces saldrás bien librado de los detalles de su
existencia histórica - sin importar si las bodas fueron en Canán o quizá en
otro lugar, sin importar si hubo dos discípulos o solo uno. Los detalles
históricos no son tan importantes simplemente porque Cristo es Cristo, aquel
eternamente presente quien es el verdadero Dios y el verdadero hombre.
El conflicto de la fe con el mundo no
es una batalla del pensamiento con la duda, pensamiento contra pensamiento. Es
una batalla de carácter. La persona de fe es una persona que no insiste en
comprenderlo todo. Entonces viene el conflicto. El mundo insiste que creer lo
que no se comprende no es solo obediencia ciega sino oscurantismo, estupidez y
demás. El mundo quiere alarmar al creyente contra tal tontería. Es por esto que
la fe es una tarea de una persona de carácter.
Enséñame, Señor, que la batalla de la
fe no es una batalla con la duda, de pensamiento contra pensamiento, sino una
batalla por el carácter. Permíteme ver que la vanidad humana consiste en tener
que entender. Sálvame de la vanidad de no ser capaz de obedecer como un niño, y
de querer ser como un adulto que tiene que entender. Ayúdame a darme cuenta
aquel que no te obedece porque no puede entenderte, en ningún sentido esencial
te obedece en lo absoluto. Hazme un creyente, un "hombre de
carácter," quien, obedientemente sin reservas, vea necesario en nombre de
su carácter que no debe entender siempre. Hazme capaz de creer aun cuando no
entienda.
-Lo Eterno-
Cuando un barco se hace a la mar, la
punta de un cable se arroja y amarra a un bote de arrastre - y así es llevado
el barco. Cuando una vida humana debe ser comenzada y continuada sin mayor
dependencia de lo temporal, se debe arrojar un cable. Tan solo Cristo es el
poder que lleva de la eternidad a toda la eternidad.
¿Has vivido de forma tal que la verdad
fuera en ti, que hubiera algo mayor por lo que sufriste verdaderamente? ¿O
acaso tu vida ha girado en torno a resultados provechosos? El hecho de que te
haya ido bien tan solo empeora las cosas. Esta distinción lo eterno no puede ni
podrá llevarse, no se contradirá. Dos de estos individuos no podrán en toda la
eternidad entenderse el uno al otro.
La mayoría de la gente piensa, habla y
escribe igual que duerme, come y bebe, sin que surja ninguna pregunta sobre su
relación con lo eterno.
Convertirse en nada en este mundo es la
condición para convertirse en algo en el otro mundo.
Lo eterno es adquirido de una manera, y
esto es diferente de todo lo demás precisamente porque solo puede ser adquirido
de una sola manera. Es el camino difícil que Cristo indicó con las palabras:
"Pequeña es la puerta y estrecho el camino, que lleva a la vida, y pocos
son los que la encuentran." Lo confortable - precisamente aquello en lo
que nuestra era se especializa - no puede ser absolutamente aplicado con
respecto a la bendición eterna. Cuando, por ejemplo, lo que se requiere que
hagas es caminar, no tiene caso hacer las más asombrosas invenciones en forma
de los carruajes más fáciles y querer transportarte en ellos cuando la tarea
prescrita es caminar. Y si lo eterno es la forma en que se obtiene, no nos hace
bien alguno querer alterar esta forma, sin importar qué tan admirablemente, en
dirección al confort. Lo eterno se adquiere solo por el camino difícil.
Si no hay una conciencia eterna en un
ser humano, si en el fondo de todo solo hay un fermento salvaje, un poder que,
revolviéndose con pasiones oscuras, produzca todo lo grande o inconsecuente; si
un vacío insondable, insaciable yace escondido debajo de todo, ¿qué sería la
vida sino desesperación? Si esta es la forma de ser de la vida, si no hay un
lazo sagrado uniendo a la humanidad, si una generación se levanta después de
otra como las hojas de los árboles, si una generación sucede a otra como las
canciones de las aves en los bosques, si la raza humana pasa por el mundo como
un barco por el mar o el viento por el desierto, un capricho sin pensamiento ni
fruto, si un olvido eterno acecha siempre hambriento por su presa y no hay
poder suficientemente fuerte para combatirlo - ¡qué vacía y falta de consuelo
sería la vida!
Una persona sentada en un estuche de
cristal no puede ser expuesta a tal vergüenza como uno está en su transparencia
ante Dios. Este es el factor de la conciencia. Con ayuda de la conciencia las
cosas se arreglan de forma tal que el reporte judicial sigue de inmediato a
cada falta, y el propio culpable debe escribir. Todos llegan a la eternidad
llevando consigo y entregando un reporte detallado de cada insignificancia
menor que haya cometido o haya dejado sin hacer. Por ello ser juzgado en la
eternidad es algo que un niño podría hacer; no hay nada que una tercera persona
pueda hacer. Todo, incluso la palabra más insignificante es tomada en cuenta y
ordenada.
El viaje de
una persona culpable de la vida a la eternidad es como el de un asesino que
tomó un tren para escapar del lugar donde ha cometido el crimen. Tristemente,
justo bajo el vagón donde ha tomado asiento corre el cable telegráfico con la
señal e instrucción de ser aprehendido en la siguiente estación. Cuando llega a
la estación y se baja del vagón es arrestado. La denuncia le esperaba allí.
Uno tiene a lo mucho setenta años de
disfrute - pero una eternidad para recordar. Y el placer no luce tan bien en la
memoria.
En el mundo temporal, lo principal es
ser capaz de hablar, tener una habilidad diabólica de parlotear. Este es el
caso el caso en todos los ejemplos, desde el mercader hablando de sus
mercancías y de alguien seduciendo mujeres y el agitador agitando al público,
hasta el poeta, orador y académico. Es cosa de hablar, no de transformación del
carácter.
Si se le
permitiera gobernar a lo eterno, no habría verbosidad, que es lo que lo
temporal ama - ama la apariencia, procrastinación, y más que nada, palabrería.
Pero la eternidad tiene ojo para la acción, la transformación del carácter.
Cualquier cambio por medio de la palabra no ayuda en lo absoluto cuando se
trata de la eternidad.
No nos
permitamos engañar a los jóvenes con palabrería absurda acerca de cumplir. No
los hagamos tan ocupados en el servicio del momento que se olviden de la
paciencia de querer algo eterno.
Muchas familias pueden unirse por un
palco en el teatro, y tres caballeros pueden unirse para montar a caballo de
forma que cada uno cabalgue cada tercer día. Pero tal no es la forma de la
inmortalidad. La conciencia de mi inmortalidad pertenece única y exclusivamente
a mí.
La inmortalidad es el Juicio. La
inmortalidad no es una vida prolongada indefinidamente, sino la separación de
lo eterno entre el justo y el injusto. La inmortalidad no es una continuación
que sigue en su curso, sino una separación que sigue a consecuencia del
pasado.
En este mundo, la Verdad camina en
timidez y humillación. No tiene un lugar donde descansar su cabeza, y debe
estar agradecido si alguien le brinda un vaso de agua. Pero si uno hace esto,
dando testimonio del hecho tal cual en público, entonces esta figura baja, este
humilde, despreciado, ridiculizado y perdido despojo, la Verdad, tiene, si
puede decirse, en su mano una pluma y con ella escribe en una pequeña tablilla:
"Por la eternidad."
-Existencia y lo Existencial-
La filosofía está perfectamente en lo
correcto al decir que la vida debe ser entendida hacia atrás. Pero luego se
olvida del otro lado - que debe ser vivida hacia adelante.
La vida solo puede ser explicada
después de haberla vivido.
No puede haber un profesor, en el
sentido más estricto, en el arte de existir. Con respecto a existir, solo puede
haber un aprendiz; pues cualquiera que piense haber terminado a este respecto -
que puede enseñarle a otros y encima de esto se olvida de existir y aprender-
es un tonto. En relación a la existencia hay para todos un solo profesor - la
existencia misma.
El sermón esencial es la propia existencia.
Una persona predica con esto cada hora del día y con un poder muy diferente del
más elocuente orador en su momento más elocuente. Dejar que tu boca corra con
parloteo elocuente cuando tal palabrería es lo opuesto a tu vida es en el
sentido más profundo, tontería. Te encuentras sujeto al juicio eterno.
Lo que verdaderamente cuenta en la vida
es que en algún punto hayas visto algo, sentido algo tan grande, tan
incomparable, que todo lo demás sea nada en comparación, que incluso si
olvidaras todo no olvidarías esto.
Una cosa es introducir una nueva
doctrina al mundo, otra cosa es vivirla.
Toda esta palabrería sobre querer
conocer la verdad es parloteo, ilusión e hipocresía. Cada persona entiende la
verdad mucho más de lo que la vive. ¿Por qué no hace más entonces? ¡Ah, ahí
está el detalle!
Las vidas de la mayoría de las personas
son como el pasto - solo los árboles reciben la tormenta y experimentan muchas
cosas, pero el pasto experimenta practicamente nada.
Existe mucha gente que llega a conclusiones
en la vida de la misma forma que muchos estudiantes de escuela; le hacen
trampa al maestro copiando del libro de respuestas sin haber trabajado ellos
mismos en el problema.
Lo que realmente necesito es tener
claro en mi mente qué debo hacer, no qué debo saber, excepto aquel
entendimiento necesario que precede a cada acción. La cosa es entenderme a mí
mismo, ver qué es lo que Dios quiere que haga. La cosa es encontrar una verdad
que sea verdadera para mí, encontrar la idea por la que puedo vivir y morir.
¿De qué me serviría si descubriera la así llamada verdad objetiva, de estudiar
todos los sistemas de filosofía y ser capaz, si es necesario, de reseñarlos
todos y mostrar sus inconsistencias con cada uno; qué bien me haría ser capaz
de desarrollar una teoría del estado y combinar todos los detalles en un todo
singular, y de tal forma construir un mundo en el que no viva, sino que ponga a
la vista de otros; qué bien me haría explicar el significado del Cristianismo
si no tiene un mayor significado para mí y para mi vida; qué bien me haría si
la verdad estuviera ante mí, fría y desnuda, sin importarle si la reconozco o
no, y produciéndome un escalofrío de miedo en lugar de una devoción confiada?
Ciertamente
no niego que hay un imperativo de entendimiento, pero debe ser llevado a mi
vida, y es lo que ahora reconozco como la cosa más importante. Es lo que me
falta, y es por eso que quedo de pie como un hombre que ha rentado una casa y
reunido todos los muebles y enseres domésticos, pero aun no encuentra a su ser
amado con quien compartir todos los gozos y paneras de su vida.
Todos, incluso los más laboriosos, son
en imaginación, sentimientos, pensamiento y discurso, un buen trecho frente a
sí mismos, más allá de lo que son en realidad y acción. La mayoría de nosotros
somos como un tren del que la locomotora se ha ido - nos pretendemos tan
avanzados y sin embargo estamos tan atrasados.
La cosa más fácil de todas es morir; lo
difícil es vivir.
Una cosa es hacer que las ideas luchen
con las ideas, combatir y salir victorioso en una disputa; algo enteramente
distinto es ser victorioso en tu propia mente en la batalla de la vida. Pues
sin importar qué tan cerca combatan una idea con otra en la vida, sin importar
qué tan cercano se vuelva un combatiente con otro en un argumento, toda esta
lucha es aun así a distancia como el boxeo de sombra. La medida de la
disposición fundamental de una persona está determinada por qué tan lejos está
aquello que entiende de lo que hace, qué tan grande es la distancia entre su
entendimiento y su acción.
Sería en verdad una contradicción ridícula
si una persona existente preguntara lo que es el Cristianismo y luego pasara
toda su vida deliberando sobre ello. En ese caso, ¿cuándo existiría en él?
Decir que el Cristianismo está vacío de
contenido porque no es una doctrina es mero embuste. Cuando un creyente existe
en la fe, su existencia tiene una enorme satisfacción, pero no en el sentido
que contienen los párrafos.
Si una persona existente se relaciona a sí mismo con pasion a la felicidad
eterna, entonces su vida expresa esta relación. Si lo eterno no transforma en
lo absoluto esta existencia, entonces no se está relacionando con ello.
Un pensador especulativo ha terminado
un ensayo y lo confunde con su existencia.
Haber terminado con la vida antes de
que esta termine contigo es no haber terminado la tarea en lo absoluto.
Lo verdadero no es superior a lo bueno
y hermoso. Lo verdadero y lo bueno y hermoso pertenecer esencialmente a cada
existencia humana y están unidos no en pensar en ellos sino en vivirlos.
La dificultad no está en entender lo
que es Cristianismo sino en convertirse y ser Cristiano.
Si una persona no se convierte en lo
que entiende, entonces tampoco lo entiende.
Entre entender y estar dispuesto yacen
las excusas y las evasiones
Tal como el aire en un lugar sellado se
vuelve venenoso, de tal forma el aprisionar un reflejo desarrolla un
resentimiento culpable si no es ventilado por la acción.
En el mundo del espíritu, cambiar de
lugar es ser cambiado tú mismo.
La pasión de la fe no yace en dar
testimonio de una felicidad eterna sino en transformar la propia existencia en
dicho testimonio a ello.
Buscar la verdad significa que el
propio buscador es cambiado, de forma tal que se vuelva el lugar donde pueda
estar el objeto de su búsqueda.
-Fe y Razón-
Es en el interés de la fe hacer una
decisión absoluta, final. Es en el interés del entendimiento mantener la
“deliberación” viva. Tal como la policía se avergonzaría si no hubiera
crímenes, de tal forma se avergonzaría el entendimiento si se completara la
deliberación. La fe quiere el absoluto; el entendimiento quiere la prolongación
del pensamiento.
¿Qué es entonces el absurdo?
Simplemente, es que yo, ser racional, debo actuar en la situación donde mi
entendimiento me diga tanto: puedes tan bien hacer una cosa como la otra – y no
puedes actuar pero debes actuar. De tal forma el absurdo es actuar en esta
situación con inalterable confianza en Dios. Simplemente, debo actuar, pero mi
intelecto ha bloqueado el paso, así que tomo una de las posibilidades y miro
suplicantemente a Dios y digo: Así es como lo haré; por favor bendícelo. No
puedo hacerlo de otra manera, pues mi entendimiento me ha traído a un alto.
Enormes tratados se han escrito que
tratan de demostrar la verdad del Cristianismo. Tras ellos nos sentimos
perfectamente convencidos y seguros contra cualquier ataque. Con cada
demostración terminamos con: Por ello, Cristo era aquel que clamaba ser. Esto
es tan cierto como que dos y dos suman cuatro y tan fácil como ponerse un
calcetín en el pie. Con este “por ello” irrefutable el profesor expresa desafío
y el misionero confiadamente avanza convirtiendo al incrédulo. ¡Pero no Cristo!
Él nunca dice: Por ello, yo soy el esperado. No, dice, “Bendito sea quien no se
ofende conmigo.” Es decir, que no llegamos a él por medio de las pruebas, sino
por cargar su cruz.
Las
demostraciones son finalmente ambiguas, el entendimiento elocuente de “por y en
contra.” Solo al elegir se revela el corazón y esto, verdaderamente, es por lo
que Cristo vino al mundo – para revelar los pensamientos del corazón. Las
pruebas son capaces de llevar a alguien – no a la fe, lejos de ello, sino al
punto donde la fe puede venir a la existencia. Lo mejor que pueden llegar a
hacer es ayudar a alguien a tomar conciencia y llegar a la tensión donde la fe
sale adelante: ¿Creerás o te ofenderás?
¿Puede el absoluto ser alabado,
apreciado, servido con razones? No. Cualquiera que haga esto revela que es un
obtuso que no puede unir dos pensamientos. Las “razones” convierten el absoluto
en relatividad. El absoluto no debe ser siquiera remotamente especulado
intelectualmente, investigado, discutido – no, es lo incondicional, así que
guarda tus palabras.
Solo hay una prueba – la de la fe. Es
imposible que una persona guarde su convicción y salga adelante con razones. Si
estoy realmente firme en mi convicción, entonces es mayor que las razones; es
de hecho la convicción que sostiene las razones, no las razones las que
sostienen la convicción. Las “razones” no pueden poner un huevo más que un
gallo puede, lo más un huevo de aire, y sin importar cuánto interactúen una con
otra nunca conciben o llevan a una convicción. La convicción se despierta de
otra forma.
Solo hay una
prueba para la verdad del Cristianismo – la prueba interna, argumentum spiritus
sancti (el argumento del Espíritu Santo). El Apóstol Juan confiesa esto: “Si
recibimos el testimonio del hombre” (esto es todas las pruebas históricas y
consideraciones) “el testimonio de Dios es mayor” – Esto es, el testimonio
interno es mayor. Y luego “Aquel que cree en el hijo de Dios tiene el
testimonio en sí mismo.” (1 Juan. 5:9-10).
No son las
razones las que justifican al hijo de Dios, sino lo opuesto – la fe en el hijo
de Dios es el testimonio. La fe es el movimiento del infinito dentro de sí
mismo, y no puede ser de otra manera. Todo lo previo es preparatorio,
preliminar, algo que desaparece tan pronto como llega la convicción. De otra
forma, no habría descanso en una convicción, pues entonces tener una convicción
sería perpetuamente repetir razones. La fe es en sí misma el testimonio, la fe
es la justificación.
¿Has visto a un barco encallado en una
tierra enlodada? Es casi imposible hacerlo flotar nuevamente porque es
imposible afirmarlo entre troncos. Ningún tronco alcanza un piso
suficientemente firme para que pueda apoyarse en él. Es lo mismo con toda una
generación atorada en la tierra enlodada de la razón; y no hay pesar en ello –
no, solo autosatisfacción y orgullo, que siempre acompañan a la razón y al
pecado de la razón. Oh, los pecados del corazón, los pecados de la pasión -
¡Están más cerca de la salvación que el pecado del intelecto!
Por la fe Abraham salió de la tierra de
sus padres y se convirtió en visitante en la tierra de la promesa. Dejó una
cosa atrás, y llevó consigo una cosa. Dejó su entendimiento terreno atrás y
llevó la fe consigo. De otra forma no hubiera seguido adelante.
En el Nuevo Testamento la fe posee un
carácter ético. El apóstol habla de la obediencia de la fe. La fe se pone a
prueba, es probada, no por razones, sino por la vida.
Cristo usa solo una prueba: “Si hacéis
la voluntad de mi padre, sabréis si la enseñanza es de Dios o si hablo de mi
propia autoridad.” Esto implica que una situación de acción es necesaria antes
de que la decisión de la fe pueda existir; esto es aventurarse. No es asunto de
tener primero la prueba y luego aventurarse. No, primero aventurarse, luego la
prueba.
Cuando un hombre rico conduce de noche
con luces en su carruaje, puede ver una pequeña área mejor que el pobre que
anda en la oscuridad – pero no ve las estrellas. Las luces le impiden esto. Es
lo mismo en el entendimiento intelectual. Ve bien lo que está cerca pero le
quita la visión infinita.
Cuando el Cristianismo entró al mundo
presupuso la necesidad, la ansiedad, el sufrimiento de la conciencia
angustiada, el hambre que clama por alimento – y el Cristianismo era alimento.
Ahora pensamos que debemos ofrecer aperitivos antes de poder hacer entrar a las
personas a la fe. ¿Qué aperitivos? ¿Predicar la
ley? ¡No, no! El Cristianismo debe ser servido con tales aperitivos como
las pruebas, los fundamentos, la probabilidad y cosas parecidas. Esto quiere
decir que traicionamos al Cristianismo, que de hecho negamos que sea
incondicionalmente el alimento, que la culpa esté en la humanidad, quienes
deberían ser dejados a morir de hambre.
Hemos
cambiado al Cristianismo de una cura radical a una precaución menor, como algo
que se usa para prevenir resfriados, dolores de muelas y cosas similares. Y lo
más extraño es que, aun cuando cada inventor de gotas, pastillas y demás cosas,
“que no hacen bien ni mal,” anuncia su medicina como un bálsamo milagroso, el
Cristianismo es proclamado en tonos muy quedos. Una multitud de fundamentos y
razones marchan para hacer de alguna forma probable que haya algo en el
Cristianismo. Verdaderamente, para elegir el menor de los males, creo que el
Cristianismo se serviría mejor si fuera anunciado por un charlatán que por una
legión de este tipo de testigos.
Dios no puede demostrar su existencia
por medio de algo más que su propio juramento; no tiene nada más alto que sí
mismo por lo cual jurar.
Toma a todos los escépticos que tienen
dificultades con el Cristianismo y todos los apologistas que luchan por
defenderlo, y mira como todo el asunto es una falsa alarma. Las dificultades
simplemente son introducidas por Dios para poder asegurarse de que se convierta
en el objeto de la fe. Es por esto que el Cristianismo es una paradoja; explica
las contradicciones de las Escrituras. Pero el enfoque intelectual quiere
abolir la fe. No tiene interés en la soberanía de Dios ni lo que significa el
requerimiento de la fe.
Al enseñarle a caminar a un niño te
pones de pie ante el niño y le miras. No caminas junto al niño sino eres la
meta a la que el niño camina. Aun cuando te pongas de pie tan lejos que no
puedes alcanzar al niño, extiendes los brazos y los mueves como si trataras de
abrazarlo, sin importar que haya una distancia entre tú y el niño. Así de
solícito eres, pero no puedes ser más solícito, pues entonces el niño no
aprende a caminar. De tal forma es Cristo. Cristo se pone ante nosotros, no
camina junto con sus discípulos, sino es él mismo la meta a la que luchamos
mientras aprendemos a caminar por nosotros solos. Está de pie como la meta,
mirándonos y extendiendo sus brazos – tal como hace una madre.
La viuda que puso tres monedas en el
cepillo del templo hizo un milagro tal como el milagro de los panes y los
peces; sus tres monedas se transformaron en abundancia.
O puedes emplear todo tu acervo
intelectual para mostrar la irracionalidad de un milagro y luego en esa base
(que es irracional) concluir que no es un milagro – ¿pero sería un milagro si
fuera razonable? – o puedes emplear toda tu profundidad y acervo para entender
el milagro, para hacerlo entendible, y entonces concluir que es un milagro
porque es entendible – pero entonces no es verdaderamente un milagro. No, deja
que el milagro sea lo que es: un objeto de la fe.
Deberíamos o abandonar los milagros por
completo o actuar de acuerdo a ellos.
Debes aventurarte hacia la vida, hacia
el mar, y levantar tu voz, aun si Dios no la escucha, y no quedarte en la costa
y mirar como otros luchan y se esfuerzan. Solo entonces adquiere el
entendimiento su sanción oficial. Estar de pie en una pierna y probar la
existencia de Dios es muy diferente de estar de rodillas y agradecerle.
La fe es un asunto sin descanso. Es la
salud, pero más fuerte y violenta que la más ardiente fiebre. La fe simplemente significa que lo que
estoy buscando no está allí, y por esta misma razón lo creo. La fe expresamente
significa la profunda, intensa, bendita inquietud que mueve al creyente de tal
forma que no pueda postrarse y descansar en este mundo. Aquel que se ha
postrado ha dejado de ser un creyente, porque un creyente no puede estar quieto
– un creyente camina hacia la fe.
Una persona puede hacer mucho por otra,
pero no puede darle fe.
¿Cuál es el poder eterno en un ser humano? Es la fe. ¿Cuál es la expectativa de la fe? La
victoria – o, como enseñan las Escrituras, que todas las cosas trabajen juntas
para el bien de aquellos que aman a Dios. La fe es la expectativa del futuro
que espera la victoria. La fe conquista el futuro. Por ello, el creyente ha
terminado con el futuro antes de comenzar con el presente, y esta filosofía tan
solo puede fortalecerle para el trabajo presente.
Lo que la filosofía y teología modernas
entienden por fe es en realidad lo que es llamado tener una opinión, o en el
lenguaje de cotidiano llamamos “creer.” El Cristianismo es entonces convertido
en una enseñanza. El siguiente paso es “comprender” esta enseñanza, y
supuestamente es lo que hacen esta filosofía y teología. Todo esto sería
completamente apropiado si el Cristianismo fuera una enseñanza. Pero no lo es.
La fe está relacionada con el Dios-hombre, no una doctrina.
¡Qué fe toma creer que esta vida es
notada por Dios y esto es suficiente!
Imagina un violinista. Si, sin haber
aprendido la menor cosa de música, tomara su asiento en la orquesta e
inmediatamente comenzara a tocar, no solo se incomodaría sino incomodaría a
otros. No, por largo tiempo ha practicado a solas, por sí mismo. Tanto como es
posible ninguna cosa le molesta allí; se sienta y cuenta el tiempo, etc. Pero
su objetivo es tocar con la orquesta. Debe ser capaz de tolerar la profusión de
los más variados instrumentos, este entramado de sonidos, y sin embargo ser
capaz de atender a su violín y tocarlo con tanta calma y confianza como si
estuviera a solas en su cuarto. Oh, esto nuevamente le hace necesario estar a
solas para ser capaz de hacerlo – pero el objetivo es siempre tocar en la
orquesta. Es lo mismo con la fe y la tarea de vivirla.
Aquel que ama a Dios sin fe reflexiona
sobre sí mismo; aquel que ama a Dios con fe reflexiona en Dios.
Éticamente hablando, lo que Abraham
planeó fue asesinar a Isaac. Sin embargo, religiosamente hablando, estaba
dispuesto a sacrificar a Isaac. En esta contradicción yace la propia angustia
que puede en verdad quitarle el sueño a cualquiera. Y sin embargo sin esta
angustia Abraham no sería el que es. Ni sería la fe la que es.
La resignación por sí misma no requiere
de la fe. Solo tiene que someterse a lo eterno. Renuncia, pero no gana. La fe,
sin embargo, no renuncia a nada. Al contrario, en la fe recibo todo. Aquí yace
la diferencia crucial. Toma un coraje puramente humano renunciar al mundo de la
temporalidad para poder ganar la eternidad; pero toma un coraje humilde y
paradójico asirse de lo que es temporal y hacerlo en nombre de lo eterno. Este
coraje es el coraje de la fe. A través de la fe Abraham no renunció a Isaac.
No, a través de la fe recibió a Isaac.
En relación con Cristo, solo hay un tiempo,
el presente. Mil ochocientos años no hacen ninguna diferencia; ni cambian a
Cristo ni revelan lo que fue, pues lo que es, es revelado solo en la fe.
-Siguiendo a Jesús-
Toda la vida de Cristo debe darles el
ejemplo al Cristiano y a toda la Iglesia. Uno debe tomar cada aspecto
particular de la vida de Cristo desde el bautismo a su resurrección y mostrar
correspondencia. ¿Qué más quiere decir ser Cristiano?
¿Qué es el Cristianismo? Simple: Ser
como Cristo.
No dice que debes asemejarte a Cristo.
No, es ponerse a Cristo, ponérselo encima sobre uno mismo - como cuando alguien
va con ropa prestada puesta - ponértelo, como cuando alguien que se parece
increíblemente a otra persona no sólo trata de parecérsele sino de
representarlo.
¡La imitación de Jesús! No quiero decir
el tipo de imitación que consiste en ayunar y flagelarte y demás cosas. No, la
imitación quiere decir seguir el ejemplo, estar dispuesto a ser testigo de la
verdad y contra la falsedad, y hacerlo sin buscar apoyo alguno de cualquier
poder externo, ni tampoco aferrarte a poder alguno ni formar un partido. No
sorprende que nosotros humanos seamos incapaces de involucrarnos con esta
imitación.
Hay tantos niños que son bautizados cada
año, tantos que son confirmados, y ¿cuántos se convierten en profesores
teológicos e instructores de la Biblia? Hay mil pastores. Todo está en su lugar
- si tan solo seguir a Cristo existiera.
La gente parece olvidarse que hay un
límite a la pasión de hacer compromisos y que este límite yace donde la pasión
de la acción debe comenzar. Y cuando esto falta, los compromisos verbales se
vuelven más vehementes y estridentes, tanto más la declaración que es dicha es
una mentira en la garganta del que hace el compromiso.
Nos regocijamos de haber dado explicaciones
que quiten todo ascetismo del Cristianismo, mostrando que tan lejos está el
Cristianismo de tonterías tales como la flagelación monástica. ¡Pero espera un
poco! Algo siempre se queda fuera, y esto es el Ejemplo: el Señor de Señores en
la forma de un pobre sirviente sin lugar donde apoyar su cabeza, la
auto-negación ejemplificada por el ejemplo de Cristo que requiere el Cristianismo.
Aquel que permanece en el mundo para sufrir por la verdad siempre está en lo
correcto por encima del eremita que huye del mundo. Pero la persona sociable
que va feliz y con fortuna por el mundo para disfrutarlo en el sentido completa
y ordinariamente humano no tiene derecho alguno de castigar al monástico. No
nos engañemos.
El Cristianismo es una creencia y una
muy particular existencia correspondiendo a ella - la imitación. Podemos poner
la fe primero y la imitación en segundo lugar, en tanto que es necesario para
mí tener fe en aquello que imitaré. Pero también debemos poner la imitación
primero y la fe en segundo término. Debo, por acción, ser marcado en alguna
medida en conformidad a Cristo, y por ello chocar con el mundo. Sin algún tipo
de tensión situacional, no hay una verdadera oportunidad de convertirse en
creyente.
Podemos al menos ser verdaderos ante
Dios y admitir nuestra debilidad en lugar de reducir el requerimiento.
La imitación no es un requerimiento de
la ley, pues entonces tendríamos el peso de la ley nuevamente. No, la imitación
comienza con la dicha de ser amado - y luego viene con la lucha por servir.
Cristo viene al mundo como ejemplo,
constantemente afirmando: Imítame. Nosotros humanos preferimos adorarle en su
lugar.
La fe genuina
nunca se satisface con la forma religiosa de hacer las cosas - la adoración del
Sabbath o una hora o media hora cada día. El Cristianismo no es nada más que la
fe justo en medio de la propia vida y cada día. Pero lo hemos reducido a las
horas de quietud, y con ello admitiendo indirectamente que no somos realmente
Cristianos. Que debemos tener momentos de quietud para pensar en Dios - esto
parece tan elevado y tan bello, tan solemne. Es tan hipócrita, porque de esta
forma le quitamos a cada día de la auténtica adoración a Dios.
Quienquiera que no se tome esta tarea en
la vida cotidiana y en la sala debe quedarse callado, porque las vistas de
Domingo a la eternidad no son nada más que aire. Desde luego, no debe quedarse
en la sala. Sin embargo, es allí donde se debe librar la batalla, a menos que
las escaramuzas de la piedad se vuelvan un desfile de cambio-de-guardia un día
a la semana. Es en la sala que la batalla debe librarse, no imaginariamente en
la iglesia, con el pastor haciendo boxeo de sombra y los escuchas como
espectadores. Es en la sala que la batalla debe librarse, porque la victoria
debe ser que el hogar se vuelva altar.
El Cristianismo llegó al mundo no para
ser entendido sino para existir en él.
Algunas sugerencias por medio de unas
cuantas preguntas: ¿Puede uno ser Cristiano sin ser un discípulo? ¿Puede el
Cristianismo, que vino al mundo para inspirarnos y fortalecernos moralmente,
ser cambiado de forma tal que nos desmoralice con una "gracia" fácil?
- ¿Puede uno ser Cristiano de esta manera? ¿Es correcto tomar del mundo las
promesas para esta vida, las cuales hace porque no tiene salvación eterna a la
cual apuntar, y tomar del Cristianismo las promesas de la eternidad, la cual
tiene porque demanda la renunciación a esta vida, y mezclar ambas de forma que
se tenga algo doblemente dulce - es correcto llamar a esto Cristianismo y ser
Cristiano de esta forma? Y si por virtud de esta "gracia" puede
hacerse, ¿no puede al menos una cosa demandarse, que nos demos cuenta clara de
lo que hemos hecho y qué tan hipnóticamente nos acercamos hacia la
"gracia"?
Cuando vemos a alguien sosteniendo un
hacha de forma incorrecta y le vemos tirar hachazos de tal forma que le dé a
todo menos al trozo de madera, no decimos, "Qué forma tan equivocada tiene
el leñador de hacerlo," sino decimos, "Ese hombre no es
leñador."
Ahora para
la aplicación. Cuando vemos a miles de miles y millones de Cristianos cuyas
vidas no se asemejan en la más remota forma a lo que - y esto es decisivo - el
Nuevo Testamento llama un Cristiano, acaso no es una interferencia con el
significado hablar como uno no lo haría en ninguna otra situación diciendo:
"qué forma tan mediocre, que manera tan completamente inexpresiva tienen
estos Cristianos." En cualquier otra situación acaso uno no diría,
"Estas personas no son Cristianas." Ahora hay que ser rectos y decir:
No somos Cristianos. Deja que esto sea parte del lenguaje ordinario de uso
común y tendrás una transformación del mundo.
Tal como el nombre de Cristo es el
nombre único en el cielo y en la tierra, de tal forma es también Cristo el
único predecesor que ha ido antes que todos a preparar el lugar. Entre el cielo
y la tierra hay solo un camino: seguir a Cristo. Entre el tiempo y la eternidad
hay tan solo una elección: elegir este camino. Hay tan solo una esperanza
eterna en esta tierra: seguir a Cristo hacia el cielo. Hay solo una dicha
duradera en esta vida, seguir a Cristo; y en la muerte hay tan solo un gozo
bendito - ¡seguir a Cristo a la vida!
En una disputa verbal no hay una
diferencia esencial entre un admirador y un imitador, exceptuando quizás que el
imitador no tiene un vocabulario tan nutrido y no está tan inclinado a hacer
promesas.
Señor
Cristo, no viniste al mundo para ser servido ni para ser admirado tampoco, o en
este sentido adorado. Tú mismo eras el camino y la vida - y solo pedías
seguidores. Si nos hemos dormido al encanto, despiértanos, rescátanos de este
error de querer admirarte o adorarte en lugar de querer seguirte y ser como tú.
Tú quien alguna vez caminaste por la tierra
y dejaste las huellas que debemos seguir; tú quien desde el cielo mirabas a
cada peregrino, fortaleciendo al fatigado, inspirando al desanimado, guiando al
extraviado, dando solaz al conflictuado. Tú que vendrás nuevamente al final de
los tiempos para juzgar a cada uno individualmente, si es que te ha seguido -
nuestro Dios y nuestro Salvador - deja que tu ejemplo se erija claramente ante
los ojos del alma para poder alejar las nieblas, fortalecer para poder mantener
esto inalterado ante nuestros ojos de tal forma que al parecernos a ti y
siguiéndote seamos capaces de estar justamente ante ti en el juicio - oh, pero
que también seamos traídos por ti a la dicha eterna contigo en la vida por
venir.
Cristo no le dijo al hombre joven y rico,
"Si quieres ser perfecto, entonces vende todas tus propiedades y dáselas a
los pobres." Cristo habla de otra forma y dice, "Ve, vende cuanto
tienes y dalo a los pobres y ven, toma la cruz y sígueme" (Marcos. 10:21). Vender todas las
propiedades y darlas a los pobres es cuando menos el principio. Darlo todo a
los pobres, ese es el primer paso; es tomar la cruz. El siguiente paso, la
continuación interminable, es cargar la cruz. Debe suceder diariamente, no de
una sola vez y ya, y no debe haber nada, nada en lo absoluto, que no estarías
dispuesto a entregar en auto negación.
Tal como Nicodemo vino en la noche, de
la misma forma viene un rey a Cristo por la noche y quiere ser discípulo. Me
pregunto lo que Cristo le diría. "Si quieres seguir siendo lo que eres -
un rey - entonces no temas nada de mí; mi reino no es de este mundo. Seré tu
súbdito como cualquier otra persona, seré tu súbdito humilde y leal, y le
enseñaré a mis discípulos a hacer lo mismo. Pero si tú quieres ser un discípulo
- oh, hombre, entonces yo seré Rey. Quítate tu corona, dalo todo,
sígueme."
-El Perdón-
Que Jesucristo murió por nuestros pecados ciertamente
muestra qué tan grande es su gracia, pero también qué tan grande son mis
pecados.
El perdón de los pecados no es un
asunto de particulares - como si en general uno fuera bueno. (Esto es infantil,
pues el niño siempre pide perdón por alguna cosa en particular que hizo ayer y
olvida hoy, etc.; de hecho, no se le ocurriría al niño, no lo podría concebir,
que esto en realidad sea maligno.) No, es exactamente lo opuesto. No
corresponde a los particulares como a la totalidad. Corresponde al ser completo
propio, que es pecador y corrompe todo tan pronto como tiene el menor contacto
con ello.
El perdón de los pecados no puede ser
tal que Dios, como si fuera posible, con un solo toque borre toda culpa,
disuelva todas sus consecuencias. Tal anhelo no es más que el deseo mundano que
no tiene idea de lo que es la culpa. El perdón no quiere decir ser puesto en
circunstancias más afortunadas sino convertirse en una persona nueva en la
conciencia reafirmante de que tu culpa es perdonada incluso si permanecen las
consecuencias de la culpa. Solo la persona que comprende el hecho de que la
culpa es algo completamente diferente y más terrible de las consecuencias de la
culpa (consideradas como el infortunio, el sufrimiento), solo aquel que se
arrepiente, solo este será perdonado.
Cristo abandonó el "ojo por ojo,
diente por diente," y dio vuelta a la relación. Introdujo un
igual-por-igual diferente: de la forma en que te relaciones con otros, de tal
forma Dios se relaciona contigo. El perdón es perdonar.
Donde tiene lugar la reconciliación,
allí está el altar. Descansas en el perdón de los pecados cuando el pensamiento
de Dios no te recuerda el pecado sino que ha sido perdonado, cuando el pasado
no es un recuerdo de cuánto has fallado sino qué tanto has sido perdonado.
La necesidad de perdón es una señal de
que uno ama a Dios. Pero ambas partes corresponden la una a la otra - cuando
una persona no comprende que pecador tan grande es, no puede amar a Dios; y
cuando no ama a Dios, no puede comprender que pecador tan grande es. La
conciencia del pecado es la propia pasión del amor. Verdaderamente la ley lo
hace a uno un pecador, ¡pero el amor lo hace a uno un pecador mucho más grande!
Es verdad que la persona que teme a Dios y tiembla se siente a sí mismo
pecador, pero la persona que en verdad ama se siente a sí mismo un pecador
mayor.
Considera a Giordano Bruno o alguien
como él, que se convirtió en mártir por una idea. En un momento de debilidad
cedió y se escondió para evitar el peligro. Luego es traicionado, su escondite
descubierto, y es aprehendido.
Ahora
imagínalo ante el juez. Demanda saber quién ha dado razón de su escondite y le
ha traicionado. Resulta ser su sirviente. Es confrontado con el sirviente,
quien está terriblemente afectado pues ahora se ve a sí mismo claramente como
culpable. Entonces le dice al sirviente, “No te angusties. Te perdono por
completo. Ciertamente no habría muchos sirvientes que actuaran de forma distinta
a lo que has hecho, pues sé muy bien que te han sobornado. Por cierto, ¿cuánto
costó?” El sirviente replica, “obtuve 250 dólares.” “Bueno,” dice el amo, “esa
es una buena paga. Entiendes, sin embargo, que eres bastante afortunado de que
no esté enojado contigo, pues en mi testamento te he nombrado heredero de 500
dólares pagaderos a mi muerte. Si me enojara, habrías sido un tonto: habrías
recibido solo 250 dólares por traicionarme, un soborno de 250 dólares – un
crimen. De otra forma habrías recibido 500 dólares sin ninguna falta, y si
estuviera enojado habrías perdido más de la mitad. Ahora, al contrario, como de
mi testamento obtendrás 500 dólares después de mi muerte, los 250 son algo que
has conseguido aparte. Mi amigo, aquellos que te han pagado 250 dólares
probablemente no te han aconsejado emplear debidamente este dinero. Toma mi
consejo entonces, y emplea bien este dinero. No desesperes por haber sido tan
débil como para traicionar a un hombre, se fuerte para creer tanto que Dios te
perdonará por completo como que yo te he perdonado totalmente.”
Perdonar los pecados es divino no solo
en el sentido de que nadie es capaz de hacerlo excepto Dios, sino que también
porque nadie puede hacerlo sin Dios.
La dicha de Dios es perdonar pecados.
Tal como Dios es todopoderoso para crear algo de la nada, de tal forma es
todopoderoso al disolver algo; pues olvidar es verdaderamente disolver.
Cuando odio
a alguien o niego que Dios es su Padre, no es él quien pierde, soy yo. Soy yo
quien no tiene Padre. Con la falta de perdón siempre hay un eco en reversa.
Puedes pensar que el pecado permanece
tan grande si se le perdona como si no, pues el perdón ni suma ni resta. Mas no
es así. En lugar de esto, cuando te rehúsas a perdonar incrementas el pecado.
¿Acaso tu dureza de corazón no se convierte en un pecado más? ¿No debe éste ser
traído ante el juicio también?
La conciencia angustiada a solas
comprende a Cristo.
Si el perdón de los pecados estuviera
hecho para hacer superfluas las buenas obras, entonces no debería ser llamado
perdón de los pecados sino permiso de los pecados.
Si no podemos entender que el perdón también
es un peso que debe ser cargado, aun cuando sea un peso ligero, entonces
tomamos el perdón en vano. El perdón nunca se gana – no es tan pesado. Pero
tampoco debe ser tomado en vano, pues no es tan ligero tampoco. El perdón no se
debe pagar – pues no es tan costoso y no puede ser pagado. Pero tampoco debe
ser tratado como nada; se compra a un precio demasiado alto para ello.
La Ley ya no es el único medio
disciplinario que nos lleve a Cristo. El perdón a través de Cristo es el
medio disciplinario gentil que no tiene el corazón para recordarnos aquello que
ha sido olvidado pero aun así nos recuerda de lo que ha sido perdonado. Cada
vez que recuerdas su perdón, tus pecados son olvidados. Pero cuando olvidas su
perdón, tus pecados no son olvidados, y entonces se desperdicia su perdón.
Cuando los fariseos rodearon a la mujer,
descubrieron la enormidad del pecado, pero Cristo escribió en la arena – y lo escondió.
En Cristo todo es revelado – y todo es escondido.
Mi escucha, había una mujer que era
pecadora, pero a través de su gran amor se hizo a sí misma, si se permite
decirlo, indispensable para el Salvador. Puedes llamarla bendita porque sus
múltiples pecados le fueron perdonados o puedes llamarla bendita porque amo
tanto. Sustancialmente dices la misma cosa – si tan solo notas que a quien amó
fue a Cristo, y si al mismo tiempo no olvidas que Cristo es la gracia y el
dador de la gracia.
¿Es esta la prueba: amar a Cristo más
intensamente que a la madre y al padre, que al oro y los bienes, que al honor y
la reputación? No, la prueba es esta: amar al Salvador más de lo que amas a tu
pecado.
Dios crea de la nada – maravilloso,
dirás. Sí, desde luego, pero entonces hace algo más maravilloso – crea santos
de pecadores.
Tendrás un profundo entendimiento del
estado del Cristianismo en cada era viendo cómo trata a Judas.
Dios será tan severo con nosotros como
nosotros lo somos con los demás. ¡Qué devastador! Pues sabemos bien qué tan
severos podemos ser. Pero el punto es que Dios juega con nosotros cuando actúa
como nosotros actuamos con los demás. Podría ser mucho más severo. Oh Dios,
eres grandioso, el Creador y Sustentador del mundo. Pero cuando tú, oh Dios,
perdonas el pecado del mundo y te reconcilias con la raza caída, ah, entonces
eres aún mayor. ¡Eres compasión inconcebible!
¡Padre en el cielo! No tengas nuestros
pecados en nuestra contra sino tennos en contra de nuestros pecados, de forma
que el pensamiento en ti cuando despierta en nuestra alma, y cada vez que
despierte, no nos recuerde lo que hemos cometido sino lo que tú has perdonado,
¡no cómo nos hemos perdido sino cómo nos has salvado!
-Libertad-
La libertad incondicional, la libertad
que igualmente elije el bien o el mal, no es nada sino una destrucción de la
libertad y una desesperación de cualquier explicación de ella. Libertad quiere
decir ser capaz.
El Cristianismo enseña que debes elegir
la cosa necesaria, pero de tal forma que no haya duda en tu elección. Esto es,
si tonteas por mucho tiempo, entonces no estás eligiendo la cosa necesaria.
Consecuentemente, el propio hecho de que no haya elección expresa la tremenda
pasión o intensidad con que uno elige. ¿Puede haber una expresión más exacta
del hecho de que la libertad de elección es solo una condición formal de
libertad y que enfatizar la libertad de elección como tal significa perder con
certeza la libertad? La propia verdad de la libertad de elección es que no debe
haber elección, aun cuando la haya.
La libertad es realmente libertad solo
cuando, en el mismo momento, en el mismo segundo, se lance con velocidad
infinita a comprometerse. La libertad es la elección cuya verdad es que no hay
duda sobre la elección.
Al mirar fijamente la libertad de elección
en lugar de elegir, perdemos tanto la libertad y la libertad de elección. La
cosa más tremenda que se ha dado al ser humano es – elección, libertad. Si
quieres rescatarla y conservarla, solo hay un medio – en el mismo segundo
incondicionalmente en pleno apego, devuélvela a Dios y devuélvete a él con
ella. Si la visión de lo que te es dado te tienta, si te rindes a la tentación
y miras con deseo egoísta a la libertad de elección, entonces pierdes la
libertad. Y tu castigo es entonces ir en un estado de confusión y presumir de
tener libertad de elección.
Desgraciado
serás, este es el juicio que cae sobre ti. Tienes la libertad de elección,
dices, y sin embargo no has elegido a Dios. Entonces te enfermas; la libertad
de elección se vuelve una idea fija. Finalmente te vuelves como el hombre rico
que imagina mórbidamente que se ha vuelto pobre y morirá de necesidad. Te
lamentas de haber perdido la libertad de elección, y el error es meramente que
no tienes un penar suficientemente hondo para que puedas recuperarla.
Lo que dice Agustín de la libertad
(distinguiéndola de la libertad de elección) es muy cierto y parte de la
experiencia. Es decir, que una persona tiene la más viva sensación de libertad
cuando con completa determinación decisiva imprime en su acción la necesidad
interna de excluir cualquier otra posibilidad. La libertad de elección o la
“agonía” de la elección se termina.
La gente quiere eliminar las restricciones y
limitantes para poder jugar al juego de ser independientes. En los tiempos
antiguos las personas creían que era la conciencia la que daba la libertad de
la conciencia, que si uno tenía conciencia, la libertad seguramente le
seguiría. Pero eliminar cada limitante, aflojar cada atadura, quiere decir a lo
más hacerlo tan libre y conveniente como sea posible para todo aquel que no
tenga conciencia mientras imagina que tiene una. Toda esta palabrería de
eliminar las limitantes viene o de los consentidos o de aquellos que quizá
alguna vez sintieron el poder de pelear pero ahora están agotados y prefieren
que se quiten todas las limitantes.
Ciertamente, María fue la elegida, y
tan decididamente que fue elegida. Pero también hubo otro factor, la libertad
del momento de la elección, cuando vemos que alguien como ella es la correcta.
Si el ángel no la hubiera encontrado como la encontró, no hubiera sido la
indicada.
La educación de Dios consiste en
guiarnos a ser capaces de hacer libremente lo que inicialmente uno tenía que
ser obligado a hacer.
Lo opuesto a la libertad no es
necesidad, sino culpa.
¿Quién no quiere ser libre? Desear ser
libre es un asunto fácil, pero desear es el más miserable y prisionero de todos
los espectáculos. En toda nuestra “libertad,” en realidad buscamos una cosa:
ser capaces de vivir sin responsabilidad.
Aquello que distingue el camino Cristiano
del camino común es lo voluntario. Cristo no fue alguien que buscara las cosas
terrenas pero que tenía que satisfacerse con la pobreza – no, eligió la
pobreza.
Una persona es un esclavo de lo que es
apegadamente dependiente. Pero nuestra era amante-de-libertad piensa de otra
forma; piensa que si uno no es dependiente, entonces tampoco es un esclavo. Si
no hay amo, tampoco hay esclavo. Uno apenas puede darse cuenta que aquí es
donde precisamente se crea una servidumbre. Esta servidumbre no es que una
persona quiera subyugar a muchas, sino que los individuos, cuando se olvidan de
su relación a Dios, se vuelven mutuamente temerosos los unos de los otros.
Leemos que Cristo después de su
resurrección vino a través de puertas cerradas, cuando los discípulos se habían
reunido. Esto, algunas veces, es erróneamente usado para representar qué tan
afanosamente busca Cristo el alma, cómo puede entrar a través de las puertas
cerradas de los corazones que son indiferentes o se han endurecido. Pero esto
es falso. Más bien, está ante la puerta y toca.
Que Dios pudo crear seres libres al
punto de poder actuar en contra de él es la cruz que la filosofía no puede
llevar pero de la que ha estado pendiendo.
Toda la cuestión de la omnipotencia de Dios
y la relación del bien al mal puede ser quizá resuelta sencillamente de la
siguiente forma. Lo más alto que concebiblemente puede hacerse por un ser es
hacerle libre. Pero se requiere omnipotencia para ello. Puede parecer extraño,
pues la omnipotencia parecería requerir dependencia. Pero si uno piensa con
cuidado sobre la omnipotencia, percibirá que la característica distintiva de la
omnipotencia es la habilidad de quitarse a sí misma nuevamente. Es precisamente
por esta causa que lo que viene a la existencia por omnipotencia puede ser
independiente.
Solo la
omnipotencia es capaz de retirarse (quitarse a sí) al entregar, y es
precisamente esta relación la que constituye la independencia de quien la
recibe. Así la omnipotencia de Dios es su bondad. Pues bondad significa dar
completamente, pero de forma tal que retirándose haga libre a quien la recibe.
La omnipotencia no es meramente capaz de producir el fenómeno más impositivo,
la totalidad del universo visible, sino también la cosa más frágil de todas: un
ser que ante el propio rostro de la omnipotencia sea independiente. Pero es una
concepción inválida y mundana de la dinámica de poder que éste es más grande y
mayor en proporción tanto que puede obligar y hacer a aquel dependiente. No, el
verdadero arte del poder es precisamente liberar.
-Dios-
La ley de relaciones entre nosotros humanos
y Dios es de esta forma: Premisa Mayor: Hay una diferencia infinita,
radical, cualitativa entre Dios y humanos. Esto quiere decir que no podemos
conseguir absolutamente nada; es Dios quien da todo. Es él quien trae la fe de
una persona, y así consecuentemente. Esta es gracia, y esta es la mayor premisa
del Cristianismo. Premisa Menor: Aunque no podemos conseguir cosa alguna,
incondicionalmente cosa alguna, podemos, con la fe, atrevernos en toda nuestra
niñez a involucrarnos con Dios.
Si la
premisa mayor es todo, entonces Dios se vuelve tan infinitamente grande que no
puede haber relación entre Dios y el ser humano individual. La vida de un
individuo singular nunca despega. Es un fraude elevar a Dios tan alto. La
dificultad está en tener una concepción infinita de la majestad de Dios y de la
gloria de Cristo y luego la apertura infantil de involucrarse con ellos en tu
vida personal en una forma totalmente infantil.
Sí, ¿quién en todo el mundo puede o se
atreve a arriesgarse involucrándose con Dios cuando el propio número de serie
en la raza es, por ejemplo, No. 27,000,000,000 y demás? Pero no debes pensar
así. Debes simplemente cerrar tus ojos, pensar solo en Dios, convertirte en un
pobre y único ser humano a quien el amor infinito de Dios le da una apertura
infantil, y sobre la cual se regocija en el hecho de que cada ser humano tiene
permiso de hacer esto – sí, debe hacer esto.
¡Oh, que
puedas aprender a pensar humanamente en Dios! No quiero decir que te debas
volver un amiguito – amiguito de Dios. No, primero que nada, primero la
concepción infinita de la infinita majestad de Dios, y luego, luego lo
siguiente, la apertura infantil de involucrarte con él de forma sincera y verdadera.
Desafortunadamente el Cristianismo ha hecho a Dios tan sublime que a la larga
le hemos desaparecido y quitado de nuestra vida.
Si un Árabe del desierto buscando agua descubriera
repentinamente un manantial en su tienda, de forma que tuviera siempre agua en
abundancia – ¡qué afortunado se consideraría! Es igual con una persona que
siempre ha acudido a lo externo, pensando que su felicidad está fuera de sí. Si
tan solo mirara hacia adentro y descubriera el manantial que yace dentro suyo,
por no decir del manantial que Dios ofrece en una relación.
“Él debe incrementar, pero yo debo
decrecer” es la ley para atraer a Dios. Pero entonces en algún sentido ¿pierdo
a Dios? ¿Cómo? Pues verdaderamente, ¡él incrementa! No, si pierdo cualquier
cosa, me pierdo a mí mismo.
Mientras más viva uno con Dios más
infinito se vuelve Dios – y menos se vuelve uno mismo. Tristemente, como un
niño uno piensa que Dios y el hombre pueden jugar felizmente juntos. Como un
joven que sueña que si verdaderamente hace un esfuerzo, como alguien
apasionadamente enamorado, entonces esa relación con Dios aun así será
alcanzada. Tristemente, cuando uno madura y descubre qué tan infinito es Dios,
descubre la distancia infinita. Dios es personal. Ese tema es suficientemente
cierto. Pero a menos que algo más suceda, no has avanzado. No, Dios es
verdaderamente personal, pero aun así no es consecuentemente algo estrictamente
personal para ti. Toma una relación humana. Una persona superior es ciertamente
personal, pero ¿acaso no tiene en su poder ser personal en su relación con el
que es inferior o relacionarse objetivamente con este?
De tal forma
es con Dios. Sí, es personal, pero si lo será respecto a ti depende en si así
le place a Dios. Es la gracia de Dios si será personal en su relación contigo.
Y si tiras esta gracia, te castiga relacionándose contigo objetivamente. Y en
este sentido puede ser dicho que el mundo (a pesar de las pruebas) no tiene un
Dios personal. La verdad es que hace mucho que dejó de haber personas capaces
de soportar la presión y el peso de tener un Dios personal.
Dios es el único poder que no hace ofertas
o rebajas; sus precios permanecer eternamente sin cambio.
La meta no está en fundirse en Dios a
través de una disolución o un océano divino. No, en una conciencia intensificada
“una persona debe rendir cuentas por cada palabra que haya pronunciado al
descuido.” Aun cuando la gracia desaparece el pecado, la unión con Dios aun así
se lleva a cabo en la personalidad que se haya clarificado e intensificado al
máximo.
Dios no cambia. Pero esta falta de
cambio no es una fría indiferencia, un desdén devastador, una distancia
ambigua, que el entendimiento insensible celebra. No, al contrario, esta falta
de cambio es íntima y cálida y siempre presente en todas partes. Dios es amor
sin cambio.
Imagina un viajero solitario, un vagabundo
del desierto. Casi quemado por el calor del sol, languideciendo de sed,
encuentra un manantial. ¡Oh, frescura refrescante! Ahora Dios debe ser alabado,
se dice – y sin embargo es un mero manantial el que encontró. ¡Qué entonces de
quien encuentra a Dios! También debe decir, “Dios debe ser alabado, he
encontrado a Dios – ahora estoy bien provisto. Tu fresca fidelidad, oh
manantial amado, no está sujeta a cambio. En el frío del invierno, si el
invierno visitara este lugar, no te enfriarías, sino mantendrías tu frescura
sin cambio, ¡pues las aguas de este manantial no se hielan! En el calor de
medio día en el verano conservas precisamente la misma frescura, ¡pues las
aguas de tu manantial no se entibian!” No hay nada ilusorio en lo que dice,
ninguna falsa exageración en su elegía.
Tú, oh Dios,
tú que eres incambiable, tu que estás siempre e invariablemente para ser
encontrado, y siempre para ser encontrado sin cambio. Ya sea en la vida o en la
muerte, nadie viaja tan lejos que no seas encontrado, que no estés allí, tú que
estás en todas partes. No es así con los pozos y manantiales de la tierra, pues
estos solo se encuentran en lugares especiales. Y además - ¡certeza abrumadora!
– no permaneces, como el manantial, en un solo lugar, sino que sigues al
viajero en su camino. ¡Qué pobre e inadecuada descripción de lo que eres! Eres
un manantial que en sí mismo busca al viajero sediento, al errante vagabundo.
¡Quién ha escuchado de tal manantial! Así eres incambiable siempre y siempre se
te puede encontrar en todas partes. Y cuando cualquier ser humano viene a ti,
de cualquier edad, en cualquier momento del día, en cualquier estado, si viene
con sinceridad siempre encuentra tu amor igualmente cálido, como la frescura incambiable
del manantial, ¡oh, tú que eres incambiable!
Respecto a Dios, el cómo es el qué.
Aquel que no se involucra a sí mismo con Dios en forma de devoción absoluta no
se involucra con Dios. En su relación con Dios uno no se puede involucrar a sí
mismo hasta cierto punto. Dios es precisamente la contradicción de todo lo que
es “hasta cierto punto.”
Una relación de segunda mano con Dios es
tan imposible y tan absurda como enamorarse de segunda mano.
Involucrarse con Dios en cualquier otra
forma que siendo herido es imposible.
Cuando los niños están juntos todo el día,
naturalmente juegan los unos con los otros. Pero qué sucede – repentinamente
llega el mensaje de que el pequeño Peter, Christian, Soren, Hans, o como sea
que se llame el niño, debe ir a casa. Es lo mismo con nosotros adultos. Vamos y
platicamos unos con otros sobre lo que queremos ser en el mundo, que queremos
ser esto o aquello, y parece que somos tan sinceros como cualquier otra
persona. Pero qué sucede – repentinamente llega el mensaje que debemos volver a
casa. Es decir, que Dios nos llama. Esto, verás, es la razón por la que el
individuo verdaderamente religioso no puede involucrarse en la extraña
sinceridad solemne que es tan común en el mundo, aquella que deja fuera a Dios.
El niño no puede permitirse ser atrapado a la ilusión que su relación con los
otros niños lo es todo – pues entonces llega el mensaje de que debe volver a
casa. Lo mismo pasa con nosotros.
No comenzamos a comprender a Dios hasta
que nos damos cuenta primero que somos comprendidos por él.
Quienquiera que no desee hundirse en la
miseria de lo finito está obligado en el sentido más profundo a combatir
con lo infinito.
Dios puede imprimirse en una persona
cuando ésta misma se ha vuelto nada. Cuando el océano está ejerciendo todo su
poder, ese es precisamente el momento en que no puede reflejar la imagen del
cielo, e incluso el menor movimiento hace la imagen difusa. Pero cuando se
vuelve quieto y profundo, entonces la imagen del cielo se hunde en su nada.
La persona introspectiva no mira los
regalos sino a Aquel que los da. Sabe que Dios no solo da regalos, sino se
da a sí mismo con ellos. Y esto es lo único que importa.
Oh Dios, que las dichas no nos separen de
ti en el olvido del placer; ni la pena ponga una barrera entre tú y
nosotros. Danos lo que desees – pero da tan solo el testimonio de tu regalo, y
con ello a ti mismo.
No es porque tienes un padre, o porque
la gente en general tiene padres, que Dios es llamado Padre en el cielo. Más
bien, es porque él es tu padre que es nombrada toda la paternidad en el cielo y
la tierra.
La cosa más simple y humilde es amar a Dios
porque lo necesitas. Puede parecer algo arrogante amar a dios porque es tan
perfecto, puede parecer tan egoísta amarlo porque lo necesitas, sin embargo esta
última forma es la única forma en que puedes verdaderamente amarlo. ¡Pobre de
aquel que se hace fuerte para amar a Dios sin necesitarlo! Aquel que reconoce
con mayor profundidad su necesidad de Dios le ama con mayor verdad. No debes
presumir de amar a Dios solo por Dios mismo. No, debes entender que el
bienestar de tu vida depende eternamente de tu necesidad, y por esta razón y
únicamente por esta razón debes amarlo.
La diferencia que hacemos entre dormir y
despertar es tan solo una distinción imaginaria, como si necesitáramos que
Dios nos cuidara mientras dormimos, mientras que podemos cuidarnos a nosotros
mismos mientras estamos despiertos.
En lugar de predicar todas estas virtudes
arrogantes, sobre la fe, la esperanza, el amor, sobre amar a Dios y demás,
alguien debería decir: Nunca te involucres con Dios, y sobre todo nunca lo
hagas en una forma realmente íntima. Involúcrate con los hombres e imagina que
junto con ellos pueden involucrarse con Dios, pues tú nombras el nombre de Dios
tan insignificantemente como los médicos garrapatean embellecimientos en sus
recetas. Nunca te permitas estar a solas con Dios a menos que te aventures
demasiado lejos, pero mira que tu relación con Dios sea igual que la de todos
los demás de forma que tengas alguien que te asista de inmediato si Dios te
deja sacudido. Si hablaras de esta forma hablarías más acertadamente que si
usaras todas esas frases religiosas de alto vuelo, las que a través de las
generaciones se han vuelto perfeccionadas tan lindamente.
Muchos se relacionan
con Dios de forma que les vaya bien en la tierra –
consecuentemente para sacar provecho de Dios en un sentido terreno. Muchos
también se relacionan con Dios para poder ser salvados de pecado, para poder
encontrar un juez misericordioso. ¿Existe alguna diferencia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario